Traducido por el equipo de SOTT.net en español
En una reciente aparición en FOX News, el senador Ted Cruz declaró categóricamente que Vladimir Putin era un matón de la KGB que afirmaba que el mayor desastre geopolítico del siglo XXI fue la disolución de la Unión Soviética (la cita y la cronología distorsionada son del propio Cruz). El artículo que sigue explica por qué Vladimir Putin pudo haber dicho algo así. Es la quinta parte de una serie de seis partes sobre la transición de Rusia del comunismo al capitalismo durante la década de 1990, extraídos del capítulo 3 de mi libro, Grand Deception: the Truth About Bill Browder, the Magnitsky Act, and Anti-Russia Sanctions ("El gran engaño: La verdad sobre Bill Browder, la Ley Magnitsky y las sanciones contra Rusia"). La primera edición del libro fue prohibida el verano pasado.

Éstos son los enlaces a los artículos anteriores: introducción, parte 1, parte 2, parte 3 y parte 4.
russia 1990s
© rarehistoricalphotos.comUna mujer busca algo en su bolso, que descansa sobre un monumento soviético de la hoz y el martillo, que cayó en una calle de Moscú en 1991.
"¿Quiere Estados Unidos que Rusia aumente su nivel de vida y consuma la mayoría de sus combustibles y materias primas en el país? ¿O ve una oportunidad para afianzar su victoria en la Guerra Fría mediante la destrucción del poder potencial de Rusia para convertirse en un rival, convirtiéndola en una exportadora de petróleo, gas y otras materias primas?". Dr. Michael Hudson hablando ante el parlamento ruso, 15 de marzo de 1999.

"Para llegar a fin de mes, los profesores tenían que convertirse en taxistas, las enfermeras en prostitutas y los museos de arte vendían pinturas de sus propias paredes. Casi todos los rusos estaban acobardados y humillados..." Bill Browder, Red Notice.
El programa de transición diseñado por el Estado Profundo estadounidense y sus patrocinadores de Wall Street resultó ser catastrófico para Rusia. La tormenta perfecta provocada por la repentina liberalización de los precios, la drástica reducción del gasto público y del crédito bancario, y la apertura de los mercados internos a la competencia extranjera sin restricciones, produjo una mezcla tóxica que devastó la economía rusa, destruyó su moneda y sumió a gran parte de la población en la pobreza y el hambre. Después de 1992, la clase media rusa vio cómo sus ahorros se evaporaban y sus salarios reales se reducían a la mitad, si tenían la suerte de recibirlos.1

Las reformas económicas destruyeron rápidamente la producción agrícola de la nación y los estantes de las tiendas quedaron casi vacíos. En 1992, el ruso promedio consumía un 40% menos que en 1991.2 En 1998, alrededor del 80% de las granjas rusas quebraron y la nación, que era una de las principales productoras de alimentos del mundo, pasó a depender repentinamente de la ayuda extranjera. Cerca de 70.000 fábricas cerraron y Rusia produjo un 88% menos de tractores, un 77% menos de lavadoras, un 77% menos de tejidos de algodón, un 78% menos de televisores, etcétera.3 En total, durante los años de transición, el Producto Interior Bruto de la nación cayó en un 50%, lo que fue incluso peor que durante la ocupación alemana de la Segunda Guerra Mundial.4

Un gran segmento de la población quedó en la indigencia. En 1989, dos millones de rusos vivían en la pobreza (con 4 dólares al día o menos). A mediados de la década de 1990, esa cifra se elevó a 74 millones, según cifras del Banco Mundial. En 1996, uno de cada cuatro rusos vivía en condiciones descritas como pobreza "desesperada".5 El alcoholismo se disparó y las tasas de suicidio se duplicaron, convirtiendo al suicidio en la principal causa de muerte por causas externas. Los crímenes violentos también se duplicaron a principios de la década de 1990 y durante los primeros seis años de reformas, cerca de 170 mil personas fueron asesinadas.

