Hoy queremos abordar específicamente el tema de los hombres que sufrieron abuso psicopático o narcisista. Al igual que en el caso de las mujeres, el abuso puede provenir de distintas fuentes: madres/padres, parejas, colegas en el trabajo, etc. Lamentablemente, a excepción del acoso y la violencia psicológica en el ámbito laboral que tienen un poco más de visibilidad social, el resto de los casos pasan sin ser detectados o reportados.

psicópatas femeninas
© Desconocido
Es estadístico que hay mujeres que ejercen violencia física sobre hombres, como así también, muchos hombres gay que son golpeados por parejas violentas. Pero si tenemos en cuenta que el abuso emocional y psicológico puede tener consecuencias tan devastadoras como la violencia física, los números de hombres maltratados crecen de forma exponencial. En la mayoría de los casos no denuncian porque hay un prejuicio atávico que considera que un hombre que no puede controlar el abuso es poco hombre. Este último supuesto es falso y no hace más que agregar maltrato a la víctima que prefiere callar el horror que está viviendo antes que ser burlado.

Recordemos las estadísticas: el 4 % de la población tiene un desorden de personalidad tipo B (narcisismo, psicopatía, personalidad histriónica), de ese 4% un 75% está compuesto por hombres y un 25% por mujeres. Las mujeres narcisistas o psicópatas integradas son mentirosas compulsivas, promiscuas pero lo esconden y manipulan a los hombres con ciclos de luna de miel en los que los hacen sentir en las nubes y ciclos en los que los hacen dudar de su cordura, masculinidad y su rol como proveedores. En todos los casos viven de ellos y, de acuerdo a la capacidad económica de la víctima, tratarán de obtener todos los beneficios posibles. Es muy común, también, que ellas los alejen de socios, amigos y familiares que puedan ayudarlo a ver detrás de su bonita máscara. El enamorado queda entonces aislado a merced de sus caprichos y mentiras. Cuando finalmente el hombre logra romper el hechizo y ve con claridad el abuso y la manipulación (algunos llegan a descubrir que el hijo que creía suyo y con el que ella le sacaba bienes, ni siquiera era su hijo biológico) ella utilizará un arma que le viene de perillas: dirá que él la golpea y/o maltrata.

En todas partes del mundo conocemos a alguna celebridad de poca monta que van detrás de productores, empresarios, políticos y jugadores de fútbol. Curiosamente de todos ha sacado una buena ganancia y a todos llamó, al comienzo de la relación, "el amor de su vida" para luego, en un par de años, acusarlos públicamente de "ladrones, golpeadores, maltratadores". Esto es grave. Utilizar la violencia de género falsamente es doblemente perjudicial. Por un lado, calumnia y destruye a la víctima que sufrió los abusos y por otro, trivializa la causa por la erradicación de la violencia ya que estas aspirantes a famosas que dicen ser golpeadas y nunca lo pueden probar terminan haciendo que muchos descrean de la magnitud de la violencia de género (epidémica) y no le brinden protección a aquellas víctimas reales (miles y miles) que la necesitan urgentemente.

Sin embargo, no todas las abusadoras salen en los medios. Muchas son jefas o ejecutivas que "se acostaron hasta la cima" o mujeres que no les interesa trabajar y llevan una vida parasitaria poniendo a todos los miembros de la familia unos contra otros, creando drama para divertirse, lavándole el cerebro a sus hijos, manipulando a su pareja hasta dejarlo sin voluntad propia y, en ocasiones, teniendo una vida sexual paralela que pocos conocen.

Si tú sospechas que estás con una mujer así, te rogamos que, sin que ella lo perciba, vayas juntando cuanta evidencia puedas y que cuando la dejes trates de no reaccionar a sus acusaciones. Ella dirá que la maltratabas o golpeabas y sí, con justo motivo, levantas la voz desesperado, ella te grabará para decir que siempre fuiste así y que eso es solo la punta del iceberg, que había golpes, bla, bla, bla. Y si hay niños, llorará en los juzgados para que le den la tenencia (los niños son su seguro de retiro). No somos videntes, es un patrón de conducta y lo mejor que puedes hacer es no reaccionar y poner un abogado en el caso que sea necesario. Si te es infiel, trata de dejar registro; si ella te grita o denigra sutilmente, grábala tú primero; si tus hijos no son tan pequeños pídele al juez que los escuche. Aun cubriéndote, tendrás un largo camino por delante ya que, en la mayoría de los casos, las mujeres narcisistas y psicópatas logran engañar a los miembros de la justicia que (no entendemos cómo puede ser así en el siglo XXI) tienen poca información sobre este tipo de desórdenes y no sospechan que hay mujeres que mienten sin pestañar a las que habría que investigar más profundamente antes de entregarles la tenencia de los niños. Los hijos no escaparán de su abuso. Estas "madres" los invalidan como personas en forma velada y constante. Los pequeños siempre sienten que les deben algo, que hacen todo mal. El padre suele quedar aislado, siendo testigo del abuso que sufren sus hijos, sin poder hacer gran cosa porque pocos le creen y, para complicar el panorama aun más, ella se ha encargado de que obtenga un régimen de visitas muy limitado para que no pueda abrirle los ojos a sus niños.

