La Base Aérea de Torrejón dejó de ser utilizada por la fuerza aérea de los Estados Unidos hace bastantes años, cumpliendo desde entonces su papel como uno de las principales centros de operaciones de la defensa aérea nacional.

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© MDO/EP –Kike RincónBase aérea de Torrejón de Ardoz
Sin embargo, en el último reparto de centros de mando e instalaciones de la OTAN de hace unos tres años, se la ha asignado para alojar uno de los dos únicos Centros de Operaciones Aéreas Combinadas (CAOC, en sus siglas en inglés) que se mantienen hoy en Europa. Quiere decir que, además de la defensa aérea nacional, desde estas instalaciones se controlarían todas las operaciones aéreas que la OTAN emprendiera en el sur de Europa, dentro del propio territorio europeo.

Para completar el panorama, en la cumbre de Cardiff de 2014 se declara a la OTAN como actor planetario con capacidad para intervenir en cualquier punto del globo. Como consecuencia, el CAOC de Torrejón adquiere una nueva dimensión, no ya centrada solo en la defensa aérea del territorio europeo, sino como nodo esencial en la conducción de las operaciones aéreas de cualquier intervención exterior, papel en el que puede rotar con el CAOC de Uedem (Alemania), sea desde las propias instalaciones, o con equipos desplegables. Y ello, aunque la operación no sea emprendida directamente por la OTAN, sino únicamente por algunos de sus socios, como ocurrió en el caso de Libia.

Ello convertirá a Torrejón en un agente activo de las intervenciones militares que emprenda la OTAN o algunos de sus socios, implicando al Estado Español como cómplices de la agresión y sin contar para nada con la aprobación de su pueblo.

Pero además, convierte a Torrejón, que está construyendo un búnker inexpugnable para alojar los equipos y el personal del CAOC, en uno de los principales blancos de una eventual escalada que degenerase en confrontación nuclear.

A ello se añaden las otras unidades de las fuerzas armadas españolas puestas a disposición de la OTAN como plataformas de mando en operaciones en el exterior: el Cuartel General Marítimo de Alta Disponibilidad, a bordo del buque "Castilla" y el Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad de Bétera (Valencia).

Este último, además, asociado a una unidad militar del tamaño de una brigada (unos 5.000 combatientes), en sus dos terceras partes de composición española, que estaría lista para su despliegue en 48 horas, a cualquier parte del globo, con capacidad de resistir hasta un mes a la espera de unidades de refuerzo. Esto la convierte en la punta de lanza de una eventual intervención expedicionaria. Así quedará consagrado tras las grandes maniobras previstas en el sur de la península ibérica en el otoño próximo, en las que el concepto de "Fuerza Combinada de Muy Alta Disponibilidad" quedará declarado operativo y este contingente disponible para su empleo durante todo el año 2016.

Para terminar, hay que señalar la existencia en suelo español de dos bases cedidas a los Estados Unidos para el estacionamiento de dos piezas de valor estratégico de primer orden: los cuatro destructores basados en Rota, elementos esenciales del escudo antimisiles y con capacidad de operar en todo el Mediterráneo y África Occidental; y la "Fuerza de Tarea de Respuesta de Crisis" en Morón, unidad de marines con capacidad de desplegar en 9 horas a un contingente de unos 3.000 combatientes al corazón de África, Oriente Medio o el Mediterráneo oriental, como cabeza de puente para una intervención a mayor escala.

Esto coloca al estado español, nuevamente, como cómplice de las intervenciones imperialistas que eventualmente emprendiera Estados Unidos en nuestro entorno, que podría desencadenar a la orden directa de su Presidente, sin el engorro que suponen los complicados procesos de decisión en el interior de la OTAN.

En definitiva, el cuadro anterior sintetiza la disponibilidad del Estado Español para su intervención en campañas de agresión exterior, sea aportando tropas de combate, con su participación con los medios de mando, control y comunicaciones compartidos con la OTAN o facilitando a los EEUU sus acciones ofensivas desde las bases instaladas en nuestro territorio. Todo ello nos hará cómplices de estas agresiones, cuando no agentes principales. Y eleva el riesgo de represalias sobre nuestro territorio, de consecuencias catastróficas en el caso de conflicto nuclear.

Para concluir, todo ello supone una cesión de soberanía absolutamente incompatible con los auténticos intereses y necesidades del pueblo español, que resultan de esta manera despreciados olímpicamente por sus gobernantes y todo el "establishment" político del régimen del 78, más preocupados por asegurar los beneficios de los poderosos que por construir un mundo más justo y más seguro.

El pueblo español tiene que tomar conciencia de los riesgos a los que conduce esta escalada de intervenciones militares, que no responden a amenaza alguna a su seguridad. Únicamente la expresión contundente y decidida de sus ciudadanos contra la presencia en España de unidades de los Estados Unidos y contra la participación de España en la OTAN podrá detener esta alocada carrera.
Manuel Pardo de Donlebún, Capitán de Navío de la Armada en la Reserva