¿Te gustaría comeralimentos transgénicos? Si te lo preguntasen así, seguramente responderías con un "no, gracias". Lamentablemente, a pesar de los peligros para la salud y el medio ambiente que encierran los organismos manipulados genéticamente u OMG, es muy posible que no consigas evitarlos en tu compra diaria. En este último post de la serie sobre OMG, te daré las claves para poder reconocer los alimentos transgénicos y así evitar que lleguen a tu plato.

alimentos transgenicos
Alimentos transgenicos: mortales para la salud

¿Qué variedades de alimentos transgénicos se cultivan y comercializan?

El primer paso para identificar los OMG en nuestra cesta de la compra es saber qué variedades se cultivan y comercializan. Actualmente, los cultivos que se explotan comercialmente en el mundo son cuatro: soja (60%), maíz (23%), algodón (11%) y colza (6%) - de esta última se obtiene entre otros el llamado aceite de canola. Se realizan también cultivos experimentales de alfalfa, remolacha azucarera, papaya, calabacín, tomate, pimiento y berenjena, además de una variedad modificada del árbol álamo para fines industriales. Existen muchos proyectos en marcha, por ejemplo el de un arroz o un salmón modificados genéticamente.

Un total de 28 países cultivaron OMG en 2014, siendo los principales países productores Estados Unidos, Brasil, Argentina, India y Canadá. La legislación de la UE actualmente sólo permite el cultivo de un maíz transgénico del tipo "Bt", (con propiedades insecticidas). No obstante, está autorizada la importación y comercialización para fines alimentarios, de otros veintisiete tipos de maíz, siete de soja, tres de colza, ocho de algodón, uno de remolacha azucarera, uno de patata (que actualmente no se vende por haber sido un fracaso comercial) y dos microorganismos. Para información detallada se puede consultar el registro de alimentos transgénicos autorizados de la UE (en inglés).

Cabe destacar que España es el país europeo con mayor superficie cultivadade OMG (131.538 hectáreas en 2014) y que 8 países (Austria, Alemania, Bulgaria, Grecia, Hungría, Italia, Luxemburgo y Polonia) han prohibido el cultivo, aunque no su comercialización. A nivel comunitario, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) es el organismo que decide sobre la aprobación de cultivos y alimentos transgénicos. Esta institución ha recibido muchas críticas, puesto que en muchos casos ha basado sus conclusiones en estudios realizados o encargados por la propia industria, lo que pone en cuestión su independencia.

¿El etiquetado de los alimentos transgénicos es fiable?
La normativa comunitaria exige que los alimentos con ingredientes manipulados genéticamente, lo indiquen así en su etiqueta. No obstante, en la práctica, el sistema no resulta eficaz para identificarlos, puesto que se exime del etiquetado a aquellos productos que no tengan más del 0,9% de transgénicos. Esto es lo que denominan como "contaminación accidental". Análisis independientes realizados a productos del mercado español por la ONG Greenpeace han demostrado además que en algunos casos se incumplía la normativa y que no se etiquetaban como alimentos transgénicos productos que superaban el 0,9%.
Otro problema es que tampoco existe obligación de etiquetar como OMG los productos procedentes de animales alimentados con piensos transgénicos, algo que afecta a la práctica totalidad de la carne procedente de la ganadería intensiva. Por lo tanto concluimos que no podemos fiarnos del etiquetado únicamente, si queremos evitar que los alimentos transgénicos acaben en nuestros estómagos.

Aditivos a partir de organismos manipulados genéticamente

¿Si como hemos visto anteriormente, el etiquetado no ofrece suficientes garantías, bastará entonces que no consumas productos que contengan soja, colza-canola o maíz?

En general, esto no será suficiente, porque en la mayoría de alimentos procesados y preparados (cereales, galletas, margarinas, salsas...) se utilizan aditivos elaborados precisamente a partir de soja, maíz o colza.

Hay que tener en cuenta además que la mayoría de la soja o el maíz que se usan en la industria alimentaria en Europa se importa de países como Argentina, Brasil o USA, que son los principales productores de OMG.

