lobo en piel de oveja
© DesconocidoDebemos aprender a identificar a los lobos disfrazados de ovejas.
Un día cualquiera, generalmente por azar, descubres lo que significan narcisismo y psicopatía funcional. Todo comienza a cobrar sentido, sientes que has encontrado tu piedra de Rosetta y logras descifrar el comportamiento de tu pareja, hermano, jefe o madre que hacían de tu vida una montaña rusa del terror. Sanas tus heridas y aprendes nuevos comportamientos para no volver a caer en sus vidas de drama prefabricado y en paralelo a ese proceso de liberación interior se produce un aumento en tu sensibilidad para detectar otros casos con estas patología.

¿Pero entonces tu primo no era solo un mujeriego, ambicioso e indiferente con sus padres sino también un narcisista maligno? ¿Aquel profesor de la universidad que maltrataba a los alumnos brillantes y acosaba (o ayudaba) a las alumnas mas bonitas no sería un sociópata? ¿Y Picasso que fue acusado por todas sus mujeres y por su hermano (quien se suicidó) también padecería de un trastorno antisocial? ¿Y Carmen, el personaje de Mérimée, no sería una psicópata integrada que hizo de Don José un títere en el libro y en la ópera que todos conocemos?

Sí, esta relación en tu vida te trajo un don que nunca hubieras deseado: te has vuelto una especie de detecta-vampiros, un Van Helsing moderno. Es algo desagradable pero a la vez valiosísimo. Y no hay vuelta atrás. Deberás aprender a convivir con esa sensibilidad especial. Y desde ya no estás exagerando las cosas, las personalidades antisociales existieron desde siempre.

Según el Dr. Cooke, los desordenes de personalidad tipo B aparecen y han aparecido en todas las sociedades sin importar época, ideología política o desarrollo económico por lo cual pensar que solo la sociedad occidental moderna está enferma es erróneo. Menciona el caso del general ateniense del siglo V a.e.c Alcibíades como el psicópata prototípico que tenía un encanto irresistible pero que era capaz de violencia y traiciones indescriptibles. Sin embargo advierte que se observaron variaciones culturales muy marcadas como para pensar que solo la biología determina estas patologías. Para demostrar que también la enculturación y la socialización tienen un gran impacto en la aparición de la psicopatía y el narcisismo, cita varios estudios entre ellos el de Mealey de 1995 y el de Cleckley de 1976. En ellos hay mediciones con métodos psicométricos muy precisos que arrojaron hallazgos muy interesantes.

El rol de la educación en el seno de la familia y la escuela parece ser relevante para suavizar cualquier impulso natural hacia la agresión y la impulsividad de estos individuos. En sociedades donde se le enseña a los niños a manejar de forma saludable la agresividad (sin reprimirla en exceso ni tampoco dejarla libre) hay una incidencia menor de estos trastornos. Argumenta que un niño con predisposición genética hacia la psicopatía, si tiene la suerte de tener una familia que lo ayude y un entorno que lo encauce, puede convertirse en un miembro razonablemente adaptado a la sociedad mientras que un niño sin predisposición biológica, en general, logra ser una persona sana mentalmente aunque sus padres sean incompetentes.

También asegura que en las culturas más colectivistas, aquellas en las que se enfatiza la contribución del individuo a la sociedad, la prevalencia de estos desórdenes es menor. Cita el estudio de Compton et Al (1991) en el que se observa que en Estados Unidos hay muchos más casos de psicópatas integrados, o incluso antisociales, que en Taiwan. Aparentemente, en las sociedades que favorecen el individualismo y el éxito personal por encima del bien social podrían estar favoreciendo ciertas características genéticas presentes en los desordenes de personalidad tipo B.

Por último, se aborda el tema del cuidado de las crías como otro factor decisivo. En biología se habla de dos estrategias de las especies con respecto a la descendencia: una es tener muchas crías, no cuidarlas demasiado y que sobrevivan las más adaptadas para permitir que los adultos puedan mejorar las condiciones del medio o, en cambio, tener poca descendencia, extremar su cuidado para que sobrevivan logrando una mejoría general aunque sea más arriesgada que la primera opción en términos de supervivencia. Llevando estas dos estrategias a la especie humana, se observó que en las sociedades en las que se prioriza el esfuerzo constante (colectivo y/o individual) en la crianza de los niños por sobre la búsqueda del éxito material la prevalencia de la psicopatía y el narcisismo es muy baja. Tal es el caso de los ¡Kung, un pueblo bosquimano de África, que no presenta casos de individuos con características psicopáticas.

De todas formas, si bien estos factores ayudan a explicar la enorme variabilidad en la aparición de estos desordenes malignos, no tienen fuerza de ley. La Dra. Stout menciona a otro grupo étnico, el de los Inuit que habitan las zonas árticas de América y Groenlandia, que a pesar de llevar una vida colectiva, los propios miembros de esta sociedad han detectado individuos con comportamientos psicopáticos a los que han dado el nombre de kungaleta. Los nativos describen a los kungaleta como aquellos que repetidamente engañan, mienten, roban, no quieren ir a cazar ni a hacer tareas comunitarias y cuando los hombres de la aldea van en busca de alimento seducen sexualmente a mujeres, tanto casadas como solteras. Los Inuit consideran que los kungaleta no tienen remedio y lo que suelen hacer con estos individuos es llevarlos a cazar con algún pretexto que despierte el egoísmo del psicópata/narcisista y, en la ausencia de testigos, los arrojan desde un acantilado al mar helado.

En resumen, estos desórdenes siempre existieron y existirán, solo que tú ahora eres consciente de ello. Esto es bueno aunque parezca una maldición. Aprender sobre estas patologías destructivas ayuda, por un lado, a alejarse de estas personas para que no nos dañen y, por otro, a tratar de crear modelos sociales que no favorezcan su aparición y que alienten las investigaciones necesarias para descubrir un posible (aunque por el momento, lejano) tratamiento.