El señor Kahneman es un psicólogo ganador del premio Nobel de economía y este libro supone el acercamiento de sus investigaciones durante más de 25 años - primero junto a Amos Tversky, ya fallecido, y cuyo recuerdo impregna gran parte de "Pensar rápido, pensar despacio", luego en solitario - a un público no especialista. De hecho si a algo se parece este libro es a un testimonio intelectual, una glosa de experimentos, hipótesis erradas y a grandes descubrimientos que Kahneman presenta con sencillez pero sin falsa modestia.
Imagen
Pensar rápido, pensar despacio y quiénes somos

Podría intentar resumir este libro citando sus apartados o dando algunos ejemplos - contiene tantos párrafos brillantes que resulta tentador - pero sobre todo creo que este libro trata sobre quiénes somos. No en el plano filosófico o en el puramente biológico de la naturaleza humana sino en el del funcionamiento de la mente, la toma de decisiones, el entendimiento, la valoración y nuestra experiencia y recuerdo de la vida.

"Pensar rápido, pensar despacio" muestra la refutación de los modelos en los que se ha asumido al ser humano como un agente racional que pondera las diferentes variables a su alcance para tomar decisiones. Kahneman pone sobre la mesa un contundente repertorio argumentativo y experimental para concluir que debemos distinguir entre dos modos de pensamiento: el "sistema 1″ es rápido y automático, sin esfuerzo y sin sensación de control (genera las impresiones y sentimientos, decide de forma intuitiva); el sistema 2 se encarga de actividades mentales esforzadas, es con el que nos identificamos realmente al ser el "yo consciente y racional" que hace elecciones.

A partir de esa distinción Kahneman empieza un fabuloso viaje explicando como se activan cada uno de estos sistemas en nuestra mente, como interaccionan y como cada uno tiene sus virtudes... y sus limitaciones. El recorrido por los sesgos de nuestra intuición, como nos afectan las asociaciones, como nos formulamos creencias y decidimos qué es verdad y qué no, cómo "nos contamos historias", de dónde surge la creatividad y cómo la aversión al riesgo, el efecto halo o la heurística del afecto influyen en nuestras decisiones. Todo este repaso se realiza en "Pensar rápido, pensar despacio" con la evidencia científica y experimental como argumentario, huyendo del pasteloso mundo de los libros de autoayuda escritos - estos sí - a base de intuiciones sin constrastar o a partir de excepciones.

Es más, llega a concluir que tenemos "dos yo": el que experimenta las cosas y el que las recuerda, que además tienen intereses diferentes. Este es un tema - el recuerdo del pasado, el vivir el presente y cómo se conjugan - es un tema que me apasionó desde que era un joven lector de Javier Marías (cuyos personajes, anclados en el pasado y en lo que pasó y pudo haber pasado son una suerte de reflejo literario de las teorías de Kahneman). Con ello "Pensar rápido, pensar despacio" desemboca en el estudio del bienestar y la felicidad, sobre el que logra dejar un sabor a inteligencia y capacidad analítica mostrando su complejidad y dificultad de ser medido.

Conclusiones personales y políticas

A una mente atenta, según va leyendo "Pensar rápido, pensar despacio", le surgen decenas de aplicaciones de lo descubierto gracias al libro. Desde cómo gestionar la economía personal a como afrontar las prioridades de la vida profesional y personal. Pero no es un libro de autoayuda, carece de la simpleza y el utilitarismo bobalicón de la mayoría de las obras etiquetadas como tales. Si acaso, se podría definir el título de Kahneman como lo que la autoayuda debería haber sido siempre: un género que se apalanca en el conocimiento contrastado para profundizar en el entendimiento propio y de los demás sin fórmulas baratas que aprender en cinco minutos.

Es más, muchas conclusiones a las que llega deberían tener reflejo en las política públicas, desde la confianza que hay que otorgar a los juicios de los expertos en determinados contextos hasta cómo evitar la falacia de la planificación (tendencia a sobrestimar los beneficios de un proyecto y subestimar sus costes y duración por basarse en juicios de los involucrados y no comparar con otros casos, también sucede en lo personal con las reformas del hogar o en la empresa con proyectos que "queremos" que salgan).

Podría dar mil ejemplos a partir del libro de Kahneman, pero no le haría justicia. Si acaso, por ponerle algún "pero", hay áreas en las que se adentra y deja el escenario muy abierto por la poca evidencia científica que hay sobre el tema, teniendo que asumir las hipótesis planteadas como una aproximación. Estos casos son los menos en el global de libro y, como todo buen ensayo, lo que provoca es llevarte a más obras y autores para profundizar.

Os dejo un par de vídeos sobre y con Kahneman. No hacen del todo justicia a "Pensar rápido, pensar despacio", es mucho más brillante en la prosa que en vivo, pero no quería privar a nadie de disfrutar de algo que nuestras sociedades han ido desechando: escuchar a un anciano sabio que ha adquirido un conocimiento imprescindible para nuestro futuro.

Su conferencia Ted sobre conocimiento y felicidad: