Traducido por el equipo de Sott.net en español

"Mueller no encuentra ninguna conspiración entre Rusia y Trump", dice el titular de la primera página del New York Times del domingo. Poco a poco, la conciencia de la corriente convencional en Estados Unidos se va adaptando a la muerte de la emocionante teoría de la conspiración de que los niveles más altos del gobierno de Estados Unidos habían sido infiltrados por el Kremlin, y a la cruda realidad de que los medios de comunicación y el Partido Demócrata pasaron los últimos dos años y medio acaparando la atención del público con una narrativa que nunca tuvo ninguna verdad subyacente.
optical illusion
Todavía hay reticencias, por supuesto. Mucha gente invirtió una tremenda cantidad de esperanza, credibilidad y orgullo en la creencia de que Robert Mueller iba a arrestar a altos funcionarios de la administración de Trump y a miembros de la propia familia de Trump, lo que llevaría a personajes sórdidos a "voltearse" contra el presidente por su propio interés y, por lo tanto, a proporcionar pruebas que conducirían a un juicio político. Algunos insisten en que el Fiscal General William Barr se está guardando elementos clave del informe Mueller, una afirmación que se basa en la absurda creencia de que Mueller permitiría que Barr mintiera sobre los resultados de la investigación sin hablar públicamente. Otros todavía tienen la esperanza de que otras investigaciones de otras autoridades legales descubran algunos chanchullos rusos que Mueller no pudo descubrir, ignorando los amplios poderes de citación de Mueller y su incomparable autoridad investigadora. Pero están volviendo en sí.

Sin embargo, la pregunta sigue siendo: ¿qué demonios pasó? ¿Cómo es que una teoría de la conspiración carente de hechos llegó a tener tanta fuerza entre los estadounidenses de la corriente convencional? ¿Cómo se persuadió a millones de personas para que invirtieran su esperanza en una narrativa que cualquiera que analizara objetivamente los hechos sabía que era completamente falsa?

La respuesta es que políticos y expertos de los medios de comunicación les dijeron que la narrativa rusa era legítima una y otra vez, y, debido a un fenómeno peculiar de la naturaleza de la cognición humana, esta repetición la hizo parecer cierta.


El efecto de la verdad ilusoria, de nombre bastante poco creativo, describe la forma en que la gente es más propensa a creer que algo es cierto después de oírlo decir muchas veces. Esto se debe al hecho de que el sentimiento familiar que experimentamos al escuchar algo que hemos escuchado antes se siente muy similar a nuestra experiencia de saber que algo es verdad. Cuando escuchamos una idea familiar, su familiaridad nos proporciona algo llamado facilidad cognitiva, que es el estado relajado y sin trabajo que experimentamos cuando nuestras mentes no están trabajando duro en algo. También experimentamos facilidad cognitiva cuando se nos presenta una declaración que sabemos que es cierta.

Tenemos una tendencia a elegir la facilidad cognitiva, razón por la que existe el sesgo de confirmación; creer en ideas que no causan tensión cognitiva o disonancia nos da más facilidad cognitiva que hacer lo contrario. Nuestros antepasados evolucionarios se adaptaron para buscar la facilidad cognitiva y así poder poner su atención en la toma de decisiones rápidas esenciales para la supervivencia, en lugar de reflexionar concienzudamente sobre si todo lo que creemos es tan cierto como creemos que es. Esto fue genial cuando se trataba de evitar ser comidos por tigres dientes de sable en tiempos prehistóricos, pero no es muy útil para navegar los giros y vueltas de un mundo moderno cognitivamente complejo. Tampoco es útil cuando se trata de cultivar creencias verídicas mientras se está rodeado de pantallas que repiten los mismos puntos de discusión falsos una y otra vez.

Estoy tratando con un ejemplo perfecto de los peligros de la facilidad cognitiva ahora mismo. Escribir este ensayo me ha obligado a salir de mi zona de comodidad familiar de los comentarios políticos y a leer un montón de estudios y ensayos, a pensar mucho en nuevas ideas y a descubrir cómo transmitirlas de la manera más clara y concisa posible sin aburrir a mi público. Este alejamiento de la facilidad cognitiva me ha llevado a revisar Twitter con mucha más frecuencia de la que suelo hacerlo, y a buscar tanta distracción que este ensayo probablemente terminará siendo publicado unas doce horas más tarde de lo que yo había pensado. Tener que leer a un grupo de estudiosos explicando las razones precisas por las que estoy actuando como un cabeza hueca tampoco me ha ayudado mucho en mi sentido de la facilidad cognitiva.

