En una carta abierta publicada en varios medios, Daniel Baremboim, destacado pianista argentino y ciudadano de Israel, expresó su repudio a la ley que define a ese país como Estado nación judío y se lamentó por la situación de "apartheid" a la que están sometidos los árabes, que empeorará a partir de la entrada en vigor de la norma.
Jerusalem
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El artista, que llegó a ser director musical del Teatro alla Scala de Milán, nació en Argentina en 1942, pero en su infancia emigró con sus padres hacia Israel. Allí vivió y realizó buena parte de su carrera, y también se ha consagrado como una de las voces críticas de judíos contra la ocupación israelí de los territorios palestinos.

En su carta, publicada en diarios como La Nación de Buenos Aires o El País de Madrid, Baremboim recuerda un discurso que pronunció en 2004 en la Knesset, el mismo Parlamento que aprobó la polémica ley impulsada por el Gobierno de Benjamín Netanyahu que establece a Israel como un Estado nación judío, a pesar de que más de un 20% de la población del país sea de origen palestino.

En ese mismo recinto Baremboim definió a la Declaración de la Independencia del Estado de Israel en 1948 como "una fuente de inspiración para creer en los ideales" que transformaron a "judíos en israelíes", sobre todo el compromiso por la igualdad que tenían en mente los fundadores del país.

"El Estado de Israel promoverá el desarrollo del país para el beneficio de todos sus habitantes; estará basado en los principios de libertad, justicia y paz, a la luz de las enseñanzas de los profetas de Israel; asegurará la completa igualdad de derechos políticos y sociales a todos sus habitantes sin diferencia de credo, raza o sexo; garantizará libertad de culto, conciencia, idioma, educación y cultura", expresa el texto fundacional de Israel.

Sin embargo, 70 años después, "el Gobierno israelí aprobó una nueva ley que reemplaza el principio de igualdad y los valores universales por el nacionalismo y el racismo", explica Baremboim en su carta abierta.

Entre otros puntos polémicos, la norma establece que el derecho a la autodeterminación nacional en el Estado de Israel es "únicamente" para los judíos. El hebreo es fijado como la única lengua oficial, relegando al árabe a un segundo plano, a pesar de que hasta el momento gozaba de mayor reconocimiento por parte de las autoridades.

La ley, aprobada por 62 votos favorables, 55 en contra y dos abstenciones, reafirma a Jerusalén como capital del Estado, algo no aceptado por buena parte de la comunidad internacional, dada la ocupación israelí desde 1967 de la mitad oriental de la ciudad.

También fija como símbolos del país la bandera blanca con las franjas azules y la estrella de David, el candelabro de siete brazos (menorá); y declara de interés nacional la creación de asentamientos judíos y la inmigración de la diáspora. El calendario oficial del Estado será el hebreo, y las festividades religiosas serán días feriados en el país.

La norma es una "ley básica", es decir, tiene rango constitucional y sólo puede ser cambiada por una mayoría cualificada, por lo cual las probabilidades de que sea modificada o derogada son remotas.
"Me provoca un profundo dolor que deba hoy hacerme las mismas preguntas que formulé hace 14 años cuando hablé en el Knesset: ¿Podemos ignorar la brecha intolerable que existe entre aquello que prometía la Declaración de la Independencia y lo que se realizó, la brecha entre la idea y las realidades de Israel?", expresa Baremboim.
"Coincide con la Declaración de la Independencia la situación de ocupación y de dominio de otro pueblo? ¿Tiene algún sentido la independencia de uno a costa de los derechos fundamentales del otro?", prosigue.
El destacado músico se interroga además sobre si "el pueblo judío, cuya historia es testimonio de sufrimiento incesante e implacable persecución, puede permitirse ser indiferente a los derechos y al sufrimiento de un pueblo vecino".
"¿Puede el Estado de Israel permitirse el sueño irreal de un final ideológico al conflicto, en lugar de buscar una solución pragmática, humanitaria, basada en la justicia social?", reflexiona el pianista.



Comentario: Tristemente, esta mentalidad de víctima es la que utiliza Israel para justificarse a sí misma un sinfín de actos crueles y sangrientos. Esta imagen victimista es la que utiliza Israel para acallar a sus críticos en otros lugares del mundo. Tal vez Daniel Barenboim es un ser humano para el cual una contradicción en su comportamiento es suficiente para detenerse y cuestionar sus motivos y sus fines. Israel sin embargo es dirigida por seres sin conciencia los que no les inmuta en lo más mínimo lo contradictorio que su comportamiento es en realidad.


No obstante, el músico considera que "a pesar de todas las dificultades objetivas y subjetivas, el futuro de Israel y su lugar en la familia de las naciones ilustradas" dependerá de la capacidad para "cumplir la promesa de los padres fundadores, tal como está inscrita en la Declaración de la Independencia".

Baremboim compara el momento en el que pronunció su discurso en la Knesset con el presente y concluye que "nada cambió realmente desde 2004". "Por el contrario, tenemos ahora una ley que confirma a la población árabe como ciudadanos de segunda clase", constata.

"Es entonces una forma muy clara de apartheid. No creo que el pueblo judío haya vivido veinte siglos, entre persecuciones y el sufrimiento de crueldades infinitas, para convertirse ahora en opresores e infligir la crueldad a los otros. Esta nueva ley hace exactamente eso. Por eso hoy me da vergüenza ser israelí", concluye..