Traducido por el equipo de Sott.net en español

Los principales medios de comunicación estadounidenses han adoptado una visión miope de la crisis ucraniana siguiendo un guion elaborado por el Departamento de Estado. La mayoría de los informes han ignorado la verdad o la han distorsionado de tal manera que sólo pintan un cuadro parcial.
Euromaiden in Kyiv
© Evgeny Feldman/CC BY-SA 3.0Euromaidan en Kiev

Aquí hay siete cosas que usted debe saber acerca de Ucrania.


1. A pesar de las afirmaciones de algunos comentaristas como Greg Sattell, colaborador de Forbes, las divisiones en Ucrania son reales, y la violencia desatada por el régimen de Kiev está polarizando aún más a la nación. Mientras que las diferencias entre el oeste ucraniano y el resto del país, más orientado hacia Rusia, son ampliamente reconocidas, lo que tiende a pasarse por alto es que la cultura, el idioma y el pensamiento político de Ucrania occidental se han impuesto al resto de Ucrania. Ostensiblemente, esto es por el bien de "unificar el país", pero de hecho el objetivo ha sido sofocar y humillar a la población de habla rusa de Ucrania. Los nacionalistas radicales de Ucrania occidental, para quienes el rechazo de Rusia y su cultura es un artículo de fe, pretenden forzar al resto del país a que se ajuste a su estrecha visión. Ucrania occidental y oriental no entienden las preocupaciones de la otra parte, al igual que los cubanos de Miami y de La Habana no se entienden entre sí. El conflicto ucraniano no es el conflicto entre los "separatistas prorrusos" y los "proucranianos", sino entre dos grupos ucranianos que no comparten la visión de una Ucrania independiente.

Ucrania occidental se unió a Rusia sólo durante la era de Stalin. Durante siglos estuvo bajo el control cultural, religioso y/o político del Imperio Austro-Húngaro y de Polonia. Como odiaban la ocupación soviética, los nacionalistas ucranianos occidentales consideraban a Stalin un villano mucho peor que Hitler, de modo que la Organización de Nacionalistas Ucranianos se alinearon con los nazis y, bajo la dirección de su líder radical, Stepan Bandera, procedieron a deshacerse de otros grupos étnicos en su tierra, incluidos polacos y judíos.

Ucrania occidental está unificada en su hostilidad hacia los rusos, a quienes ven como invasores y ocupantes. Durante los últimos 20 años, mientras Ucrania intentaba distanciarse de su pasado soviético y de su ideología, eligió el nacionalismo de Ucrania occidental como alternativa. Quizás fue una corrección necesaria, pero ha generado sus propios mitos peligrosos. Los orientales están enfadados porque en toda Ucrania están apareciendo pancartas, carteles y grafitis a favor de Bandera y con una reescritura de la historia en general, donde los nacionalistas violentos que lucharon junto a los nazis son tratados como héroes, mientras que los rusos, que sufrieron bajo el régimen de Stalin no menos que los ucranianos, son denigrados. Tras el exilio del Presidente Víctor Yanukóvich y la anexión de Crimea por parte de Rusia, la retórica nacionalista ucraniana se ha vuelto francamente ofensiva e histérica, condenando al ostracismo a la población del este. La escalada de violencia continuará radicalizando a ambas partes, por lo que en lugar de encontrar una solución aceptable democráticamente, recurrirán a los bates de béisbol y a los AK 47.
The Massacre in Odessa
© UnknownMasacre en Odessa
2. La prensa occidental se equivocó sobre la masacre de ciudadanos ucranianos en Odessa el 2 de mayo de 2014, cuando hasta 100 (el número oficialmente aceptado parece ser 42) personas desarmadas fueron quemadas vivas en un edificio de Odessa. Al contar la historia, la prensa occidental informó sobre los enfrentamientos entre los hinchas violentos del fútbol proucraniano y los manifestantes prorrusos sin ninguna explicación de por qué los resultados de estos enfrentamientos fueron tan unilaterales.

Lo que ocurrió en Odessa fue algo ominosamente familiar para Europa del Este: un pogromo organizado. Por lo menos la BBC ha entendido bien parte de la historia: "varios miles de aficionados al fútbol empezaron a atacar a 300 prorrusos". Y como en todo pogromo, los victimarios culparon a sus víctimas indefensas por iniciarlo. De hecho, matones pro-Kiev armados con varas de hierro y cócteles molotov atacaron el campo de manifestantes, lo incendiaron y obligaron a los manifestantes a retirarse a un edificio que fue incendiado. Fue un acto flagrante de violencia e intimidación. Los actuales líderes de Ucrania prometieron una investigación, pero hasta ahora su única respuesta ha sido culpar a la pasividad de las fuerzas de seguridad. La verdad es que las víctimas simplemente se negaron a compartir la agenda nacionalista radical de Kiev. ¿Deberíamos llamar a los civiles "separatistas" o "terroristas" sólo porque su rechazo al nacionalismo radical ha resultado en protestas de tipo "Occupy"? ¿Por qué no llamarlos ucranianos moderados? Incompetente en el mejor de los casos y despiadado en el peor, el gobierno ucraniano le está fallando a su propia población al condonar la intimidación y así radicalizarla aún más. Se trata de una noticia importante, un posible punto de inflexión en el desarrollo del drama de la guerra civil ucraniana, pero la cobertura occidental ha olvidado rápidamente la historia.

