Traducido por el equipo de Sott.net en español.

Fue el filósofo, poeta y novelista español George Santayana (1863-1952) quien nos advirtió a todos:
"Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo."
Al ver el desarrollo de la narrativa promovida por Estados Unidos en los mares del Golfo Pérsico en los últimos días y semanas, esas palabras deberían sonar fuerte en los oídos de todos los que valoran la paz y se oponen a la carnicería, la destrucción y el horrendo despilfarro de vidas que la guerra ocasiona.

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Si uno se traga la propaganda estadounidense esparcida por las primeras planas de los periódicos y los boletines de noticias dominantes en todos los canales de noticias de la televisión occidental, entonces uno es tan brillante como una noche oscura.

En la mañana del jueves 13 de junio, dos petroleros fueron presuntamente atacados en el Golfo de Omán, frente a las costas de Irán. El gobierno de Estados Unidos culpó inmediatamente a Irán por el incidente, sin proporcionar prueba alguna.

Los barcos se dirigían a Japón precisamente al mismo tiempo que el Primer Ministro japonés Shinzo Abe estaba en Teherán. Abe, el primer líder japonés en visitar Irán desde su revolución hace 40 años, estaba celebrando una reunión histórica con el ayatola Alí Jamenei cuando se produjo el incidente.

Qué gran plan. Debe haber llevado meses de intenso pensamiento y deliberación entre los tipos más inteligentes de la cúpula del gobierno iraní.

Traigamos a este japonés para que venga a hablar sobre la paz y el comercio en la región y mientras esté aquí ataquemos a dos petroleros que se dirigen a su país... Es ingenioso. Los corazones japoneses nos van a querer mucho y le mostrará al mundo cuán comprometidos con la paz realmente estamos... Oh, y mientras esté aquí, lo llevaremos a un concierto de Elvis Pressley y lo transportaremos por Teherán en una alfombra voladora.

El Secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, y el Asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, han perfeccionado sus habilidades en el engaño y la mentira durante muchos años dedicados a promover escenarios para justificar las guerras y las intervenciones militares de los Estados Unidos, independientemente de la verdad y la consiguiente pérdida de vidas.

Bolton fue un defensor tan fuerte de la guerra de Estados Unidos en Vietnam que la apoyó desde lejos en los seguros confines de la Facultad de Derecho de Yale. También estaba convencido de que Irak tenía que ser invadida para destruir sus armas de destrucción masiva sin importar el costo en vidas ni la cantidad de sangre derramada.

Pompeo y Bolton mienten incesantemente sobre Venezuela, Irán y el Tratado de No Proliferación Nuclear, Corea del Norte y ahora los incidentes de los petroleros en el Golfo de Omán. Son tan creíbles como Bill y Ben, los Hombres de la Maceta, y sus habilidades mentirosas hacen que Pinocho enfurezca de celos [Bill y Ben, los Hombres de la Maceta, era un programa de televisión para niños de la BBC de los años 50.- NdT].

Aquellos con un poco de materia cerebral entre los oídos pueden ver lo transparentes que son esos dos oportunistas, vendiendo guerras como si fueran vendedores de coches de segunda mano con el kilometraje manipulado y los neumáticos pelados.

El hecho de que se les den plataformas mediáticas y espacio para expresar sus fantasías de horror los convierte en individuos peligrosos. Sin embargo, sólo siguen el camino bien andado de los EE.UU. de inventar incidentes para justificar las guerras.

Ya en 1898, el gobierno estadounidense había entendido la fórmula necesaria para preparar el terreno para las invasiones militares y las guerras. Cuba había librado varias guerras de independencia contra el dominio colonial español cuando Estados Unidos envió el acorazado USS Maine el 24 de enero de 1898 a La Habana con el pretexto de proteger al cónsul americano.

Menos de tres semanas después, el Maine fue hundido por una gran explosión el 15 de febrero y 266 de sus tripulantes murieron.

La indignación contra los españoles siguió a pesar de que el comandante del barco instó a tener cuidado de no sacar conclusiones precipitadas. Fue ignorado y los principales periódicos de circulación etiquetaron a los españoles como salvajes y exigieron represalias contra esos animales sedientos de sangre. La deshumanización de los enemigos es una práctica de los EE.UU. que todavía hoy se aplica con gusto.

Los dueños de los periódicos enviaron a cientos de reporteros y fotógrafos para cubrir los aparentes ataques españoles. Al llegar, muchos se sintieron decepcionados. Frederick Remington escribió a William Randolph Hearst de The Journal de esta manera:
"No hay guerra... Solicito que se me traiga de vuelta".
El ahora famoso cable de Hearst replicó:
"Por favor, quédate. Tú provee las fotos, yo proveeré la guerra".
Durante semanas, The Journal dedicó más de ocho páginas por día a la explosión (J. Buschini, The Spanish-American War, Small Planet Communications, 2000).

