Traducido por el equipo de SOTT.net

Cientos de genomas arrojan luz sobre los hábitos matrimoniales y las normas sociales del pueblo Avar de Europa central.
Ancient Graves
© Institute of Archaeological Sciences, Eötvös Loránd University Múzeum, Budapest, HungaryLos científicos tomaron muestras de datos genómicos de 279 tumbas de un cementerio de Rákóczifalva (Hungría), donde fueron enterrados pueblos de la cultura medieval de los ávaros.
La mayoría de la gente conoce a los hunos, aunque sólo sea por su infame guerrero-gobernante Atila. Pero los ávaros, otro pueblo nómada que ocupó más o menos la misma región de Europa central y oriental, han permanecido en la oscuridad a pesar de haber creado un extenso imperio que duró desde finales del siglo VI hasta principios del siglo IX. Incluso los arqueólogos han tenido dificultades para reconstruir su historia y su cultura, basándose en crónicas contemporáneas incompletas y potencialmente sesgadas que, en muchos casos, fueron realizadas por los adversarios de los ávaros.

Un análisis en profundidad de 424 genomas recogidos en cientos de tumbas ávaras está llenando lagunas cruciales en esta historia, revelando una gran cantidad de información sobre la estructura social y la cultura de los ávaros1. "Este pueblo no tuvo voz en la historia y nosotros lo estamos investigando a través de sus cuerpos", afirma Zuzana Hofmanová, arqueogenetista del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania) y una de las autoras principales del estudio.

El trabajo ha sido publicado hoy en Nature.

Nueve generaciones

Los investigadores se centraron en cuatro cementerios en Hungría que en su día estuvieron en el corazón del khaganato, como se conocía al antiguo imperio de los ávaros. Es importante destacar que los cuatro cementerios se excavaron en su totalidad, lo que permitió a los investigadores acceder al ADN de todas las tumbas y utilizar los datos genéticos para trazar el parentesco de comunidades ávaras enteras.

Este esfuerzo recibió un importante impulso de un método computacional llamado ancIBD, que puede conectar incluso a familiares distantes basándose en sus secuencias cromosómicas compartidas2. Johannes Krause, arqueogenetista del Max Planck y coautor del estudio, afirma que los científicos han tenido dificultades para recomponer árboles genealógicos basados en el ADN que se extienden más allá de los parientes de tercer grado, como primos hermanos o bisabuelos. Pero gracias a herramientas como ancIBD, Krause y sus colegas pudieron trazar árboles genealógicos ávaros mucho más complicados, incluido un enorme pedigrí de nueve generaciones que comprendía 146 miembros de la familia.

Los datos sugieren que, tras emigrar a Europa, los ávaros conservaron muchas prácticas culturales de su lugar de origen en las estepas del noreste de Asia3. Por ejemplo, los ávaros eran muy estrictos a la hora de evitar la endogamia. No se observaron casos de matrimonios entre parientes, ni siquiera a nivel de primos segundos. Krasue afirma que esto resulta sorprendente, dado que las uniones entre primos hermanos no eran inusuales durante gran parte de la historia europea. "Es realmente sorprendente que a lo largo de nueve generaciones pudieran llevar la cuenta de quién está emparentado con quién y quién puede tener hijos con quién", afirma.

Sin embargo, los matrimonios mixtos con vecinos no ávaros también eran limitados: alrededor del 20% de las secuencias genómicas del ADN ávar muestreado podían rastrearse hasta ancestros centroeuropeos.
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© Institute of Archaeological Sciences, Eötvös Loránd University Múzeum, Budapest, HungaryFigurilla de oro excavada en un enterramiento ávaro de Rákóczifalva (Hungría).
Los investigadores registraron varios ejemplos de "uniones de levirato", en las que una viuda se casaba con un varón de la familia de su difunto cónyuge, como un hermano. Tivadar Vida, arqueólogo de la Universidad Eötvös Loránd de Budapest y coautor del estudio, señala que estos modelos matrimoniales eran atípicos en la mayor parte de Europa, pero estaban muy arraigados en las culturas esteparias asiáticas. "Fue arqueológicamente muy interesante ver el conservadurismo de la sociedad de los ávaros, que duraba nueve generaciones", afirma Vida.

Los ávaros también eran estrictamente patrilineales, con los hombres actuando como cabezas de familia y las hijas abandonando sus comunidades para unirse a los hogares de sus maridos. En el cementerio más grande de la muestra, en la aldea de Rákóczifalva (Hungría), Hofmanová señala que sólo había un caso en el que estuvieran enterradas tanto la madre como su hija adulta.

Juego de poder

Los datos de parentesco revelan lo que parece ser un cambio en el poder político local que habría sido difícil de detectar con un escaso muestreo de ADN. En las tumbas de Rákóczifalva, los investigadores descubrieron que un linaje masculino predominó a principios de la historia de los ávaros, pero fue desplazado por otro linaje a finales del siglo VII. Curiosamente, las pruebas arqueológicas recogidas en esas tumbas sugieren que la familia subsiguiente tenía dietas y rituales funerarios diferentes a los de la desplazada, lo que indica que la cultura ávara cambió con el tiempo a pesar de los niveles relativamente modestos de matrimonios mixtos con individuos no ávaros.

Carles Lalueza-Fox, paleogenómico del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona (España), afirma que este trabajo demuestra la riqueza de los conocimientos que pueden surgir cuando los investigadores tienen la oportunidad y los recursos para estudiar y analizar ampliamente el ADN en yacimientos de interés histórico. "Sólo esta escala de análisis permitiría obtener una imagen fiable de los procesos sociales y de parentesco", afirma, y añade que su grupo está adoptando un enfoque similar en su investigación arqueogenómica. "Creo que la genómica antigua avanza en esta dirección para obtener una visión más democrática y matizada del pasado."

doi: https://doi.org/10.1038/d41586-024-01165-7

Referencias
  1. Gnecchi-Ruscone, G. A. et al. Nature https://doi.org/10.1038/s41586-024-07312-4 (2024).
  2. Ringbauer, H. et al. Nature Genet. 56, 143-151 (2024).
  3. Gnecchi-Ruscone, G. A. et al. Cell 185, 1402-1413 (2022).