Hubo un tiempo en que el tabaco fue considerado como una medicina para muchas enfermedades, incluyendo los dolores de cabeza, de muelas, la artritis, los dolores de estómago, heridas y el mal aliento. Se hacía con él un té y hasta unas píldoras para servir como hierba medicinal.
planta del tabaco
Planta del tabaco, antes y después de secarse.
Nicolás Monardes famoso médico sevillano del siglo XVI escribió todo un tratado sobre el potencial medicinal del tabaco que iba incluido en el libro publicado en 1570, La Historia Medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales:
Del tabaco y sus virtudes

"Esta yerba que comúnmente llaman tabaco es yerba muy antigua y conocida entre los indios, mayormente entre los de Nueva España; que después que se ganaron aquellos reinos por nuestros españoles, enseñados por los indios, se aprovecharon de ella para las heridas que en la guerra recibían, curándose con ella, con gran aprovechamiento por parte de todos.

De pocos años a esta parte se ha traído a España, más para adornar jardines y huertos, que con su hermosura daba agradable vista, que por pensar que tuviese las maravillosas virtudes medicinales que tiene. Ahora la usamos más por sus virtudes que por su hermosura, porque tales son ellas que provocan admiración en todos.

El nombre propio suyo entre los indios es picietl, el nombre de tabaco es postizo de nuestros españoles, por una isla donde hay mucha cantidad del llamada por este nombre "Tabaco".

Nace y se encuentra en muchas partes de las Indias, ordinariamente en lugares húmedos y sombríos; es menester que esté la tierra bien cultivada, donde se haya sembrado, y que sea tierra libre. Se siembra en cualquier estación en las tierras calientes y en todo tiempo nace; en las tierras frías se ha de sembrar por el mes de marzo para que se defienda de las heladas.

Es yerba que crece y viene a ser muy grande, porque ella es grandeza, muchas veces es mayor que un limonero; echa un tallo desde la raíz que sube derecho, sin declinar a ninguna parte; echa muchos virgultos derechos, que casi igualan con el tallo principal. Sus hojas son casi como de cidro, salteadas; vienen a ser muy grandes, en especial las bajas, que son mayores que las de romaza; son de un color verde verdoso y todas son de este color.

Es muy bella la planta y sus hojas. Puestas en las paredes, enjardinan como los cidrones y naranjos, porque todo el año está verde y tiene hojas; si algunas se secan, son las bajas.

En lo alto de todo, la planta echa la flor, la cual es a modo de campanilla blanca y en medio encarnada, que tiene harta gracia; cuando se secan parecen dormideras negras; en ella está incluida la simiente, que es en extremo menuda, de color leonado oscuro.

La raíz la tiene gruesa, conforme a la grandeza de la planta; dividida en gajos, es lignosa, la cual partida tiene el corazón de dentro del color del azafrán y su gusto tiene algo de amargor; se aparta fácilmente la corteza de ella; no sabemos si la raíz tiene virtud alguna, de las hojas sabemos las virtudes que diremos, aunque creo que la raíz tiene hartas virtudes medicinales, las cuales se descubrirán con el tiempo; aunque algunos quieren que tenga la virtud del rabárbaro, pero yo no lo he experimentado hasta ahora. Se guardan las hojas después de secas a la sombra, para los efectos que diremos, y se hacen polvos para usarlos en lugar de las hojas, pues donde no se halla esta planta, usan los polvos en lugar de ella; porque no la hay en todas partes, lo uno y lo otro se guarda por mucho tiempo, sin corrupción. Su complexión es caliente y seca, en segundo grado.

Tiene la virtud de calentar, resolver, con alguna estipticidad y confortación. Se adhiere y suelda en las frescas heridas y las cura, como dicen, por la primera intención; las llagas sucias limpia y purifica y las reduce a perfecta salubridad, como se dirá de todo adelante. Y así diremos de las virtudes de esta yerba y para las cosas que se aprovecha, de cada una en particular.

Tiene esta yerba del tabaco particular virtud de sanar dolores de cabeza, en especial proviniendo de causas frías; y así cura la jaqueca cuando de humor frío proviene o viene de causa ventosa; pongan las hojas calientes sobre el dolor y multiplicándolas las veces que fuera menester hasta que el dolor se quite; algunos las untan con agua de azahar y hacen muy buena obra. Cuando por reumas o por aire o por otra causa fría se entumecen las cervices, puestas las hojas calientes en el dolor o entumecimiento de ellas, lo quita y resuelve y quedan libres del mal. Y esto mismo hacen en cualquier dolor que haya en el cuerpo y en cualquier parte de él porque, siendo de causa fría y aplicadas como está dicho, lo quita y resuelve, no sin gran admiración.