Se desencadenó una crisis sanitaria aguda, que dio lugar a epidemias de enfermedades curables como el sarampión y la difteria. Las tasas de cáncer, enfermedades cardíacas y tuberculosis también se elevaron a los niveles más altos en cualquier país industrializado del mundo.6 La esperanza de vida de los hombres se desplomó a 57 años. Al mismo tiempo, los abortos se dispararon y las tasas de natalidad colapsaron: en Moscú eran tan bajas como el 8,2 por cada 1.000.7 En general, la tasa de mortalidad rusa se incrementó en un 60%, hasta alcanzar un nivel que sólo han experimentado los países en guerra.8

Los demógrafos occidentales y rusos coincidieron en que desde 1992 al 2000, Rusia sufrió entre cinco y seis millones de "muertes excedentes", es decir, muertes que no podían explicarse por las tendencias demográficas anteriores.9 Esto corresponde a entre el 3,4% y el 4% de la población total de Rusia. Para poner esa cifra en perspectiva, considere que durante la Segunda Guerra Mundial, el Reino Unido perdió el 0,94% de su población, Francia perdió el 1,35%, China perdió el 1,89% y Estados Unidos perdió el 0,32%.10 De hecho, Aleksandr Rutskoy no estaba exagerando cuando calificó el programa de reformas de "genocidio económico".

La difícil situación de Rusia es difícil de comprender. Crecí en Croacia, antigua parte de Yugoslavia. También tuvimos un régimen comunista unipartidista y una economía socialista dirigida por el Estado, así que estoy íntimamente familiarizado con las muchas deficiencias de ese sistema. Aproximadamente en el mismo momento, Yugoslavia también sufrió una larga crisis económica y una transición traumática hacia una democracia multipartidista y una economía de mercado. La transición condujo a una serie de sangrientas guerras de secesión que duraron desde 1991 al 2000. Croacia estuvo en guerra durante cuatro años, de 1991 a 1995. A pesar de todo ello, la experiencia de Croacia puede haber sido suave en comparación con lo que ocurrió en Rusia. A lo largo de estos años infelices, la gente en Croacia siguió yendo a trabajar y recibiendo sus salarios, los servicios sociales se proporcionaron sin interrupción, los comercios y las farmacias estaban siempre bien abastecidos, y a pesar de una caída tangible del nivel de vida, la población sufrió un nivel de pobreza relativamente bajo y prácticamente nada de hambruna. Aparte de los que vivían en zonas de combate activo, la gente pudo adaptarse a las nuevas circunstancias y la vida continuó.