En 1977, se realizó un estudio sobre ello. A un grupo de voluntarios se les presentó 60 enunciados. Los investigadores les pidieron que dijeran si eran verdaderos o falsos. El mismo ejercicio se repitió después. Los investigadores notaron que esta gente consideraba verdaderos los enunciados que ya habían leído, sin importar cuán razonables eran.

Caitlin Johnstone: Si usted quiere entender cómo es que los medios masivos engañaron a millones para que creyeran que el Kremlin había infiltrado los más altos niveles del gobierno de EE.UU., investigue el efecto de la verdad ilusoria, el fenómeno que ocasiona que la gente confunda declaraciones recurrentes con la verdad.
La ciencia ha estado consciente del efecto de la verdad ilusoria desde 1977, cuando un estudio encontró que los sujetos eran más propensos a evaluar una declaración como verdadera cuando ha sido presentada repetidamente en el transcurso de un par de semanas, incluso si no recordaban conscientemente haber encontrado esa declaración antes. Estos hallazgos han sido replicados en numerosos estudios desde entonces, y nuevas investigaciones en los últimos años han demostrado que el fenómeno es aún más drástico de lo que se creía inicialmente. Un artículo de 2015 titulado "El conocimiento no protege contra la verdad ilusoria" encontró que el efecto de la verdad ilusoria de la verdad es tan fuerte que la mera repetición puede cambiar las respuestas que dan los sujetos de las pruebas, incluso cuando han estado en posesión de conocimientos que contradicen esa respuesta de antemano. Este estudio se realizó para probar la suposición, que hasta entonces no había sido cuestionada, de que el efecto de la verdad ilusoria sólo entra en juego cuando no hay un conocimiento almacenado del tema en cuestión.

"Sorprendentemente, la repetición aumentó la verdad percibida de las declaraciones, independientemente de si el conocimiento almacenado pudo haber sido usado para detectar una contradicción", dice el periódico. "Leer una declaración como 'Un sari es el nombre de la falda corta plisada que usan los escoceses' incrementó la creencia más tarde de que era verdad, incluso si podían responder correctamente a la pregunta '¿Cómo se llama la falda corta plisada que usaban los escoceses?'"

El conocimiento almacenado dice a todo el mundo que la "falda corta y plisada que llevan los escoceses" se llama "kilt", no "sari", pero simplemente repetir la afirmación contraria puede convencerles de lo contrario.

Esto explica por qué todos conocemos a personas que son extraordinariamente inteligentes, pero que aun así se dejaron llevar por la narrativa del Russiagate al mismo grado que nuestros amigos y conocidos menos aptos mentalmente. Su inteligencia no los salvó de esta desacreditada teoría de la conspiración, sino que los hizo más listos para encontrar formas de defenderla. Esto se debe a que el efecto de la verdad ilusoria evade en gran medida el intelecto, e incluso el propio conocimiento adquirido, debido a la forma en que todos elegimos reflexivamente la facilidad cognitiva.

Otro estudio titulado "Incriminación a través de la insinuación: ¿Las preguntas de los medios de comunicación pueden convertirse en respuestas públicas?", y se descubrió que los sujetos pueden ser manipulados para que crean una acusación simplemente por la exposición a insinuaciones o preguntas incriminatorias en los titulares de los medios de comunicación. Preguntas como, por ejemplo, "¿Y si Trump ha sido un agente ruso desde 1987?", publicada por la revista New York Magazine en julio del año pasado.


Mark Hamill: ¿Y si Trump ha sido un agente ruso desde 1987?"
Uno puede entender, entonces, cómo una población que está consumiendo afirmaciones repetitivas, insinuaciones y preguntas incriminatorias a diario, a través de las pantallas que miran muchas veces al día, podría ser manipulada para que creyera que Robert Mueller algún día revelaría evidencia que llevaría a la destrucción de la administración Trump. La repetición lleva a la creencia, la creencia lleva a la confianza, y antes de que se dé cuenta, la gente que tiene miedo del presidente está leyendo el Palmer Report todos los días e instalándose frente al programa de Rachel Maddow todas las noches y dejando que todo lo que digan pase por encima de sus filtros de escepticismo, marinándose cómodamente en un sedante de facilidad cognitiva.

Y esa repetición no ha sido un accidente. El productor de CNN John Bonifield fue grabado en video hace casi dos años, admitiendo que el CEO de CNN, Jeff Zucker, estaba personalmente instruyendo a su personal para que se mantuviera enfocado en Rusia, incluso en medio de noticias de última hora mucho más importantes.