Tomemos un caso representativo. Alfredo estaba casado con una mujer ambiciosa que trabajaba en una empresa petroquímica. Él era dueño un pequeño negocio de servicios técnicos. Tenían un hijo de 9 años, extremadamente educado para su edad y siempre temeroso de no poder colmar las expectativas de su exigente madre. Alfredo era quien llevaba al niño al colegio, al club y al pediatra, le cocinaba y lo ayudaba con las tareas escolares. Elena, tenía un puesto de responsabilidad a pesar de no haber estudiado demasiado, al cual llegó acostándose con las personas correctas, tanto hombres como mujeres, en el momento preciso. Siempre estaba envidiosa de aquellos que sobresalían pero lo disimulaba bien. De alguna manera u otra lograba desprestigiarlos, sacarlos del medio y quedar como la víctima. Su marido sospechaba que le era infiel pero luego se convencía de lo contrario. Tampoco estaba convencido de lo que sucedía con la economía doméstica pues él ponía todo su ingreso para pagar todas las cuentas, sin embargo, ella colaboraba con lo que a ella le apetecía. Cada vez que él le reprochaba sus ausencias y la falta de dedicación a la familia, ella fingía ofenderse y le recordaba que con lo que él ganaba no hacían nada. Luego de esos reclamos le hacía el vacío por unos días y él "le pedía disculpas" con algún regalo. En otro orden de cosas, Alfredo veía a su madre a escondidas porque Elena lo había convencido de que la anciana la maltrataba. La madre no veía a su nieto desde hacía años y cayó en una depresión severa por la situación de su hijo. Un día, Alfredo recibió un anónimo (probablemente de algún empleado despedido por las elucubraciones maquiavélicas de Elena) indicándole donde tenía que ir para constatar que su mujer estaba con otros. En principio desestimó la advertencia pero luego decidió ir sintiéndose mal consigo mismo por estar "dudando" de su mujer. El resto es historia. El comprobó la variedad de amantes que tenía. Ella, lejos de explicarse, lo acusó de estarla espiando, de que lo que él decía era mentira y que él era un abusador al igual que su suegra. Logró poner una orden de restricción en su contra pero, algunas veces la vida es justa, dos ex empleados de la compañía iniciaron juicio contra ella por acoso, violencia y calumnias. Tenían pruebas registradas y varios colegas despechados salieron de testigos. Alfredo pudo ganar la tenencia de su hijo gracias a que esas personas accionaron penalmente en contra de ella en el exacto momento en que él era acusado de maltratador. Si todo esto no hubiera sucedido, todavía estaría penando por despachos oficiales en busca de justicia para él y su hijo.

Siempre nos preguntamos el motivo por el cual los psicópatas y narcisistas forman familias, después de todo, si aman el desenfreno podrían vivirlo abiertamente sin engañar a nadie. Pero aquí reside el nudo de la cuestión: ellos aman burlarse de quienes lo rodean y qué mejor forma de hacerlo que explotar una emoción humana básica como el querer formar una familia y disfrutar de los placeres sencillos. Casándose consiguen pareja e hijos que los atiendan y, al mismo tiempo, logran darles a sus falsas vidas una imagen de "normalidad" para engañar a los demás. Nadie desconfía de una persona que tiene un retrato de la "familia perfecta" sobre su escritorio.

Existen muchos más hombres de los que pensamos que han sido víctimas de abuso psicopático o narcisista. Ellos sufren en silencio. Como sociedad deberíamos crear las condiciones para que puedan contar sus historias sin que nadie los trate de "hombres sin carácter" o de "blanditos". Bien sabemos que puedes tener una personalidad avasallante y, sin embargo, cuando caes en las redes de un manipulador de semejante talla, dudas de ti, de tu percepción y te haces adicto a su aprobación. Nadie está exento. No hay que avergonzarse. Es necesario hablar para sanar.

Les dejamos dos pequeños extractos de la carta que Kafka le escribiera a su padre narcisista. En un pequeño libro, el autor logró volcar todo el dolor y el abuso que padeció con un padre manipulador y con una madre débil que no se animaba a contrariarlo. A nadie se le ocurriría decir que Kafka fue un débil por haber pasado tantos años sin poder enfrentar a su padre abusivo. Ningún hombre, no importa su condición social, su nivel de educación o su orientación sexual, debe permitir que se burlen del abuso que padecieron. Kafka, a través del arte, nos recuerda que no debemos quedarnos con las palabras atravesadas en la garganta. Aquí van dos párrafos de puño y letra:
"No hace mucho me preguntaste por qué yo afirmaba que te temía. Como es habitual, no supe qué decir, en parte por ese miedo y en parte porque la fundamentación de ese temor necesita demasiados detalles como para que yo pueda exponerlos en una conversación. Aún ahora, mientras te escribo, sé que el resultado ha de ser imperfecto, porque el temor coarta y porque la dimensión del tema supera en gran medida mi memoria y mi entendimiento.

Si sintetizas tu juicio acerca de mí, resulta que no me discriminas nada extremadamente malo o pecaminoso (salvo quizás mi último intento de matrimonio), pero sí frialdad, ingratitud, desinterés. Me lo recriminas como si la culpa fuera mía, como si yo hubiera podido cambiar el curso de las cosas con un leve viraje al timón, como si no tuvieras ninguna culpa, tan solo la de haber sido demasiado generoso conmigo."