En cuanto a Rusia, estas desoladoras estadísticas económicas no reflejan el sufrimiento que sufrió su pueblo. Saber que el ruso promedio consumía un 40% menos en 1992 que en 1991, o que la economía funcionaba con sólo el 15% de la moneda que necesitaba, deja de lado la dimensión humana de esta experiencia. ¿Qué le sucede al pueblo cuando su nación es sometida a una campaña de sabotaje económico? Una bloguera ruso-canadiense, Nina Kouprianova, publicó una pequeña colección de recuerdos personales de rusos que vivieron las reformas de la terapia de choque:
  • Natalia: Recuerdo un día en particular de los años 90. Por la mañana, muy temprano, fuimos a dar un paseo al parque con nuestros perros. Nunca intentábamos despertar a nuestros hijos los fines de semana; cuanto más duermen, menos comen. En todo caso, encontramos varios hongos en el parque y volvimos felices a casa, ¡pues teníamos cebada perlada en casa y podíamos hacer sopa!
  • Foma: En mi pueblo mataron [y se comieron] a todas las palomas. La gente se zambullía en los contenedores de basura buscando comida.
  • Svetlana: Yo di a luz a mi hijo en diciembre de 1993. Ese invierno en particular fue muy frío, y nuestro edificio de apartamentos apenas tenía calefacción. Cuando volvimos a casa del hospital, hacía 10 grados centígrados en el interior (50 grados Fahrenheit), así que vivíamos en una habitación pequeña sin apagar nuestro calentador portátil durante días. También recuerdo que incluso era difícil comprar jabón: las tiendas estaban vacías. Mi papá, que siempre fue muy organizado, llegó a casa un día sintiéndose muy satisfecho consigo mismo, cargando una jarra de tres litros con una sustancia marrón apestosa. Esto último resultó ser jabón líquido. Usamos esa horrible sustancia para bañarnos durante mucho tiempo.
  • Evgenia: Da tanto miedo recordarlo, que hasta el día de hoy tengo miedo de quedarme sola con una nevera vacía, como si hubiera crecido en la sitiada Leningrado [durante la Segunda Guerra Mundial - Ed.]. Hasta el día de hoy, me siento muy avergonzada porque pensaba en robar comestibles. Y, sí, tuvimos que comer comida cubierta de moho.
  • Valentina: Mi amiga se desmayaba de hambre haciendo kasha para sus dos hijos pequeños. Tampoco nos pagaban en dinero, sino en bombillas, por ejemplo. Luego teníamos que vender las bombillas para poder comprar algo de comer.
  • Elena: Yo era feliz en ese entonces porque estaba enamorada. También tenía una bolsa de harina y una bolsa de papas.
  • Roman: Recuerdo que mi mamá me compró una barra de chocolate Mars para mi cumpleaños. Luego no hubo más dulces durante mucho tiempo, porque nos quedamos sin dinero. Cuántos murieron entonces, así como así...
  • Vladimir: Nosotros comíamos macarrones. Para el desayuno, el almuerzo y la cena.
  • Marina: Me di cuenta de que habíamos empezado a vivir mejor cuando pudimos comprar regularmente frutas para nuestros hijos. No estoy hablando de limas o aguacates, sino simplemente de manzanas, peras y naranjas.
  • Yana: Yo era una estudiante universitaria a principios de la década de 1990. Recuerdo que un invierno soñaba con manzanas. Evidentemente, me faltaban muchísimas vitaminas, pero las manzanas eran un gran lujo para mí.
  • Olga: Tomé a mi pequeña hija de cinco años (no tenía a nadie que la cuidara) y viajé a la ciudad cercana (era vergonzoso hacer esto en mi propia ciudad) y vendía ropa usada para niños, que a mi hija ya no le quedaba. Si tenía suerte, usaba el dinero que ganaba para comprar comida. También existía el trueque...
  • Un hombre anónimo: Para mí, lo peor de los años noventa no fue el hambre, sino la constante, tediosa y continua sensación de humillación.
  • Asya: En cada receso, me sentaba en mi escritorio en la escuela porque estaba agotada por el hambre. No podía caminar ni reírme. Más tarde leí que así se sentían los que vivían en la asediada Leningrado. Luego dejé de menstruar durante seis meses. También robé pan y tvorog [cuajada - Ed.] de la tienda de comestibles un par de veces.
  • Nina (Kouprianova): [Recuerdo] haber recibido latas grandes y muy alargadas de ayuda humanitaria en mi escuela con carne misteriosa dentro. Carne enlatada, creo. Habían caducado hace mucho, pero nos las comimos. [También recuerdo] convoyes de tanques aparentemente interminables bajo mis ventanas, pero no era un desfile....
Las personas como Ted Cruz y otros que calumnian irreflexivamente a Vladimir Putin como un matón de la KGB, etc., deberían recordar que así estaba Rusia cuando Putin asumió el mando en 1999. Los que lo demonizan deberían comparar a Rusia durante la terapia de choque prescrita por Occidente con la Rusia de hoy después de 18 años de la administración de Putin de esa nación. Aquí se presenta el registro de los resultados de Putin basado en datos empíricos obtenidos principalmente de fuentes occidentales, incluyendo a Ernst&Young, el Banco Mundial, VCIOM, Ipsos y Gallup.

Notas
  1. Según las estadísticas de la Comisión Económica para Europa con sede en Ginebra (Engdahl, How 'shock therapy' has ruined Russia, 1993)
  2. (Klein 2007)
  3. (Lindgren 1999)
  4. (Satter 2007)
  5. (Klein 2007)
  6. (MacDonald 2015)
  7. (MacDonald 2015)
  8. Las tasas de mortalidad aumentaron de 10 por cada mil en 1989 a 16 por cada mil en 1994, un nivel sin precedentes para un país en paz. (Kouprianova 2015)
  9. (Satter 2007)
  10. (Chossudovsky 2010)
grand deception krainer
Sobre el autor

Alex Krainer es un gestor de fondos de cobertura y escritor. Su libro, vetado por Amazon en septiembre de 2017, ya está disponible en formato pdf, kindle y epub en el siguiente enlace "Grand Deception: Truth About Bill Browder, the Magnitsky Act and Anti-Russian Sanctions" ("El gran engaño: La verdad sobre Bill Browder, la Ley Magnitsky y las sanciones contra Rusia"). La versión en tapa blanda ya está disponible aquí. Alex también escribió un libro sobre el comercio de materias primas.