"El arte de la medicina consiste en entretener al paciente mientras la naturaleza cura la enfermedad".- Voltaire

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Es fascinante analizar la salud a través del prisma de la evolución humana. Nuestro pasado esconde muchas formas de mejorar la salud, recuperando los estímulos naturales que nos moldearon a lo largo de nuestra historia. Desde recuperar nuestro ritmo circadiano, exponernos al frío, ensuciarnos más, ayunar de vez en cuando, pasar menos tiempo sentado etc. En definitiva, salir un poco del zoo humano que hemos creado.

Por desgracia, la medicina moderna, muy orientada a recetar fármacos y practicar cirugías, presta poca atención a nuestra naturaleza. Y es una lástima, porque como decía Martin Fischer, "el médico debe aliarse con la naturaleza, ya que ésta hace más de la mitad del trabajo sin pedir nada a cambio".

Cuando hablamos de "natural" nos referimos muchas veces a los alimentos, evitando la comida industrial, o a replicar patrones de movimiento naturales. Ambos son muy importantes, pero hoy hablaremos de reconectarnos con la naturaleza en un sentido más literal.

Empecemos entendiendo el problema.

Trastorno por déficit de naturaleza

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Cada vez son más comunes en las grandes ciudades una serie de síntomas como ansiedad, ligera depresión, desgana, desórdenes de atención... que colectivamente han empezado a etiquetarse como trastorno por déficit de naturaleza. Este término fue acuñado inicialmente por Richard Louv, autor de "El último niño en los bosques", quien defiende que estos problemas se deben principalmente a que en pocas décadas ha cambiado radicalmente la forma en la que los niños entienden y experimentan la naturaleza. Y por tanto la solución no está en una pastilla, sino en restaurar el contacto ancestral con la naturaleza. Regresar de lo virtual a lo real, de zoopolis a los bosques.

Sabemos por ejemplo que en los hospitales, los pacientes con habitaciones que dan a la naturaleza no sólo se recuperan antes, sino que reportan menos dolor y menos síntomas de depresión que aquellos cuyas habitaciones tienen vistas artificiales (estudio). Los entornos naturales también reducen los síntomas de los niños diagnosticados con déficit de atención (estudio), y estos problemas son más frecuentes en aquellos que viven más lejos de espacios verdes (estudio).

Y si sólo el hecho de ver la naturaleza por una ventana, o vivir cerca de ella, tiene poder curativo ¿es posible que "tocarla" sea aún más poderoso?. Todo apunta a que sí.

El contacto de nuestros pies con la tierra

Durante millones de años caminamos descalzos sobre la tierra y dormimos en el suelo. Nuestra piel estaba directamente en contacto con la naturaleza. Comparemos esto con la actualidad, donde las zapatillas de correr (con 3 cm de goma bajo el talón) dominan el mundo y donde dormimos en "cajas" de hormigón a gran altura. Hemos añadido muchas capas de aislamiento entre nosotros y la naturaleza, y parece que estamos pagando el precio.

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En los últimos años se ha avanzado mucho en analizar científicamente teorías como la propuesta por el libro "Earthing: el descubrimiento sobre salud más importante" que sostiene que muchos de los males modernos pueden mitigarse conectándonos literalmente a la tierra.

Veamos la teoría. El envejecimiento se asocia en parte a la acumulación de radicales libres, que se liberan en todos nuestros procesos fisiológicos. Un radical libre es una molécula que ha perdido un electrón, lo que le otorgo una carga positiva y la vuelve inestable. Esta molécula inestable no se detendrá hasta recuperar el electrón negativo que le falta, el cual terminará robando de células de nuestro cuerpo, generando daño celular y con el tiempo deterioro físico. Los famosos antioxidantes ejercen su magia curativa donando electrones a estos radicales libres, neutralizándolos y evitando que sigan dañando nuestras células. ¿Y qué tiene que ver todo esto con "conectarse" a la tierra? Pues que da la casualidad de que la tierra tiene una carga negativa sobre su superficie. Es una fuente inagotable de electrones, que absorbemos a través del contacto directo con ella, ayudándonos a neutralizar los radicales libres (estudio, estudio).