"Mi jefe, yo no debería decir esto, mi jefe, ayer tuvimos una discusión sobre esta sesión de fotos dentales y va y dice: yo quiero que sepas a qué nos enfrentamos en esto", le dijo Bonifield a un socio encubierto del Proyecto Veritas de James O'Keefe.
"Y dice, para darles un poco de contexto, el presidente Trump se retiró de los acuerdos climáticos y durante un día y medio cubrimos los acuerdos climáticos. Y el director ejecutivo de la CNN dijo en nuestra reunión interna, buen trabajo a todos los que cubrieron los acuerdos sobre el clima, pero hemos terminado con esto, volvamos a Rusia".
(Y antes de que se ponga usted a hablarme sobre el sombrío historial de O'Keefe, CNN dijo en una declaración que el video era legítimo y que no cuestionaba nada de su contenido, diciendo sólo que apoyaba a Bonifield y que "la diversidad de opiniones personales es lo que hace fuerte a CNN, le damos la bienvenida con beneplácito y la acogemos").

Zucker, por su parte, dijo al New York Times en un artículo publicado ayer que se sentía "totalmente cómodo" con el papel de la CNN en la promoción de la teoría de la conspiración de "Russiagate" de la manera en la que lo hizo.

"No somos investigadores. Somos periodistas, y nuestro papel es informar sobre los hechos tal como los conocemos, que es exactamente lo que hicimos", dijo Zucker. "El Departamento de Justicia de un presidente en funciones investigó su campaña por colusión con una nación hostil. Eso no es enorme porque los medios de comunicación lo digan. Eso es enorme porque no tiene precedentes".


Brian Stelter: El presidente de la CNN, Jeff Zucker: "No somos investigadores, Somos periodistas, y nuestro papel es reportar los hechos como los conocemos, y es exactamente lo que hicimos."
¿"No somos investigadores"? ¿Qué clase de tontería es ésa? Entonces, ¿no es su trabajo investigar si lo que está reportando es verdadero o falso? ¿No es su trabajo investigar si las fuentes anónimas en las que basa sus informes pueden estar mintiendo o no? ¿No es su trabajo investigar si estaría cometiendo o no una mala práctica periodística con las múltiples historias de mierda que han humillado a su medio en los últimos dos años? ¿No es su trabajo sopesar las consecuencias de acaparar deliberadamente la atención del público sobre una narrativa que no consiste más que en afirmaciones e insinuaciones que suenan confiables?

"No somos investigadores." ¿Y bien? Tampoco son dentistas ni bomberos, ¿cuál es el punto? Eso no tiene nada que ver con las montañas de mala práctica periodística que han estado perpetrando al impulsar esta teoría de la conspiración, ni con la brutalización inexcusable que han estado infligiendo a la psique estadounidense con su repetición deliberada e incesante de afirmaciones falsas, insinuaciones y preguntas incriminatorias.

La ciencia de la propaganda moderna ha estado en investigación y desarrollo durante más de un siglo. Si usted piensa en cuántos avances se han hecho en otros campos militares en los últimos cien años, eso le dará un claro ejemplo de cuán sofisticada es la comprensión que los ingenieros sociales deben tener ahora de los métodos de manipulación masiva de la psicología humana. Podemos estar absolutamente seguros de que hay personas que han estado trabajando para dirigir las narrativas públicas sobre los rivales de Occidente como Rusia, y que lo están haciendo con una comprensión mucho mayor de los conceptos que hemos tocado en este ensayo que la que tenemos a nuestra disposición.

Los manipuladores entienden nuestra psique mejor que nosotros mismos, y se están volviendo más listos, no menos. Lo único que podemos hacer para no perder la cabeza mientras que estamos inmersos en una sociedad saturada de propaganda es ser tan implacablemente honestos como sea posible, con nosotros mismos y con el mundo. Nunca seremos capaces de manipular mejor que los maestros manipuladores, pero podemos ser realistas con nosotros mismos sobre si estamos o no eligiendo la facilidad cognitiva en lugar de pensar con rigor y claridad. Podemos ser sinceros con nuestros amigos, familiares, compañeros de trabajo y seguidores de los medios sociales dondequiera que la falsedad parezca estar tomando fuerza. Podemos hacer todo lo posible por hacer brillar la luz de la verdad sobre los titiriteros dondequiera que los veamos y arruinarles el maldito espectáculo entero.

Puede que no parezca mucho, pero la verdad es lo único que no pueden manipular, ya sea la verdad sobre ellos, la verdad sobre el mundo o la veracidad con usted mismo. Los manipuladores mentirosos nos metieron en este lío, así que sólo la verdad puede sacarnos.
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