Traducido por Miguel de PuñoenrostroPara el día de la inauguración de la presidencia de Trump, miles de escritores estadounidenses se aprestan a expresar su indignación. "Para sanarnos y avanzar", escriben los Writers Resist (Los escritores resisten), "queremos eludir el discurso político directo para centrarnos inspiradamente en el futuro y en cómo nosotros, como escritores, podemos ser una fuerza unificadora en la tarea de proteger la democracia".
Trump, Obama y Hillary
Y: "Urgimos a los organizadores y oradores locales a evitar la mención de nombres de políticos o servirse de un lenguaje 'anti' durante el acto del
Writers Resist. Es importante garantizar que las organizaciones sin ánimo de lucro, que tienen prohibida la participación en campañas políticas, se sientan cómodas en el patrocinio de este acto."
Así pues, hay que evitar la protesta real, que no está libre de impuestos.
Compárese esta basura palabrera con las declaraciones del Congreso de Escritores Norteamericanos celebrado en el Carnegie Hall de Nueva York en 1935 y, luego, dos años más tarde, en 1937. Se trató de actos electrizantes, con escritores que debatían cómo hacer frente a hechos ignominiosos que estaban aconteciendo en Abisinia, China y España. Se leyeron telegramas de Thomas Mann, C. Day Lewis, Upton Sinclair y Albert Einstein, en los que se reflejaba el miedo al gran poder rampante y la convicción de que no era ya posible debatir de arte y literatura no ya sin política, sino sin entrar en la acción política directa.
"Un escritor", declaraba la periodista Martha Gellhorn en el segundo congreso, "debe ser ahora un hombre de acción... Un hombre que haya dedicado un año de su vida a las huelgas del acero, o que haya estado un año en el desempleo, o que haya sufrido los problemas del prejuicio racial, no ha perdido o desperdiciado su tiempo. Es un hombre que ha llegado a conocer cuál es su sitio. Si has sobrevivido a eso, lo que tendrás que decir luego no será otra cosa que la verdad, lo necesario y real, y por eso será duradero".
Esas palabras resuenan ahora como un eco a través de la unción y violencia de la era Obama y el silencio de quienes coadyuvaron a sus engaños.
Comentario: Debemos recordar que de ninguna manera se trata de defender a Trump y quitarle responsabilidad respecto a lo que dice y hace desde el momento en que asumió como presidente de los Estados Unidos. Como autoridad, es responsable y sus acciones deben ser expuestas debidamente, basándonos en los hechos disponibles y en el pensamiento racional, no emocional. Sin embargo, el punto de Pilger es muy importante. La oposición que vemos hoy en día, se está centrando en la figura de un presidente que acaba de asumir en el contexto de un país que está en decadencia desde hace bastante tiempo. La hipocresía que señalan muchas personas con respecto a esta oposición se debe a que no hemos visto tal clase de descontento con las políticas claramente belicistas e inhumanas de las administraciones anteriores, lo cual da la pauta para pensar que estas masas de personas están siendo manipuladas a manifestar su descontento en este momento y hace ver que la causa humanitaria por la cual dicen protestar, no les ha importado demasiado anteriormente... ¿por qué habría de importarles ahora, tan repentinamente?
Deberíamos preguntarnos, ¿a quién beneficia esta oposición?, ¿realmente es expresión de la realidad estadounidense o es solo un puñado sectario de personas que han sido llevadas a creer en ciertas ideas basadas en la desinformación transmitida por los mismos medios corporativos que mienten rotundamente casi todo el tiempo? Si Trump claramente ganó el voto popular, ¿no será que el nuevo presidente realmente refleja una realidad del país a la cual se debe prestar atención en vez de oponerse de manera irracional sin ninguna reflexión sobre los hechos disponibles?
Hemos comentado sobre estos temas en nuestro último programa de SOTT Radio Network en español,
Trump en la Casa Blanca: ¿ángel salvador o perverso demonio?
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