Por lo tanto, aunque no puedas tener un 100% de certeza de que te encuentras ante un alimento transgénico, sí será altamente probable. Un problema añadido es que muchas veces estos aditivos se esconden bajo denominaciones que no hacen referencia directa al maíz, la soja o la colza. Debemos sospechar cuando encontremos ingredientes como los siguientes en un producto:
Aceites y Grasas Vegetales
Acidos grasos (E570)
Almidón
Caramelo (E-150)
Dextrosa
Emulgentes (Lecitina E322)
Fructosa
Glucosa
Grits
Harinas
Isomaltosa (E953)
Jarabe de Glucosa
Maltodextrina
Mono y diglicéridos de ácidos grasos (E471)
Proteína
Sémola
Sorbitol (E420)
¿Cómo evitar que los alimentos transgénicos lleguen a tu plato?

Como hemos visto a lo largo de este post, identificar alimentos con OMG en tu compra diaria puede resultar bastante complicado. Pero esto no quiere decir que no puedas tomar una serie de medidas para evitar al máximo que productos manipulados genéticamente acaben en tu mesa.

Las siguientes se han mostrado como las más eficaces:

Consume productos ecológicos.

Los alimentos con el sello de certificación ecológica o biológica tienen prohibido el uso de transgénicos en su elaboración. Los organismos certificadores además realizan frecuentes controles para comprobar que el producto sigue cumpliendo con los criterios bajo los cuales se concedió el certificado. Esto nos aporta una garantía adicional. En el caso de la carne de producción ecológica, los animales además se pueden alimentar sólo con piensos certificados ecológicos, por lo que también estarían libres de OMG.
Es posible encontrar versiones de producción ecológica de la mayoría de los alimentos, tanto frescos como elaborados. Lamentablemente su presencia es todavía muy limitada o incluso nula en muchos supermercados. No obstante, puedes conseguirlos sin problemas en herbolarios, tiendas de dietética y sobre todo online, donde existen tiendas virtuales con un amplio surtido. También, en muchas localidades, se han establecido grupos de consumidores que realizan compras conjuntamente y a las que te puedes asociar. También se celebran mercadillos y ferias de productos ecológicos periódicamente en diferentes ciudades.
En general, los productos biológicos son de alta calidad, aunque su precio es bastante superior a los convencionales. Si económicamente te lo puedes permitir, son la opción más segura y harás una buena inversión en alimentación saludable.

Evita al máximo productos elaborados o muy procesados.

Todos sabemos que los platos preparados y alimentos procesados no son recomendables para la salud. Aparte del exceso en sal y azúcar, incluyen numerosos aditivos, colorantes, etc. Como comentado anteriormente, es precisamente tras estos aditivos donde se esconden los alimentos transgénicos en forma de grasas vegetales, almidones, etc. Por lo tanto, siempre que tengas la posibilidad, conviene que hagas las cosas tú mismo/a en base a ingredientes frescos y naturales. Te quitará algo más de tiempo, pero tu salud y la de los tuyos te lo agradecerá. Comprobarás que es mucho más fácil de lo que parece, hacer en tu propia casa cosas como cereales de desayuno, galletas o incluso mantequilla de cacahuete o crema de cacao tipo "nutella".

Utiliza las guías sobre productos con OMG.

La organización Greenpeace publica periódicamente una guía roja y verde de alimentos transgénicos donde enumera las marcas y fabricantes cuyos productos contienen transgénicos y los que no. Se basa no sólo en la información de las etiquetas y la facilitada por el propio fabricante, sino también en análisis independientes que realizan a los productos.

Cabe destacar que en las ediciones publicadas hasta ahora, son casi siempre las grandes marcas multinacionales las que no pueden garantizar que sus productos estén libres de transgénicos. Por lo tanto, una política de compras razonable puede ser que evites en la medida estas marcas, dando prioridad a pequeños productores locales, los cuales en general no importan masivamente granos transgénicos. Si tienes la oportunidad de comprar directamente a explotaciones familiares o cooperativas de tu zona, esto es desde luego la mejor opción. No sólo apoyarás a la economía local y evitarás un transporte innecesario de los productos, sino que además podrás comprobar en primera persona su origen, algo que con las marcas comerciales es imposible.

Emite tu voto como consumidor y rechaza los OMG

Tomando estas medidas, seguro que conseguirás evitar que los alimentos transgénicos acaben en tu mesa y pongan en riesgo tu salud, la de los tuyos y la del medio ambiente. Estarás además emitiendo un voto negativo como consumidor hacia estos productos, contribuyendo su fracaso comercial, lo que a la postre puede impulsar su retirada del mercado por falta de rentabilidad. Recuerda que como consumidores, nosotros podemos decidir sobre el éxito o el fracaso de un producto, también en el caso de los alimentos transgénicos, pero muchas veces no somos conscientes del poder que tenemos.