El contexto internacional y la coyuntura económica de México prevén para 2016 el posible inicio de una crisis sin precedentes. La actual situación trae a la memoria de los mexicanos el llamado 'error de diciembre' que las administraciones del PRI provocaron
tras imponer una acelerada agenda neoliberal en 1994 y que, finalmente, devino en la quiebra de los bancos y en una mega devaluación de la moneda mexicana.
© REUTERS/Tomas Bravo
México podría enfrentarse en 2016 con una crisis sin precedentes,
según Forbes.El Partido Revolucionario Institucional (PRI) encadenó 71 años en el poder en México, entre 1929 y el año 2000, cuando se produjo una alternancia que encumbró en el poder al Partido Acción Nacional durante 2 administraciones presidenciales (PAN). Durante su segundo periodo sexenal al frente del país se desató una crisis coyuntural de seguridad pública durante el mandato de Felipe Calderón (2006-2012), que
el PRI utilizó como bandera política -una crisis que va en aumento, según datos del INEGI- para regresar a la Presidencia de la República.
Para ello aglutinó el apoyo de los mismos
grupos de poder financiero que llevaron a la presidencia al Partido Acción Nacional (PAN), para que, una vez instalado en el poder se implementara una transformación en el marco jurídico de la nación que el Gobierno panista
había sido incapaz de modificar en el transcurso de más de una década en el poder.
Ya instalados y de regreso en el Poder Ejecutivo en 2012, el antiguo régimen priista cumplió su compromiso con los grupos de poder (nacionales y extranjeros) y logró reformar las leyes emanadas de la 'Revolución Mexicana' para que avanzara la agenda neoliberal iniciada en la década de los ochenta por ellos mismos.
El contexto actual recuerda la implementación acelerada del neoliberalismo en México durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari,
lo que provocó una devaluación histórica del peso mexicano, calculada en más del 100% y que convulsionó la vida cotidiana de todos los ciudadanos, un periodo conocido como
'el error de diciembre', que desató la quiebra del sistema bancario y, por ende, surgieron grandes cambios en el modelo de desarrollo nacional, que consecuentemente
generaron una oligarquía beneficiada de las privatizaciones de las industrias paraestatales y del sistema financiero.Ahora se repite la historia y es el mismo PRI el encargado de forzar la privatización del último sector que se encontraba en propiedad del Estado Mexicano. El sector energético se privatizó para satisfacer la sustentabilidad energética de EE.UU. con la inserción de las petroleras norteamericanas al Golfo de México y la explotación del polémico gas de esquisto en territorio nacional.
Es importante señalar que parte fundamental de la privatización petrolera en México pasa por
reemplazar la dependencia de los ingresos petroleros por dinero emanado de los contribuyentes a través de los impuestos. Para ello, el Estado Mexicano ejecutó una reforma fiscal que aumentó los impuestos (IVA,ISR) al ciudadano de a pie y a las pequeñas y medianas empresas, dejando tradicionalmente exentas del pago de impuestos a las grandes empresas trasnacionales, lo que, finalmente, generó una evidente desaceleración de la economía mexicana y malestar social.
A estas decisiones macroeconómicas con resultados
claramente recesivos, se une la difícil situación de la empresa Petróleos Mexicanos, (PEMEX) que tradicionalmente fue el motor de las finanzas públicas en México y que ahora se encuentra en el
peor déficit financiero de toda su historia. Solo en el último trimestre de 2015 tuvo
perdidas de 100.546 millones de pesos, afectando directamente el ejercicio presupuestario del Estado que utiliza el 24% de los ingresos que provienen por la venta de petróleo para su gasto corriente.
A la dramática situación que vive PEMEX se suma el contexto de los precios mínimos en los que se encuentra el mercado internacional del petróleo y el fortalecimiento del dólar como divisa internacional, que ha logrado apreciarse en un 10,17% frente al peso mexicano para
dejarlo en el mínimo histórico de
16,65 pesos por dólar americano.Otro factor que impacta directamente la economía de México reside en la implementación del llamado
'presupuesto base cero' prospectado para el año 2016 por parte del Gobierno de la República, que representa una disminución del
22% de los ingresos según cifras de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, (SHCP) y, por ende, una reducción de los recursos presupuestales para la gama de instituciones del país.
Por esta razón, la disminución presupuestal del programa 'base cero' desacelerará aún más la economía con la perspectiva del año 2016, porque las Secretarias de Estado traducirán
la disminución presupuestal en recortes de personal y recortes en las compras materiales, impactando el mercado interno del país.
Esta combinación de factores de la geopolítica mundial y el desequilibrio interno en el modelo de desarrollo económico prevé un año 2016 muy difícil para la economía mexicana, concluyen los medios, que podría empeorar con la delicada situación política que vive el país,
entre escándalos de corrupción e inestabilidad social. Todo ello dibuja los cimientos de una crisis financiera sin precedentes, similar a la del año 1994, durante la última administración priista encabezada por el expresidente Ernesto Zedillo, que desarrolló su sexenio en medio de la mayor crisis de la época moderna de México, la cual que provocó la mega-devaluación del peso y una adquisición de deuda externa sin precedentes.
Comentario: Es muy claro que los intereses de empresas y corporaciones transnacionales son la principal preocupación del gobierno, así ha sido y seguirá siendo. Mientras la población pasa a segundo plano y sus impuestos son usados para enriquecer más a la élite patológica. Nunca hay que olvidarnos del paradigma económico neoliberal psicopático: Privatiza las ganancias, haz pública la deuda. No es nada más que un sistema de esclavitud moderna que desdibuja las fronteras y desestima la soberanía, a favor de intereses particulares.
Las pistas no pueden ser más claras, mientras la población mexicana dirige su ira y frustración al títere de EPN, no nota todos los intereses particulares detrás de él, y si realmente se buscara un cambio significativo, toda esa ira y frustración debería ser enfocada a desarrollar estrategias pacíficas pero contundentes, que debilitaran el control de esta élite económica detrás del poder.