3. Las elecciones ucranianas previstas para el 25 de mayo difícilmente resolverían los problemas económicos de Ucrania, ya que hay una ausencia flagrante de buenos candidatos. Los actuales contendientes políticos en las elecciones son oligarcas de estilo soviético como Petro Poroshenko, políticos corruptos como la ex primera ministra Julia Timoshenko, o el ex miembro del gabinete de Timoshenko, Arseny Yatseniuk. Corrompido por el derrocado presidente Viktor Yanukovich, ganó el papel en las últimas elecciones, con el país traumatizado por la propia corrupción de Timoshenko. Es una triste característica de la escena política ucraniana que su político más independiente y dinámico sea Oleh Tyahnibok, de Ucrania occidental, el controvertido líder del partido nacionalista de extrema derecha, Svoboda. Su partido está inmerso en acusaciones de Bandera-Nazi, mientras que Rusia lo declaró "fascista" y abrió una causa penal contra él por organizar el ataque a los civiles en el este de Ucrania.

4. Los políticos no importan realmente en Ucrania, porque Ucrania es la tierra de los oligarcas. Para bien o para mal, Putin ha puesto fin al dominio oligárquico en Rusia. Los miembros del círculo íntimo de Putin pueden ser inmensamente ricos, pero saben a quién deben su riqueza. Al encarcelar a Mikhail Khodorkovsky, Putin envió un claro mensaje a los todopoderosos oligarcas que controlaban Rusia durante la época del expresidente Boris Yeltsin: manténganse al margen de la política. Ucrania no tenía esta experiencia, y los políticos parecen estar trabajando al unísono con los oligarcas, si no bajo su control. Hay frecuentes tensiones entre ellos, o entre ellos y los políticos; por ejemplo, la persona más rica de Ucrania, Rinat Akhmetov, trabajó en estrecha colaboración con Yanukovich, mientras que otros prefirieron a Timoshenko o Victor Yuschenko. Los intereses comerciales de Akhmetov están relacionados con las industrias metalúrgicas del este y ha organizado a sus 300.000 empleados para que le ayuden a afirmar su control sobre Ucrania oriental y a defenderse de los ataques militares contra civiles, ataques que fueron alentados por otro oligarca, Igor Kolomoisky.

5. La prensa occidental, incluida Forbes, ha subestimado la influencia del oligarca Igor Kolomoisky. Tomando literalmente el concepto de "allanamiento corporativo", Kolomoisky ha empleado unidades paramilitares a su disposición para todo tipo de tomas de control hostiles. Sin duda, un astuto hombre de negocios, consiguió arrebatarle varias empresas a competidores tan poderosos como el actual presidente de Tatarstán y, si creemos a Putin, al oligarca ruso Roman Abramovich. La reciente incursión de Kolomoisky en la política se ha llevado a cabo a la misma gran escala. Aunque reside en Suiza, ha sido nombrado gobernador de la región de Dnepropetrovsk. Ha ofrecido una recompensa de 10.000 dólares por cualquier "separatista ruso", ha proporcionado al ejército ucraniano el equipo necesario y voluntarios nacionalistas armados. Con el ejército ucraniano regular reacio a disparar a su propia población, las unidades de Kolomoisky han participado en varios ataques militares en el este, incluyendo el ataque del 9 de mayo contra Mariupol, donde varios civiles fueron asesinados. Fuentes rusas lo conectan con la masacre de Odessa. Los miembros del nuevo gobierno de Odessa, nombrado después de la masacre, son sus allegados.

La actividad "pro-judía" de Kolomoisky tiene su propia cuota de controversia. Da dinero a varios proyectos de restauración o construcción desde Jerusalén hasta su natal Dnepropetrovsk, sirve como presidente de la comunidad judía en Ucrania, y en 2010 se convirtió en presidente del Consejo Europeo de Comunidades Judías (CECJ), tras su promesa de donar 14 millones de dólares para varios proyectos. Otros miembros del CECJ describieron su nombramiento como una "adquisición hostil al estilo de Europa del Este". Después de que varios de ellos dimitieran en protesta, Kolomoisky renunció al CECJ, pero no antes de crear un comité "alternativo" llamado Unión Judía Europea. Los líderes judíos que están al servicio de Kolomoisky afirman que Ucrania es ahora una sociedad abierta y pluralista, pero a la luz de la tradición de antisemitismo y pogromos de Ucrania, es difícil ser optimista.

