La declaración que hizo el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, de dejar intacta la estrategia de seguridad, generó preocupación en el colectivo #SeguridadSinGuerra, que pugna por la abrogación de la Ley de Seguridad Interior (LSI).
© Ricardo RuizMilitares durante un operativo en Ciudad Juárez, Chihuahua.
En un comunicado, las 300 organizaciones que integran ese colectivo y que rechazan la permanencia de las Fuerzas Armadas al frente de la seguridad pública, consideraron que el mensaje del futuro presidente de la República resulta desconcertante, porque de manera paralela ha llamado a los Foros por la Paz y la Reconciliación.
Subrayaron que
mientras continúe la militarización "no podrá empezar a construirse la paz y la reconciliación", y recalcaron que falta claridad sobre un plan de retiro gradual de las Fuerzas Armadas y el restablecimiento del orden constitucional.
Luego de manifestar su disposición para debatir respecto de la militarización, dejaron en claro que no ha variado su exigencia de abrogar la LSI, así como "elaborar un plan responsable de retiro gradual de las Fuerzas Armadas y adoptar las medidas necesarias para fortalecer las policías y acabar con la impunidad que prevalece respecto de los elementos castrenses involucrados en graves violaciones a derechos humanos".
El colectivo hizo ese pronunciamiento después de que
el pasado viernes 24 López Obrador habló de la necesidad de que las Fuerzas Armadas permanezcan en las calles, "llevando a cabo tareas de seguridad pública".Según las 300 organizaciones que integran #SeguridadSinGuerra, les preocupa que el presidente electo no se comprometa con las distintas recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y del mismo colectivo, en el sentido de programar "el retiro gradual de las Fuerzas Armadas de tareas de seguridad pública y la recuperación de éstas por parte de las policías civiles".
La alerta se mantiene ante "la ausencia del compromiso de abrogar la LSI", destacó el colectivo, y señaló que López Obrador "hace oídos sordos a lo que se dice reiteradamente en los foros organizados por quienes integrarán la futura Secretaría de Seguridad Pública".
Su mensaje de mantener al Ejército y la Marina en lo que tiene que ver con garantizar la seguridad interior en el país "abona a la incertidumbre sobre la voluntad del próximo gobierno para detener la desmilitarización que a lo largo del país ha venido acompañada de un incremento a la violencia y las graves violaciones a derechos humanos".
Más aún,
"tampoco existe claridad en la intención de crear una Guardia Nacional y mucho menos de su naturaleza", resaltaron.
Finalmente, las organizaciones destacaron que por un lado están los foros y por otro lado "hemos escuchado fragmentos del discurso del presidente electo en los casi 12 años de guerra", lo cual se contrapone con "el esfuerzo, las expectativas y el momento histórico que vive México".
Comentario: Si un pueblo se encuentra en una situación de peligro inminente, entonces el despliegue de las Fuerzas Armadas en las calles está justificado. Sin embargo, la idea de que éstas lleven a cabo labores de seguridad pública que deberían estar reservada a fuerzas policiacas (como la prevención de delitos, investigación, captura e interrogación de sospechosos) es extremadamente peligrosa. Los soldados están entrenados para la guerra, no para el mantenimiento del orden público, así que es fácil ver cómo se prestaría la situación a abusos de poder.
Por otro lado, el presidente electo no tomará posesión de su cargo hasta el 1ero de diciembre, y si bien son ciertas las preocupaciones que tiene el colectivo, no podemos aún juzgar el carácter de una posible Guardia Nacional, ni conocemos exactamente el modo en que se utilizaría el Ejército en la calle.
Comentario: Si un pueblo se encuentra en una situación de peligro inminente, entonces el despliegue de las Fuerzas Armadas en las calles está justificado. Sin embargo, la idea de que éstas lleven a cabo labores de seguridad pública que deberían estar reservada a fuerzas policiacas (como la prevención de delitos, investigación, captura e interrogación de sospechosos) es extremadamente peligrosa. Los soldados están entrenados para la guerra, no para el mantenimiento del orden público, así que es fácil ver cómo se prestaría la situación a abusos de poder.
Por otro lado, el presidente electo no tomará posesión de su cargo hasta el 1ero de diciembre, y si bien son ciertas las preocupaciones que tiene el colectivo, no podemos aún juzgar el carácter de una posible Guardia Nacional, ni conocemos exactamente el modo en que se utilizaría el Ejército en la calle.