Las bolsas chinas han sufrido otra jornada negra hoy en un verano que se ha tragado los ahorros de millones de pequeños inversores y cuya caída no han podido frenar ni siquiera las últimas medidas gubernamentales.
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© REUTERS/ Bobby Yip
La bolsa de Shanghái, referencia en China, ha caído hasta los 3.209 puntos tras unas pérdidas del 8,49 por ciento, las peores desde febrero de 2007.

La semana pasada ya se había dejado un 11,5 por ciento.

La bolsa de Shenzhen, que agrupa a las compañías tecnológicas, se situó en los 10.970 puntos tras una caída del 7,8 por ciento.

Tras este nuevo lunes negro, los índices acumulan pérdidas del 38 por ciento respecto a mediados de junio, cuando empezó el desplome bursátil.

Los parqués chinos se colocan en números rojos anuales ya que están un 1 por ciento por debajo de su valor a principios de enero.

Las pérdidas han sido especialmente sensibles en las grandes compañías estatales petroleras debido a las nuevas caídas del precio internacional del crudo.

Los inversores chinos siguen en estado de pánico tras leer cada día nuevos signos de una economía debilitada que incluyen descensos en los sectores de la exportación y la producción.

El rotundo desplome de hoy llega después de que el Gobierno anunciara que permitirá la entrada de los fondos de pensiones en la bolsa, la última de las medidas que buscan desesperadamente insuflar algo de confianza a los parqués.

Los fondos, que hasta ahora sólo podían invertir en bonos del Tesoro y depósitos bancarios, podrán destinar a las bolsas hasta un 30 por ciento de su valor.

Esa medida podría inyectar hasta dos billones de yuanes (casi 330.000 millones de dólares) a los parqués, según Pekín.

El desplome en la bolsa empezó a mediados de junio después de haber acumulado ganancias del 150 por ciento durante un año, lo que empuja a la mayoría de los expertos a pronosticar pérdidas aún mayores.