Traducido por La cosa aquella.

Todos los años, el presidente ruso Vladimir Putin habla en el Foro Económico de Valdai. Y cada año su charla es importante. Putin no es de los que se andan con rodeos en temas importantes.

Putin, Valdai, 2018
© Desconocido
En un contexto en que las tensiones entre Rusia y Occidente están llegando a niveles de Guerra Fría, Valdai representó la primera vez que escuchamos a Putin hablar en una larga conversación desde Helsinki y los sucesos posteriores: IL-20, Khashoggi, etc.

Así que, esta charla merece el tiempo de todos. Y cuando digo todos, me refiero a todas las personas que podrían verse afectadas por el colapso del sistema político de los Estados Unidos y cómo eso se extiende a las costas de Rusia.

En otras palabras, casi todos en el planeta.

Porque lo que Putin hizo en Valdai fue establecer las nuevas reglas de conducta en asuntos geopolíticos. Él envió una advertencia a los oligarcas estadounidenses y europeos, a los que llamo "La multitud de Davos".

Hay un límite para sus provocaciones e intentos de socavar a Rusia. Así que no crucen esa línea.

La paz a través de la fuerza

La gran cita de su discurso es en la que todos se están enfocando, y con razón, es acerca de la política de Rusia sobre el uso de armas nucleares.

No es que la postura de Putin fuera diferente a la del pasado. Rusia responderá a un agresor en cualquier circunstancia en la que el futuro de Rusia esté en juego. Como garantía ha dicho que al hacerlo: 1) sería justo y honrado "morir como mártires" y 2) [sería] tan rápido y brutal que los agresores "morirían como perros" desprovistos de la oportunidad de pedir la salvación.

Esas son palabras fuertes. Son las palabras de un hombre mesurado ["meek" en inglés -NdT]. Y la palabra meek, como nos recuerda Jordan Peterson, describe a alguien que tiene armas, sabe cómo usarlas y las mantiene enfundadas hasta que no tiene otra opción.


La reacción de la audiencia (ver video arriba) fue una risa nerviosa, pero no creo que Putin estuviera haciéndole una broma a nadie.

El habló en serio Esta es la definición misma de ser mesurado [meek].

Realmente no es diferente de la actitud del Secretario de Estado James Mattis quien dijo: "Vengo en son de paz. No he traído artillería. Pero les imploro, con lágrimas en mis ojos: si me joden, los mataré a todos".

No se debe poner a prueba exageradas a hombres como estos. Y la respuesta de Putin al derribo del avión IL-20 y su tripulación fue cruzar un montón de líneas diplomáticas entregando los S-300 a Siria y erigiendo una zona de exclusión aérea de facto sobre el oeste de Siria y el Mediterráneo oriental.

Observe cómo no ha habido ataques o siquiera un lenguaje áspero proveniente de Israel o los Estados Unidos en las últimas semanas. Ya ha fracasado completamente la operación británica/francesa/israelí para succionar a Trump en una invasión de Siria.

Y estoy convencido de que Nikki Haley pagó el precio.

Todo esto destaca el tema principal que surgió de los comentarios de Putin.

Fuerza a través de la resolución. La resolución viene como consecuencia de la defensa de la cultura.

Putin no se jactó ni se mostró orgulloso de la capacidad de las armas hipersónicas de Rusia. Les dijo a todos que estaban desplegadas. Hizo esto para callar a los charlatanes neoconservadores de Estados Unidos, quienes según él afirma acertadamente, susurran al oído del presidente Trump que pueden ganar un conflicto nuclear con Rusia.

Ellos están locos. Y hay que tratarlos de esa manera.

Cultura primero

Putin se ve, con toda razón, como el custodio del pueblo ruso y, como tal, ve al estado ruso como reflejo de la cultura rusa. Si se tiene un Estado y alguien que sea el jefe del mismo, esta es la actitud que uno querría de parte de esa persona.

En su diálogo con un sacerdote ortodoxo, Putin estuvo totalmente de acuerdo con la idea de que "el estado no puede dictar la cultura", sino más bien, en el mejor de los casos, ser su facilitador a través de sus aplicaciones de la ley.

Durante un intercambio con un granjero lechero ruso muy entusiasta, que estaba muy orgulloso de su queso, Putin le recordó al hombre que aunque amaba las sanciones (de la competencia europea) que protegen su negocio hoy, no debería acostumbrarse a ellas. Se eliminarán en algún momento y el agricultor tendrá que valerse por sí mismo para sobrevivir en el mercado internacional.

Putin entiende que los subsidios engendran perezosos. Ese fue un mensaje que transmitió alto y claro.

Es por eso que cuando las sanciones entraron en vigor por primera vez en 2014 por la reunificación de Crimea y durante la crisis del Rublo, Putin cambió los subsidios estatales del sector petrolero, que había prosperado y se había suavizado durante los años de $100+/bbl de petróleo y canalizó ese dinero hacia la agricultura.

Él encaró directamente los frutos de ese exitoso cambio de política en Valdai. La producción de alimentos de Rusia en todos los sectores está floreciendo gracias a un rublo barato, que los Estados Unidos siguen golpeando a través de las sanciones, y mientras el estado ruso se aleja de las inversiones.

Los límites del imperio

En última instancia, Putin se mostró resignado, o incluso confundido, ante la locura que emana de la política de los Estados Unidos. Pero es obvio para él que Rusia no puede quedar atrapada en los fastidios del tipo "ojo por ojo" con los que se intenta desbaratar el futuro de Rusia.

Mencionó que el Imperio pierde su rumbo porque se creía invulnerable o, como decía mi padre sobre ciertos atletas, "lee demasiado sus propios recortes de prensa".

Hay un solipsismo que infecta a las sociedades dominantes que crea el tipo de reacciones exageradas que estamos presenciando hoy. El poder se le escapa a Estados Unidos y Trump está contribuyendo al proceso a la vez que trata de preservar el núcleo de lo que queda.

Y ninguna interacción durante la charla de Putin fue más indicativa de su visión del imperio estadounidense que su interacción con un delegado japonés que le preguntó acerca de firmar un tratado de paz con Japón.

La respuesta de Putin fue clara. El orgullo de Japón y sus enredos políticos impiden que esto suceda. Firmar el tratado de paz no es necesario para resolver la propiedad de las Islas Kuriles. Rusia y Japón se ven disminuidos al tener este obstáculo en el camino.

La cuestión puede resolverse por sí sola después de la firma del tratado de paz. El estado actual de las cosas es tonto y anacrónico y evita que la división entre rusos y japoneses se resuelva. Hay que generar confianza a través del acuerdo y luego seguir adelante.

Eso es lo que está pasando entre Rusia y Egipto y es por eso que Putin está ganando la guerra diplomática.

Y es por eso que Trump está perdiendo la guerra diplomática. Putin entiende las circunstancias de Trump. Él mismo estuvo allí hace diecisiete años, excepto que en un orden de magnitud peor. Los problemas a los que se enfrenta Trump son los mismos problemas a los que se enfrentaba Putin: la corrupción, la venalidad, la traición..., y todos ellos contribuyen a un colapso de las instituciones sociales y culturales.

Putin sabe que Estados Unidos se encuentra en una encrucijada, y ha hecho las paces con lo que venga después. La pregunta es si nosotros lo hemos hecho también.