La historia de Husam Sibai y de su familia es como la de muchas otras personas. Obligados a abandonar Siria para escapar de la guerra, añoran los tiempos de paz y de unión. "No quería marcharme, pero llega un tiempo en el que te sientes muy vulnerable", afirmó.

La ciudad de Homs, en la que vivía, fue una de las primeras en caer bajo la furia de las bombas. Atemorizado por lo que pudiera ocurrirle a su familia, en 2012 tomó un avión hacia España, tierra natal de su esposa, junto a ella y a sus dos hijos, de 8 y 11 años. Nunca más volvió a Siria. Las esperanzas de hacerlo se desvanecen día a día.
españa refugiados refugees spain
© Reuters Susana Vera

"Yo no quería marcharme. Pero llega un momento en el que te sientes muy vulnerable", contó Husam, según publicó el portal 20 minutos. Su deseo chocaba una y otra vez con la realidad: "Cuando un compañero te cuenta que un francotirador le dio al coche de un amigo, que salía de casa con su mujer y sus hijos, y mató al niño, piensas ¿cómo perdonarme el resto de mi vida si eso le pasa a mi hijo? Al día siguiente nos fuimos de Homs".

Tras pasar un tiempo con sus padres, tomó la decisión más importante de su vida: instalarse en España. Allí se ubicaron en una casa que sus suegros tienen en Carabanchel. En este momento están desocupados, aunque Husam tenga 12 años de experiencia como arquitecto y su mujer sea farmacéutica. Viven de la ayuda de los padres de su esposa y de lo que les envían los de Husam desde Emiratos Árabes.

Ellos se conocieron en Siria, donde tenían una vida ordenada y un trabajo estable, hasta que las bombas los obligaron a buscar su destino en otro lugar. "Tuvimos la suerte de salir en 2012, cuando aún se podía tomar un avión. Ahora la gente tiene que recorrer un camino muy peligroso", recordó.

Por estar casado con una española, Husam no es un refugiado, pero se siente igual que sus miles de compatriotas que huyen como consecuencia de la guerra, que destruyó todo en su ciudad. Incluso, hace unos meses recibió una foto de la que era su casa: estaba reducida a ruinas. "Pensaba que iba a volver. Salí sin apagar la luz y con la nevera llena", recordó, emocionado.

Sobre la nueva vida de la familia en España, Husam contó que sus hijos ya hablaban castellano, pese a que su lengua habitual era el árabe. Ahora van a un colegio católico: "Yo les enseño la religión musulmana, pero no tengo problema con que conozcan el cristianismo". Además, fue contundente y negó que pudiera obligar a su hija a usar el velo. "Mi mujer lo lleva y es una elección suya. No se lo quiere quitar. Si ella quisiera quitárselo, a mí no me importaría. Cuando me casé con ella no lo llevaba", continuó.

Por último, manifestó su "dolor" por la situación que atraviesan sus compatriotas cuando intentan llegar a Europa. "No entiendo el odio que a veces vemos", dijo, mientras espera que todos sean recibidos con los brazos abiertos.