Reconozco que mi detector de mentiras se dispara muchas veces con este tipo de afirmaciones, especialmente cuando se utilizan subtítulos como "el descubrimiento más importante". Hay mucha charlatanería cuando nos adentramos en el mundo de las curas naturales milagrosas. De hecho la propia hipótesis de los radicales libres está siendo cuestionada en varios círculos científicos (artículo). Seguramente tiene valor, y es buena idea consumir alimentos naturales ricos en antioxidantes, pero al igual que ocurre con el colesterol, la idea simplista de que los antioxidantes son siempre buenos y los radicales libres siempre malos es equivocada, y así lo demuestra una revisión de 68 estudios sobre la suplementación con antioxidantes (metaanálisis). Sabemos por ejemplo que nuestro cuerpo utiliza los radicales libres como arma contra posibles infecciones (artículo).

Pero volviendo al tema de hoy, lo que parece cada vez más evidente es que, sea cual sea el mecanismo o mecanismos por los que funciona, reconectarse con la naturaleza mejora nuestra salud:
  • Reduce la viscosidad de la sangre, un factor relevante en la enfermedad coronaria (estudio).
  • Ayuda a regular el ritmo circadiano, mejorando el sueño y reduciendo los niveles de estrés (estudio).
  • Favorece la recuperación muscular tras el ejercicio, mejorando la actividad del sistema inmunológico (estudio).
  • Pasar tiempo en un bosque reduce los niveles de cortisol respecto a la ciudad (estudio).
  • Afecta varios procesos fisiológicos, como el control de glucosa en pacientes diabéticos (estudio).
  • Genera un efecto positivo en la actividad eléctrica del cerebro (estudio).
Algunos de estos estudios son cuestionables por el tamaño de la muestra o la metodología empleada, pero otros son rigurosos (ensayos clínicos controlados doble ciegos), descartando cualquier posible efecto placebo. Re-conectarse con la tierra funciona.

Revisemos algunas ideas para incorporar esta medicina ancestral en nuestras vidas.

Recomendaciones para reconectarte

La primera opción es la que usamos cada día durante millones de años.

  • Camina descalzo
En este caso no sirve calzado minimalista o sandalias. No debe existir goma, madera o cualquier material aislante entre tus pies y el suelo. Tu piel debe estar en contacto con la piel de la tierra. Caminar descalzo en un bosque es la opción ideal. La arena de la playa también sirve y corres menos riesgo de recibir miradas extrañas. La próxima vez que vayas a un parque quítate los zapatos (y calcetines) y apoya los pies sobre el césped durante media hora.

  • Báñate en la naturaleza
El agua del mar es otra excelente fuente de electrones, y también puede servir un río, lago o aguas termales. Al estar completamente sumergido tienes mucha más exposición de tu piel a la naturaleza. Lo siento, las piscinas no cuentan.

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  • Compra un mat electrificado
Si ninguna de las opciones anteriores es viable en tu caso, puedes echar mano de la tecnología. Mucha gente ha reportado mejoría utilizando mats sobre los que acostarse, que a través de un enchufe con conexión a tierra simulan la carga eléctrica en la superficie del planeta. De hecho muchos de los estudios que vimos antes utilizaban esta técnica, lo que facilita además incorporar el factor 'ciego', sin más que desenchufar los mats de algunos participantes sin que ellos lo sepan.

Seguramente no es lo mismo que el contacto real con la naturaleza, pero quizá es mejor que nada.

Conclusión

Evolucionamos durante millones de años en un entorno que ya no existe. Antes teníamos abundancia de sonidos naturales, de aire puro, de exposición al sol, a la naturaleza... ahora escuchamos los ruidos de los coches y de las fábricas, respiramos aire contaminado, nos pasamos el día (y parte de la noche) bajo luces artificiales y la naturaleza la vemos en el salvapantallas del ordenador.

Hemos creado múltiples capas de separación con la naturaleza y nuestra salud está pagando el precio. Aprovechemos las comodidades modernas pero eliminemos algunos de los filtros a través de los cuales experimentamos el mundo real.

Técnicas como el "earthing", "grounding", o conectarse físicamente a la naturaleza no van a curar todos los males ni son el gran avance médico del siglo, pero representan una forma sencilla, barata y segura de recuperar parte de nuestra esencia. En palabras de Richard Louv "el futuro pertenece a aquellos con un mayor entendimiento del poder transformativo de la naturaleza. A aquellos que sean capaces de equilibrar lo virtual con lo real. A medida que nos volvemos más tecnificados, más naturaleza necesitamos".