En pasiones de pecho hace esta yerba maravillosa obra, en especial en los que echan podres y materia por la boca y en asmáticos y otros males antiguos; haciendo de la yerba cocimiento y azúcar hecho jarabe y tomado en poca cantidad, hace expeler las materias y pudriciones del pecho maravillosamente. Y tomando el humo por la boca hace echar las materias del pecho a los asmáticos.

El dolor de estómago causado de causa fría o ventosa, puestas las hojas muy calientes, lo quita y resuelve, multiplicándolas hasta que se quite. Y han de notar que las hojas de calientan mejor que en otro modo entre ceniza o rescoldo muy caliente, metiéndolas en él, y allí calentarlas muy bien; y aunque se pongan encenizadas hacen mejor y más poderoso efecto.

En obstrucciones de estómago y bazo, principalmente, es grande remedio esta yerba, porque las deshace y consume; y esto mismo hace en cualquier otra obstrucción o dureza que haya en el vientre, siendo la causa humor frío o ventosidad. Han de tomar la yerba verde y machacarla y con aquel borujo fregar la dureza por un buen rato, y al tiempo de moler la hierba, le echan unas gotas de vinagre para que haga mejor su obra; y después de fregado el lugar, pongan encima una hoja o hojas del mismo tabaco calientes, y así hasta otro día que se haga lo mismo; o en lugar de las hojas, pongan lienzo mojado en el zumo caliente.

Algunos, después de haber fregado con el borujo, untan con ungüentos apropiados para semejantes males y encima ponen las hojas o zumo del tabaco; y cierto con esta cura se han desobstruido grandes y duras obstrucciones y deshecho antiguos hinchazones.

En dolor de ijada hace esta yerba grandes efectos, puestas las hojas entre ceniza o recoldo caliente, que se calienten bien, puestas sobre el dolor, multiplicando las veces que fuera menester. Es buena en los cocimientos que se hubieran de hacer para los enemas, echar en ellos con las demás cosas las hojas de esta yerba, que aprovecharán mucho; y así mismo para las fomentaciones y emplastos que se hicieran.

En dolores ventosos hacen el mismo efecto quitando el dolor que de la ventosidad proviene, aplicando las hojas de la misma manera que está dicho que se han de poner en el dolor de ijada; póngalas cuanto más caliente pueda.

En las pasiones de mujeres, que llaman mal de madre, poniendo una hoja de esta yerba tabaco bien caliente en la manera que está dicho, hace manifiesto provecho; póngala en el ombligo y bajo de él. Algunos ponen primero cosas de buen olor en el ombligo y encima ponen la hoja. En lo que se halla manifiesto provecho es poner la tacamahaca o aceite de liquidámbar y bálsamo y caraña cualquier cosa de estas puestas en el ombligo y traídas a la continua; o de todas ellas hecho pegadillo, hace en pasiones de madre manifiesto provecho.

En una cosa celebran esta yerba las mujeres que habitan en las Indias, que es en la indigestión de niños y aun de grandes; porque untando primero el vientre con aceite del candil, poniendo unas hojas amoreadas en ceniza caliente en el vientre y otras en las espaldas, quita la indigestión y provoca la evacuación del vientre, poniéndolas las veces que fueren menester; si son encenizadas las hojas es mejor.

En lombrices y todo género de ellas que sean gusanos o cucurbitinas las mata y expele maravillosamente; el cocimiento de la yerba hecho jarabe delicadamente, tomado en muy poca cantidad y el zumo de ella puesto en el ombligo; es menester después de hecho esto echarles un enema que las evacue y expela de las tripas.

En pasiones de junturas (dolor de las articulaciones), siendo de causa fría, hacen maravillosa obra las hojas del tabaco, puestas calientes sobre el dolor; lo mismo hace el zumo puesto sobre un pañito caliente, porque resuelve el humor y quita el dolor. Si la causa caliente hace daño, salvo cuando ha sido el humor caliente y está resuelto lo sutil y queda lo grueso, que entonces aprovecha como si fuese la causa fría. Y entiéndase que puestas las hojas donde hay dolor de la causa dicha, en cualquier parte del cuerpo que sea, aprovechan mucho.

En hinchazones o apostemas frías las resuelve y deshace, lavándolas con el zumo caliente y poniendo el borujo o las hojas del mismo tabaco encima.

En dolor de muelas, cuando el dolor es de causa fría o de reumas fríos, puesta una pelotilla hecha de la hoja del tabaco, lavando primero la muela con un pañito mojado en el zumo quita el dolor y prohíbe a la putrefacción ir adelante. En causa caliente no aprovecha; y este remedio es tan común, que todos sanan...