La prensa occidental se queja de los medios de comunicación de Putin controlados por el Estado, pero Kolomoisky no tiene menos control de la información. Entre sus participaciones empresariales se encuentran el mayor grupo de medios de comunicación ucraniano, "1+1 Media", la agencia de noticias "Unian", así como varios sitios de Internet, que le permiten azotar a la opinión pública hasta un frenesí anti-Putin. Andrew Higgins del New York Times publicó un artículo con el título "Entre los judíos de Ucrania, la mayor preocupación es Putin, no los pogromos", que elogia a Kolomoisky por adornar Dnepropetrovsk con "el mayor centro comunitario judío del mundo" junto con "un museo del Holocausto de alta tecnología". Higgins señala, sin embargo, que el museo "elude la delicada cuestión de cómo algunos nacionalistas ucranianos colaboraron con los nazis... explicando en cambio cómo los judíos apoyaron los esfuerzos de Ucrania por convertirse en una nación independiente". En otras palabras, este museo de alta tecnología no es más que un proyecto mediático, ya que se centra en cuestiones no relacionadas con el Holocausto a costa de honrar a las víctimas y documentar el papel de los colaboradores ucranianos.

6. Rusia es débil. El país está perdiendo población y disminuyendo geográfica y económicamente. Rusia está claramente sobrecargada. Mire la frontera ruso-china, donde la concentración de población revela un panorama sombrío para Rusia: hay unos 100.000 chinos por kilómetro cuadrado en el lado sur de la frontera contra 10 rusos en el lado ruso. Sólo un fanático rusofóbico podría imaginar que Rusia quiere expandirse. Las repúblicas bálticas, Moldavia, Georgia y Polonia, continúan animando a los medios de comunicación occidentales con las historias de la expansión rusa, porque la OTAN, la UE y los EE.UU. están más que contentos de "hacerle frente a Rusia" y proporcionar ayuda financiera.

7. El Presidente Putin se ha adaptado a los intereses occidentales. A pesar de lo que se lee en la prensa occidental, no protestó por la expansión de la OTAN, renunció a una serie de importantes bases militares rusas
y sólo actuó agresivamente cuando sintió que el patio trasero de Rusia estaba amenazado. La anexión de Crimea, a la vez que respondía a fuertes demandas populares tanto en Rusia como en Crimea, fue una operación limitada que permitió a Putin mantener la credibilidad después de "perder" a Ucrania. Desde entonces, ha dado muchas indicaciones de que está listo para dar el caso por cerrado. Sus objetivos limitados son reconocidos en los escritos y entrevistas de personas como el exembajador en Rusia Jack Matlock, o el ex secretario de Estado Henry Kissinger. Pero lo que hay que subrayar es que el próximo líder ruso podría no ser tan complaciente, especialmente a la luz del acoso continuo e innecesario por parte de los Estados Unidos. Dmitry Rogozin, representante ruso de la OTAN y una figura política seria a la derecha, ya ha declarado que la próxima vez volaría a Ucrania y Moldavia en un bombardero militar, después de que estos países no permitieron que su avión utilizara su espacio aéreo. Lo que dio paso a Hitler fue la continua humillación de Alemania después de la Primera Guerra Mundial. La política de humillación pública de Putin, los llamados a "castigarlo" a él o a Rusia por su mal comportamiento, son insultantes para el líder ruso y sus compatriotas. A diferencia de Alemania en 1939, Rusia todavía tiene muchas armas nucleares. Si Rusia hubiera tenido la intención de esclavizar a Estados Unidos o a sus aliados con su amenaza de bombas nucleares, yo estaría más que contento de repetir tras New Hampshire: "Vive libre o muere". Pero, ¿merece la pena burlarse y amenazar a una potencia nuclear ya enfadada y frustrada por el hecho de entregar Ucrania a gente como el Sr. Kolomoisky y su variada tripulación de oligarcas, nacionalistas y políticos serviles? Esos políticos y periodistas occidentales, que confunden la cuestión de la defensa de la libertad con los juegos de poder a los que está jugando la actual élite ucraniana, deberían ser conscientes de que no están sirviendo, sino más bien traicionando, los apreciados principios estadounidenses.
Sobre el autor:

Vladimir Golstein, profesor de estudios eslavos en la Universidad de Brown. Nació en Moscú y emigró a los Estados Unidos en 1979.