Tamiflu, el conocido medicamento antiviral, del que tantos países, incluída España, compraron millones de dosis en 2009 para la "pandemia" de gripe A, caduca en los almacenes del Ejército en Burgos. Es la crónica de una muerte anunciada. Pandemia no hubo pero sí pelotazo de varias farmacéuticas. Se sabía que sobrarían muchísimas dosis, que sería un despilfarro consentido y esto lo confirma.
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Algunos lotes han caducado ya y otros comienzan a quedar obsoletos y habrá que tirarlos. Los antivirales que la Administración española adquirió en 2009 para hacer frente a una posible situación de pandemia de Gripe A se pierden.

En los últimos años, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) ha ido ampliando la fecha límite de caducidad de estos fármacos. Trataba de que continuaran disponibles. En marzo de 2014, se amplió la fecha de caducidad de las dosis que aún quedaban. Hay que tener en cuenta que España llegó a comprar quince millones de dosis de Tamiflu que almacena en Burgos.

Fue una de las mayores estafas de la historia de la medicina. Tamiflu (aunque también se compró Relenza) fue el medicamento antigripal protagonista durante la epidemia inexistente de gripe aviar de 2005 y la pandemia de gripe A que por suerte nunca llegó.

Y eso que resulta que el fármaco del laboratorio Roche sólo sirve para disminuir los síntomas de la gripe medio día y además no consigue que se reduzcan ni los ingresos hospitalarios por gripe ni las complicaciones graves. Vaya, que vale para muy muy poco, por escribirlo de manera fina.

Es necesario recordar también que durante años el laboratorio fabricante ocultó datos de los ensayos clíncos que hizo para demostrar la eficacia del tratamiento. Y cuando por fin investigadores independientes accedieron a esos datos descubrieron la verdad sobre su bajo efecto. Gran trabajo el que hicieron publicaciones como Cochcrane Library y British Medical Journal (BMJ), que llegó a pedir la retirada del fármaco.

Por otra parte, las reacciones adversas graves del preparado farmacológico no son desdeñables. La "evidencia científica" no avalaba el uso de Tamiflu, recurrir a él era un gasto innecesario. Pero se hizo. ¿Todo ello a qué precio? Las cifras españolas las desconozco pero el Reino Unido gastó más de 670 millones de euros en Tamiflu y Relenza.

No, no se trata de conspiración alguna. Es la codicia la que mueve los hilos. Pero es evidente que una estafa de esta magnitud no se produce por efecto de la simple concatenación de voluntades perversas. Existe una maquinaria bien engrasada de conflictos de intereses, corrupción y seguidismo político que lo explica.