Una de las maravillas de esta yerba y que más admiración causa es el modo en como la usaban los sacerdotes de los indios, que hacían en esta forma. Cuando había entre los indios algún negocio de mucha importancia en que los caciques o principales del pueblo tenían necesidad de consultar con sus sacerdotes el tal negocio, iban al sacerdote y proponían el negocio; el sacerdote luego en presencia de ellos tomaba unas hojas de tabaco y las echaba en la lumbre y recibía el humo de ellas por la boca y por las narices, por un cañuto; y tomándolo, caía en el suelo como muerto, y estaba así conforme a la cantidad del humo que había tomado; y cuando había hecho la yerba su obra, recordaba y les daba las respuestas conforme a las fantasmas e ilusiones que mientras estaba de aquella manera veía; y él las interpretaba como le parecía o como el demonio le aconsejaba, dándoles de continuo las respuestas ambiguas, de tal manera que como quiera que acaeciese podían decir que aquello era lo que dijeron y la respuesta que dieron.

Asimismo los demás indios por su pasatiempo tomaban el humo del tabaco para emborracharse con él y para ver aquellos fantasmas y cosas que se les representaban, lo cual recibían contentos; y otras veces lo tomaban para saber sus negocios y sucesos, porque conforme a lo que estando borrachos con él se les representaba, así juzgaban sus negocios. Y como el demonio es engañador y tiene conocimiento de las yerbas, les enseñó la virtud de ésta para que mediante ella viesen aquellas imaginaciones y fantasmas que se les representan; y mediante ella los engaña.

Haber yerbas que tienen semejantes virtudes es cosa común en los libros de los médicos. Dioscórides dice que una dracma de la raíz del solatro furioso tomada en vino, provoca sueño grandemente y hace que sueñe el que la toma cosas varias y que se le representen fantasmas e imaginaciones, unas terribles y espantosas, y otras que les dan delectación y contento. Del anís dicen que comido a la hora de dormir hace sueños graciosos y muy suaves, el rábano, que los hace graves y muy pesados, y así de otras muchas yerbas, que sería largo de contar lo que de este negocio escriben los antiguos.

Diego García de Huerta, en los libros que escribió de los aromatos de la India Oriental dice que en aquellas partes hay una yerba que llaman bague204, la cual, mezclada con cosas olorosas, hacen de ella una confección de buen olor y gusto; y que cuando los indios de aquellas partes se quieren privar de juicio y ver cosas y visiones que les den contentamiento, que toman cierta cantidad de esta confección y, tomándola, quedan privados de todo sentido y mientras dura la virtud del medicamento reciben mucho contento y ven cosas que reciben placer y se alegran con ellas. Y que un gran soldán, señor de muchos reinos, dijo a Martín Alfonso de Sosa, virrey que fue en la India, que cuando quería ver reinos, ciudades y otras cosas que recibía contento, que tomaba el bague hecho en cierta confección; y que al hacerlo recibía placer y contento. El uso de esta confección es muy común y muy usada entre los indios de aquellas partes y la venden públicamente para este efecto.

Usan los indios de nuestras Indias Occidentales el tabaco para quitar el cansancio y para tomar alivio del trabajo que, como en sus arreitos o bailes trabajan y se cansan tanto, quedan sin poderse menear, y para poder otro día trabajar y tornar a hacer aquel desatinado ejercicio, toman por las narices y boca el humo del tabaco y quedan como muertos, y estando así descansan de tal manera que, cuando recuerdan, quedan tan descansados que pueden volver a trabajar otro tanto, y así lo hacen siempre que es menester; porque con aquel sueño recuperan las fuerzas y se alientan mucho.

Los negros que han ido de estas partes a la Indias han tomado el mismo modo y uso del tabaco que los indios; porque cuando se ven cansados lo toman por las narices y boca, y les acontece lo que a los indios, estando tres y cuatro horas amortecidos; y quedan livianos y descansados para más trabajar; y hacen esto con tanto contentamiento que aunque no estén cansados se pierden por hacerlo; y ha venido el negocio a tanto, que sus amos los castigan por ello y les queman el tabaco, porque no lo usen; y ellos se van a los arcabucos y partes escondidas para hacerlo; que como no se pueden emborrachar de vino, porque no lo tienen, huelgan de emborracharse con el humo del tabaco; yo los he visto aquí hacerlo y acontecerles lo dicho. Y dicen que cuando salen de aquel embelesamiento o sueño se hallan muy descansados y que huelgan de haber estado de aquella manera, pues de ello no reciben daño.

