Nuestro mundo podría estar siendo visitado por seres que proceden de lugares que están más allá de lo que podamos imaginar. La realidad que nos circunda está plagada de eventos extraños y misteriosos. Aun así, es natural que no todos nos sintamos inclinados a preocuparnos por estas cuestiones, porque los hechos terrenales, los que nos abruman a diario, requieren una mente despierta y mucha atención.
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Sin embargo, de vez en cuando nos sorprendemos cuando agentes estatales como el Pentágono, de pronto, muestran interés por el tema. Si lo pensamos un poco, este inesperado interés, en cierto sentido, le da algo de validez a un fenómeno que ha sido negado durante décadas.

Aunque muchos seguramente no se han enterado, recientemente un artículo del New York Times describió en detalle el interés que el pentágono sostuvo (y aparentemente aún sostiene) sobre el tema ovni.

El artículo comienza explicando cómo de un presupuesto oficial de Defensa de 600 mil millones de dólares, 22 millones fueron a parar a una oscura operación llamada El programa de identificación de amenazas aerospaciales avanzada, el cual estaba diseñado para investigar los reportes oficiales de las fuerzas armadas norteamericanas sobre encuentros con objetos voladores no identificados. El Departamento de Defensa de EE.UU. nunca admitió la existencia de dicho programa.

Según reporta el NYT, el proyecto fue impulsado en su creación por Harry Reid, representante demócrata del estado de Nevada y dirigido por un oficial de inteligencia militar, Luis Elizondo, y ejecutado en el quinto piso del Anillo C del Pentágono, en lo profundo del laberinto del edificio.

El Departamento de Defensa, a pesar de que nunca antes había reconocido la existencia del programa, terminó por reconocer que el mismo cerró en el año 2012. Aun así, Elizondo afirma haber seguido trabajando en su oficina del Pentágono hasta el pasado mes de octubre, cuando finalmente decidió renunciar porque había un excesivo secretismo en el programa y mucha oposición interna.

A pesar de su alejamiento del proyecto, Elizondo alega que el programa sigue en vigencia y que, de hecho, las autoridades ya han asignado un sucesor, aunque se negó a revelar su nombre.


Aparte de estudiar los reportes y el material audiovisual, el programa trabajaba con una compañía de investigación aeroespacial propiedad de un amigo de Harry Reid llamado Robert Bigelow (Bigelow Aerospace), quien participó, entre otras cosas, en la modificación de un edificio en Las Vegas para el almacenamiento de aleaciones metálicas presuntamente recuperadas de fenómenos aéreos.

El programa también estudiaba los efectos psicológicos, así como los fisiológicos, en los testigos de los eventos. Uno de los vídeos recopilados muestra como un F-18 de la marina estadounidense es rodeado por un aura brillante mientras uno de los pilotos dice en voz alta "¡Hay toda una flota de ellos!". La fecha y ubicación del incidente no ha sido revelada.

En el año 2009, Harry Reid concluyó acerca del programa: "Hemos hecho un gran progreso en la identificación de material altamente sensitivo en el ámbito aeroespacial". Resulta intrigante imaginar qué clase de material "altamente sensitivo" sería el que fue identificado por el programa.

En su carta de renuncia, Luis Elizondo declaró lo siguiente: "La cantidad de testimonios de la Marina y de otros servicios del Ejército, muestran equipos mucho más avanzados que nuestra próxima generación de tecnología, interfiriendo con plataformas de armamento". Además, manifestó su descontento respecto a que el "tema ovni" es un problema sobre el cual EE.UU. no hace lo suficiente, en contraste con otras naciones como Francia, Rusia y el Reino Unido. Este último punto es algo sobre lo que Richard Dolan ya había advertido mucho tiempo antes, alegando que estas mismas conclusiones ya habían sido establecidas en la década de los 50.

A pesar del sepulcral silencio que ha reinado en los medios de comunicación y el discurso oficial de los líderes políticos estadounidenses, este parece ser un tema que aún interesa y preocupa a los altos mandos militares en Washington, por lo menos lo suficiente como para exigir la inversión de millones de dólares.

Aun así es improbable que, a corto plazo, llegue el momento en que decidan revelar al público información sobre sus hallazgos o sus conclusiones. Históricamente este tipo de programas de investigación se han llevado a cabo de forma tan alejada de la vista del público como fuera posible.

Es innegable que nuestra realidad está atravesada por eventos de alta extrañeza, y que aún no tenemos una explicación que resulte contundente sobre el fenómeno. Millones de personas en el mundo han tratado de desentrañar estos misterios; de hecho, muchos de ellos han ensuciado el "terreno" al encontrar un lucrativo negocio detrás del interés general que el tema despierta en buena parte de la población. Aun así, todo sugiere que sepultado bajo una montaña de basura desinformativa, hay trabajos valiosos que vale la pena explorar, ya que este fenómeno parece ser una parte fundamental de nuestra realidad con implicaciones mucho mas significativas de la que nos podemos imaginar.

En SOTT, tras años de prestar atención al fenómeno, nos inclinamos a pensar que existen aspectos de la realidad que se nos hacen escurridizos y nos superan, pero que aun así hay mucho que todavía podemos aprender a través de las manifestaciones observables de todos estos eventos.

Los invitamos a ver nuestro SRN en español sobre el tema: