No sólo el peso mexicano alcanza altos niveles devaluatorios en los 3.2 años del gobierno que explica el fenómeno como resultado de la "volatilidad" de los mercados financieros (la economía casino), cuando el fenómeno ya es un rasgo sexenal, sino que ahora sin mediar explicación proceden a devaluar la naturaleza original de la Orden del Águila Azteca - máximo galardón que el gobierno de México otorga a extranjeros - , al entregarla al rey de Arabia Saudita, Salman bin Abdulaziz Al Saud, durante la gira que Enrique Peña Nieto realizó por países árabes. Y recibió a cambio la Medalla del Rey Abdulaziz.
“El Rey Salman recibió la máxima condecoración mexicana, gracias a sus importantes contribuciones y su dedicación a la promoción, el entendimiento, la amistad, la paz y los servicios a la humanidad
© SPA“El Rey Salman recibió la máxima condecoración mexicana, gracias a sus importantes contribuciones y su dedicación a la promoción, el entendimiento, la amistad, la paz y los servicios a la humanidad" reportó la agencia de noticias de Arabia Saudita.
De acuerdo con la agencia Xinhua, que cita a la oficial Spa, el intercambio de condecoraciones se realizó el domingo en Riad, la capital saudita, después de una ronda de conversaciones entre los dos jefes de Estado en el Palacio Al-Yamamah.

La Orden del Águila Azteca se entrega para reconocer a extranjeros que han prestado "servicios prominentes a la nación mexicana o a la humanidad" y, "en casos excepcionales, para corresponder por cortesía a las distinciones de que sean objeto funcionarios mexicanos".
Es evidente que el monarca saudita no puede ser ubicado en el primer caso y que convertir la condecoración en un intercambio de corcholatas al hacerlo "por cortesía", es un desatino presidencial y sobre todo de la sobrina de Carlos Salinas, la que mal dirige la Secretaría de Relaciones Exteriores.

No se trata de un problema ideológico, de que está excelente que Peña Nieto procediera a entregar el Águila Azteca a Dilma Rousseff y José Mujica, e incluso al español Felipe VI.

Por supuesto que no, el asunto estriba en el momento político seleccionado, cuando el monarca saudita está en el centro del escándalo global porque el 2 de enero ordenó ejecutar a cuatro opositores acusados de terrorismo: Nimr Baqr al-Nimr, líder religioso chiíta que encabezó las movilizaciones opositoras en 2011, y tres estudiantes universitarios que también participaron. Los disidentes fueron decapitados y sus cuerpos crucificados. Y este fin de semana el sanguinario monarca ejecutó a 43 "terroristas" acusados de haber perpetrado ataques contra instalaciones gubernamentales en 2003.
Manifestantes llevan el ataúd simbólico de Nimr Baqir al- Nimr durante una protesta contra la ejecución de éste prominente clérigo chiíta por las autoridades saudíes, en la plaza Tahrir de Bagdad, Irak. 6 de enero del 2016.
© Anadolu AgencyManifestantes llevan el ataúd simbólico de Nimr Baqir al- Nimr durante una protesta contra la ejecución de éste prominente clérigo chiíta por las autoridades saudíes, en la plaza Tahrir de Bagdad, Irak. 6 de enero del 2016.
Por si lo anterior no fuera suficiente, la visita de Peña Nieto a Arabia Saudita - la segunda de un presidente mexicano desde que Luis Echeverría despachó en Palacio Nacional - , y el intercambio de corcholatas con el monarca, se produjo en momentos en que - según el periodista Thierry Meysann - , la familia real vive un ajuste de cuentas que la confrontan en grado extremo, el rey y el príncipe Mohammed ben Salman, cuyo carácter impulsivo y brutal no ha podido ser compensado por el Consejo de Familia, que ya no se reúne; en un país donde nunca se ha electo un Parlamento y los partidos políticos están prohibidos. Y el apartheid religioso impide a los no musulmanes, que son un tercio de la población saudita, ejercer su religión y ni siquiera tienen acceso a la nacionalidad saudita.

El respeto a los derechos humanos que Washington, Bruselas y la OTAN reclaman para los regímenes que no se subordinan a sus intereses geopolíticos, no importan aquí.

El director de la Red Voltaire vaticina que Riad enfrentará "una mezcla de revueltas tribales y de revoluciones sociales" que resultará mucho más mortífera que los conflictos que han sacudido el Medio Oriente. Y lejos de oponerse a este trágico fin, el estadounidense Estado Mayor Conjunto trabaja en un mapa de rediseño del "Medio Oriente ampliado" que prevé el desmembramiento del reino en cinco Estados.