Los Omega 3, presentes en los aceites de pescados, no sólo son buenos para la salud cardiovascular, sino que además, diversos estudios científicos los señalan como esenciales para el cerebro y la memoria. Adrián Sapetti explica su uso en psiquiatría.

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En el Congreso de Psiquiatría de Chicago 2000 un estudio hecho en Japón, constatando otros trabajos anteriores, mostró que entre las poblaciones con baja o nula ingesta de consumo de pescado había mayor prevalencia de cuadros depresivos y a la inversa. Esto presupone que el consumo de ácidos grasos poliinsaturados (llamados Omega 3) presentes en los pescados de mar (estos aceites también se venden en cápsulas como suplemento dietario) mejora de alguna manera el funcionamiento neuronal (algunos están investigando su importancia en la prevención de las demencias y en el tratamiento de bipolares con dosis de 4gr de ácidos grasos poliinsaturados por vía oral).

En el 157th Congreso de Psiquiatría de la American Psychiatric Association (APA) -a la que tengo el honor de pertenecer en calidad de International Member- llevado a cabo en New York en mayo 2004 he presenciado ponencias sobre la acción de estos ácidos grasos -que no se sintetizan en nuestro organismo-, como coadyuvantes de los tratamientos de bipolares y en depresivos, actuando como precursores de los lípidos de las membranas neuronales y en las moléculas celulares que actúan transmitiendo la señal celular (cell signaling cells) (Cohen, B.: New Directions in Medication Development for Bipolar Disorder, 157th Annual Meeting, APA, NY, 2004) además de las otras acciones en el sistema cardiovascular y metabólico.

Además de disminuir el riesgo de infarto de miocardio y de arterioesclerosis (Von Schacky, C. et al., The Effect of Dietary Omega-3 Fatty Acids on Coronary Atherosclerosis, Ann Intern Med 1999; Daviglus, M.L. et al., Fish Consumption and the 30-Year Risk of fatal Myocardial Infarctation, N Eng J Med, 1997), tienen acción en las membranas neuronales, producen cambios en la conducción nerviosa, la liberación de neurotrasmisores, la recaptación de los mismos y acción en la post-sinapsis neuronal, mejorando la memoria (Morris, M.C., Consumption of Fish and n-3 Fatty Acids and Risk of Incident Alzheimer Disease, Arch Neurol, 2003).

Los Omega 3 (aceites marinos) se hallan en el salmón, la caballa, el arenque, bacalao y otros pescados (especialmente de aguas frías y profundas); conocidos como EPA (eicosapentaenoico), DHA (docosahexaenoico), DPA (docosapentaenoico).

También se pueden conseguir, como suplemento dietario, en cápsulas blandas de 1 gramo.

Resumiendo su acción, podríamos decir que los Omega 3:
- Son precursores de las prostaglandinas 3 que previenen la agregación de las plaquetas impidiendo las trombosis y la arteriosclerosis (tendrían una acción similar a la aspirina)

- Ayuda en el control de la presión arterial (con lo cual son útiles en los hipertensos) y disminuyen la retención de líquidos tanto como la inflamación de la pared arterial

- Prevendrían el infarto de miocardio

- Mejorarían la función del sistema nervioso central siendo de utilidad en demencias, depresiones, enfermedad bipolar, incluso en esquizofrenias

- Ayudarían al descenso del colesterol LDL ("malo") y los triglicéridos; aumentando una fracción del colesterol HDL ("bueno").
Los nutricionistas aconsejan comer pescados de mar al menos dos veces por semana, hecho que se topa con la afirmación de muchas personas, sobre todo en la Argentina, de que "no les gusta el pescado" como si fuera lo mismo un salmón rosado grillé, un caldillo de congrio, un filete de merluza o un sushi mixto. Si no se come pescado aconsejamos el uso de aceites marinos (fish lipid oils), conocidos como EPA, en cápsulas, en dosis que varían según el caso entre 1 y 3 gramos por día.

¿Tendrían razón nuestras madres y abuelas que aconsejaban comer pescado porque "fortalecía el cerebro"?