Usar estos bárbaros de semejantes cosas para quitar el cansancio no sólo se usa en nuestras Indias Occidentales, pero se usa y es cosa muy común en las Indias Orientales. Y así en la India de Portugal para este efecto se vende el opio en las tiendas, como acá una conserva, del que usan los indios para descansar del trabajo que toman y para alegrarse y no sentir pena de cualquier cosa trabajosa de cuerpo o espíritu que les pueda venir; y lo lláman allá entre ellos aphion, y duermen con ello y quedan descansados del trabajo; los más principales toman el bague, que tiene mejor gusto y mejor olor, porque lleva mucha ámbar y almizcle y clavos y otras especias; que cierto es cosa de admiración ver que tomen estas gentes bárbaras estás medicinas y que las tomen en tan gran cantidad, y que no los mata, antes lo toman por salud y remedio de su necesidad.

Yo vi un indio de aquellas partes que en mi presencia pidió a un boticario una cuarta de opio, y le pregunté que para qué lo quería y me dijo que lo tomaba para descansar, cuando se sentía demasiadamente afligido del trabajo; y que tomaba la mitad de aquello que llevaba, porque el boticario le dio más que una ochava por dos reales; y con ello dormía tanto, que cuando recordaba se hallaba muy descansado y en disposición de poder más trabajar; yo me admiré y me pareció cosa de burla, pues cinco o seis granos, que es lo que más podemos dar a un enfermo por robusto que sea, y estos muy preparados, causan algunas veces accidentes de muerte. Desde hace muchos años, estando en la tienda de otro boticario de esta ciudad, vino otro indio de las mismas Indias Orientales y pidió al boticario que le diese anphion, el cual no le entendió; yo, acordándome del otro indio hice que le mostrase al indio opio, y mostrándoselo dijo que aquello pedía y le mercó una ochava de ello; yo le pregunté al indio que para qué lo quería y el me dijo lo mismo que el otro indio, que era para poder trabajar y descansar del trabajo, que él echaba cargos y que había de ayudar a descargar una nao, y que tomaría la mitad de aquello para poder trabajar y la otra mitad después de haber pasado el trabajo, para descansar; entonces di crédito al primer indio de lo que me dijo, y después lo he creído, que he visto y leído ser ello en aquellas partes cosa muy común para semejantes efectos, que cierto es cosa digna de gran consideración que cinco granos de opio nos maten y sesenta les den a ellos salud y descanso.

Usan los indios el tabaco para sufrir la sed y asimismo para sufrir el hambre y poder pasar días sin tener necesidad de comer ni de beber. Cuando han de caminar por algún desierto o despoblado, donde no han de hallar agua ni comida, usan de unas pelotillas que hacen de este tabaco. Toman las hojas de él y las mascan, y como las van mascando van mezclando con ellas cierto polvo hecho de conchas de almejas quemadas, y van mezclándolo en la boca todo junto hasta que hacen como una masa, de la cual hacen unas pelotillas poco mayores que garbanzos, y las ponen a secar a la sombra, y después las guardan y las usan en esta forma.

Cuando han de caminar por partes donde no piensan hallar agua ni comida, toman una pelotilla de aquellas y la ponen entre el labio bajo y el dientes y van chupándola todo el tiempo que van caminando, y lo que chupan tragan, y de esta manera pasan y caminan tres y cuatro días sin tener necesidad de comer ni beber; porque ni sienten hambre ni sed, ni flaqueza que les estorbe el caminar. Yo creo que poder pasar de esta manera es la causa que, como van chupando de continuo la pelotilla, atraen flemas a la boca y las van tragando y echándolas al estómago; las cuales entretienen al calor natural que las va gastando y manteniéndose de ellas. La cual vemos que acontece en muchos animales, que por mucho tiempo de invierno están metidos en las concavidades y cavernas de la tierra, y pasan allí sin ningún mantenimiento, por esto y porque tienen que gastar el calor natural de la gordura que adquirieron en el estío; y el oso, animal grande y feroz, está mucho del invierno en su cueva y pasa en ella sin comer ni beber, con sólo chuparse las manos; lo cual por aventura hace por la causa dicha.

Esto es en suma lo que yo he podido colegir de esta yerba tan celebrada llamada tabaco, que cierto es yerba de grande estimación por las grandes virtudes que tiene, como hemos dicho".

(El texto ha sido ligeramente modificado para facilitar su lectura en español. Puede leer el texto original aquí.)
Fuentes: García Cuervo / histsevilla / Universitat de Valencia