No controlamos nada, el autocontrol consciente no existe, pero creemos que sí.
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El autocontrol consciente, en resumidas cuentas, significaría que somos capaces de controlar nuestro propio ser a voluntad. O lo que es lo mismo, que nuestra mente consciente tiene el control de nuestros actos. Sin embargo, una nueva teoría sobre la conciencia afirmaría que tenemos mucho menos control consciente del que creemos, y que tan solo interpretamos mensajes llegados de nuestro subconsciente.

La ilusión del autocontrol consciente

La nueva investigación, publicada por el Dr. Ezequiel Morsella y sus colegas en Behavioral & Brain Sciences, indicaría que nuestra mente consciente no solo no tiene autocontrol, sino que simplemente es un intérprete del subconsciente, un vulgar mensajero.
El intérprete se basa en la información, pero no toma cartas en el asunto ni actúa sobre el conocimiento que comparte. Del mismo modo, la información que percibimos de nuestra conciencia no es creada por los procesos conscientes, ni reacciona a estos procesos conscientes. La conciencia es el intermediario, y no hace todo ese trabajo que pensamos que hace.
La teoría de Morsella contradice de forma directa a lo que un ser humano cree ser, pensar o sentir de forma consciente. Nosotros pensamos que, de forma consciente, hurgamos en sentimientos y pensamientos, y que realmente decidimos sobre ellos. Sin embargo, dichas decisiones ya están tomadas por nuestro subconsciente y nuestra mente consciente tan solo las interpreta y ejecuta.

Lo que pensamos que es "libre albedrío" se resumiría en el control de nuestro sistema músculo-esquelético, y poco más. Las decisiones a nivel de sentimientos y pensamientos no tienen un autocontrol consciente, sino más bien subconsciente.
Durante gran parte de la historia humana, la caza y la recolección y otro tipo de preocupaciones requerían ejecuciones rápidas de acciones voluntarias. La conciencia parece haber evolucionado para realizar estas acciones sin pensarlas previamente. Actuar sin pensar.

Nuestros pensamientos no tienen nada que ver el uno con el otro. Creemos que tenemos un pensamiento y luego otro, y que un pensamiento lleva al siguiente, pero ese no parece ser realmente la forma de funcionar del proceso
Morsella admite que su teoría es controvertida y difícil de aceptar, pero opina que la mayoría de la gente confunde lo que es la conciencia y cómo se utiliza. Además, los enfoques de la mayoría se enfocan sobre la percepción y no sobre la acción. Y precisamente dichas acciones ya están pensadas y decididas por el subconsciente.

Para Morsella, esta nueva teoría, si se confirma, podría tener grandes implicaciones en los trastornos mentales y el control de las adicciones, pues son situaciones donde los individuos tienen pensamientos y necesidades que no deberían; impulsos que funcionan por separado y de forma urgente, sin tener en cuenta otro tipo de impulsos o necesidades que en principio serían más urgentes (es prioritario alimentarse antes que consumir cierta droga, y muchos adictos no parecen regirse por dichas prioridades, por lo que en este caso la teoría cobraría bastante lógica).