Las protestas han sido diversas: mientras algunas manifestaciones mostraban su apoyo a los grupos discriminados por los supremacistas blancos, otras se proponían la eliminación de antiguos monumentos Confederados, que datan de la época esclavista. Los conflictos en torno a la eliminación de esos monumentos, por cierto, fueron el origen de los disturbios en Charlottesville el pasado sábado.
Comentario: Este evento en particular, el intento de destruir antiguos monumentos de los Confederados, debe ser entendido más allá de una cuestión valorativa del significado de los mismos. Es decir, aunque los protestantes de izquierda aboguen por su destrucción porque representan una época oscura del pasado norteamericano, la verdadera razón oculta parece ser la abolición de la Historia misma de ese país. Laura Knight-Jadczik lo expresó recientemente en Facebook en estos términos:
La Izquierda realmente no comprende NADA porque parte de su adoctrinamiento ha incluido la destrucción de todas las ramas del conocimiento, incluida la Historia. La Izquierda pretende destruir estatuas Confederadas por las mismas razones que ISIS ha destruido artefactos cristiano: erradicar la Historia que "ofende". El Postmodernismo ha corrompido todo.Italia tiene a lo largo y ancho de su territorio todo tipo de monumentos de la época fascista que son respetados por el pueblo italiano. Uno puede rechazar los valores que representan esos monumentos sin necesidad de borrar de la Historia aquellos eventos; es más, recordarlos es la primera línea de defensa para no cometer los mismos errores. Destruir la Historia nos deja desnudo y desprotegidos en manos de aquellos que aspiran a manipularnos y hacernos herramientas de su codicia demencial.
Muchos otros manifestantes se reunieron para protestar directamente contra la administración Trump, a la que muchos consideran responsable de haber legitimado a los supremacistas blancos.
Comentario: También resulta curioso el hecho de que fueron estos "activistas" quienes de algún modo provocaron estos disturbios al intentar demoler el monumento del General Confederado Robert E. Lee. Esto provocó la reacción violenta de los grupos de ultraderecha (grupos con un largo historial de violencia y afinidad por la misma, por cierto).
Por momentos da la sensación de que detrás de este "activismo de hojalata" hay una clara intencionalidad de agitar las aguas para luego cargar las tintas contra el presidente estadounidense, y así seguir adelante con la brutal campaña de desprestigio en su contra. Parece ser que no importa que diga o haga Donald Trump, los fanáticos de izquierda en su contra seguramente encontrarán una manera de vilipendear su imagen y dejarlo parado siempre en la vereda de los racistas-homofóbicos-misóginos.
Una de las situaciones más tensas tuvo lugar en Seattle. Los enfrentamientos entre los manifestantes de ultra-derecha y los antifascistas obligó a la policía a separar a los dos grupos mediante una barricada. La policía llegó a utilizar spray de pimienta y disparó bolas de goma para dispersar a la multitud enfurecida. Un comunicado de las autoridades de Seattle explica al respecto que algunos agentes recibieron impactos de cohetes y artículos de pirotecnia encendidos.
Varios videos publicados en redes sociales ponen de manifiesto la enorme tensión vivida en esta nueva oleada de protestas.
La manifestación en Manhattan (Nueva York), consistió en diversas marchas que confluían en la Torre Trump y exigían que el presidente denunciara a los grupos de supremacistas blancos involucrados en los disturbios de Charlottesville.
En Chicago, los manifestantes sacaron a la calle muñecos gigantes que representaban a Donald Trump y al vicepresidente Mike Pence, a los que describían mediante carteles como "fascista" y "teócrata cristiano", respectivamente. En Washington las concentraciones tuvieron lugar frente a la casa blanca, y en ella se exhibieron carteles carteles DC, con carteles con mensajes como "Trump = Odio".
Donald Trump ha sido criticado durante varios días por no haber denunciado explícitamente, en sus primeras declaraciones sobre los disturbios, a los supremacistas blancos involucrados en los actos violentos del sábado en Charlottesville, optando en cambio por condenar "el odio, la intolerancia y la violencia en varias partes".
Sin embargo, este lunes ha vuelto a hacer declaraciones oficiales al respecto y ha admitido que "el racismo es malo", explicando que "los que causan violencia en su nombre son criminales y matones, incluido el KKK, los neonazis, los supremacistas blancos y otros grupos de odio a los que repugnan todo lo que valoramos como estadounidenses".
Comentario: Situación difícil para Donald Trump, pues la mayoría de los grupos de ultraderecha son sus votantes. Es posible que al obligarlo a condenarlos públicamente tengan la intención de reducir su popularidad.
Por otro lado se está haciendo más claro que desde antes de las elecciones de noviembre de 2016, EEUU se ha sumido en una profunda y marcada división. Por un lado tenemos a la izquierda postmoderna que parece alejarse cada vez más de la realidad, en su mayoría compuesta por una élite educada y perteneciente al mundo académico y mediático (buena parte son personas que han recibido una cantidad inadecuada de tiempo al aire). Por el otro tenemos a grupos que resuenan fuertemente con el mensaje de Trump, facciones de ultraderecha de neto cortes nacionalistas opuestas a las políticas de inclusión, puritanos, y con una especial devoción por el uso de métodos violentos; todos ellos están armados hasta los dientes y dispuestos a luchar cuando la situación adecuada lo amerite.
Al parecer estos dos grupos radicalizados y obscenamente estúpidos y maleables, se erigen como las puntas de lanzas que pueden provocar el conflicto definitivo y un caos social como nunca hemos visto antes. ¿Estaremos en los albores de una nueva guerra civil en EE.UU.? Sólo resta observar la realidad con atención y no desatender las señales.