Las tensiones entre los movimientos tradicionales y los progresistas podrían llevar a la ruptura de la "frágil democracia de Israel", afirmó el autor conservador Michael Brown.
Israel Protest
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"Se avecina una guerra civil en Israel (...) No me refiero a una potencial guerra civil entre israelíes y palestinos. Tampoco me refiero a una guerra con bombas, pistolas y cuchillos. Me refiero a una guerra ideológica que tiene el potencial de partir la nación por la mitad", escribió Brown en un artículo para el portal Stream.

Para el autor, la presencia de dos ideologías extremas en el país, los jaredíes -judíos ultraortodoxos- y la izquierda liberal, hace que crezcan las tensiones en el seno de la sociedad israelí.

Los jaredíes son el segmento de la población que más rápido crece en Israel. Actualmente representan aproximadamente el 15% de la población judía y, según las tasas de natalidad actuales, podrían constituir más de un tercio de la población de Israel a mediados de siglo, detalló Brown.
"Estos son judíos muy tradicionales, sin televisión, acceso limitado a internet y con códigos de vestimenta y costumbres sexuales estrictamente controlados. Su tradicionalismo religioso hace que los evangélicos estadounidenses parezcan pecadores mundanos", subrayó el autor del artículo.
Por otro lado, Brown recordó que el resto de la población judía israelí es bastante "progresista" y liberal, particularmente en cuanto a la aceptación de los homosexuales. Hay diputados abiertamente homosexuales en la Knéset -Parlamento israelí-; las FFAA promocionan la integración de la comunidad LGBT y el Ministerio de Turismo de Israel vende Tel Aviv como uno de los principales destinos de viajes gais, entre otras cosas.
"Y con el activismo LGBT volviéndose más y más fuerte, un conflicto con los judíos ultraortodoxos se vuelve aún más probable. Esto es especialmente posible en Jerusalén, ya que la ciudad cuenta con una importante población jaredí y se considera particularmente santa en la tradición judía", consideró Brown.
El autor recordó el reciente fracaso de la moción para incluir a los homosexuales en una nueva enmienda a la ley de maternidad de Israel, lo que causó una ola de protestas por parte del colectivo LGBT del país.

En respuesta a las protestas, el gran rabino de Jerusalén, Aryeh Stern, insistió en que los niños hijos de parejas homosexuales tendrían "una vida muy extraña y antinatural", y que el Gobierno de Israel no debería formar participar de esos asuntos, apuntó Brown.

Las declaraciones de Stern fueron ampliamente criticadas y, como resultado, 200 rabinos ultraortodoxos escribieron una carta de apoyo. La carta recibió críticas todavía más severas y se inició una petición para exigir que los rabinos firmantes que recibieran un salario del Gobierno fueran despedidos de inmediato.
"Las tensiones, entonces, son muy altas. Y pronto podrían llegar a un punto de ebullición, ya que la población secular de Israel se inclina cada vez más a la izquierda y los jaredíes cada vez más a la derecha. Cada uno de los lados continúa creciendo en números y poder", concluyó Brown.