A través de una repetición incesante, el grito de guerra por represalias se convirtió en un rugido.
"En los periódicos, en las calles y en... el Congreso. El lema era '¡Recuerda el Maine! ¡Al diablo con España!'" (Buschini)
Con el público y el gobierno de su lado, EE.UU. zarpó hacia la guerra lanzando una era de "diplomacia de lanchas cañoneras". Los sentimientos contra la guerra se ahogaron en el mar de gritos de guerra. El 25 de abril de 1898, el Congreso de los Estados Unidos le declaró la guerra a España. Miles de tropas españolas murieron. Se cometieron múltiples atrocidades contra los prisioneros.

En cuatro meses, Estados Unidos reemplazó a España como potencia colonial en Filipinas, Guam y Puerto Rico, e ideó un estatus especial para Cuba.

El problema es que los españoles no hundieron el Maine. Fue un engaño fabricado para justificar una guerra.

En 1975, una investigación dirigida por el almirante estadounidense Hyman Rickover concluyó que no había pruebas de ninguna explosión externa. La explosión fue interna, probablemente causada por una explosión de polvo de carbón. Curiosamente, las armas y explosivos del buque se almacenaban junto a la carbonera (Michael Rivero, Dictatorship through Deception, New Republic Forum, 24 de diciembre de 1999).

Estados Unidos y sus aliados han inventado o fabricado eventos e incidentes desde 1898 para justificar su participación en guerras o invasiones militares.

El 7 de mayo de 1915, un submarino alemán (U-boat) hundió el Lusitania, un barco de pasajeros británico que mató a 1.195 personas, entre ellas 124 estadounidenses.

No se dijo al público que los pasajeros eran, en efecto, un "escudo humano" que protegía a seis millones de cartuchos de munición estadounidense con destino a Gran Bretaña (James Perloff, "Pearl Harbor", The New American, Vol. 2, No. 30, 8 de diciembre de 1986).

Para Alemania, el barco era una amenaza. Para Gran Bretaña, era un cebo para atraer un ataque. Winston Churchill era el líder del Almirantazgo Británico en ese momento. Documentos históricos exponen el hecho de que estuvo dispuesto a sacrificar la vida de más de mil civiles, incluyendo, de manera crucial, a 124 civiles estadounidenses.

Había calculado, casi con toda seguridad en complicidad con el gobierno de Woodrow Wilson en Estados Unidos, que las municiones cargadas en el barco de pasajeros obligarían a los submarinos alemanes a atacar (Winston Churchill, citado por Ralph Raico, 'Rethinking Churchill', The Costs of War: America's Pyrrhic Victories, 1997).

El conocimiento detallado de la presencia de los submarinos alemanes en el camino a seguir por el Lusitania estaba en manos de Churchill y de la inteligencia naval. No se emitieron advertencias a la indefensa nave de pasajeros. No se organizaron escoltas navales. Viajaba a una velocidad considerablemente reducida. Se tendió una trampa y el submarino alemán hizo lo que se esperaba que hiciera. Esa trágica pérdida de vidas proporcionó la justificación para que el presidente Woodrow Wilson movilizara la participación estadounidense en la Primera Guerra Mundial (Harry V.Jaffa, 'The Sinking of the Lusitania: Brutality, Bungling or Betrayal?' The Churchill Center).

Cínicos cálculos similares, con una gratuita indiferencia por la pérdida de vidas humanas, estuvieron en juego en las maniobras para crear la justificación de la participación de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial.

El 7 de diciembre de 1941, los bombarderos japoneses atacaron la flota del Pacífico estadounidense en Pearl Harbour, Hawái, matando a unas 2.460 personas.

El presidente Roosevelt y sus asesores más cercanos no sólo sabían de antemano del ataque y no lo impidieron, sino que lo habían provocado. El teniente Arthur McCollum, jefe de la sección de Extremo Oriente de la inteligencia de la Marina de los Estados Unidos, escribió el 7 de octubre de 1940 un plan detallado de ocho pasos, diseñado para provocar un ataque (Steve Fry, 'Author: FDR knew attack was coming', The Capital-Journal, 12 de junio de 2001).

Después de reunirse con Franklin Delano Roosevelt (FDR) el 16 de octubre de 1941, el Secretario de Guerra Henry Stimson escribió:
"Nos enfrentamos a la delicada cuestión de la esgrima diplomática que se debe llevar a cabo para asegurarnos de que Japón quede como el malo y de el primer paso en falso, un movimiento abierto."
El 25 de noviembre, después de otra reunión con FDR, Stimson escribió:
"La pregunta era: ¿cómo debemos maniobrarlos [a los japoneses] para que disparen primero?" (Henry Stimson, citado por Robert Stinnett, Day of Deceit: The Truth about FDR and Pearl Harbour, 2000)
Los EE.UU. habían descifrado los códigos diplomáticos y militares japoneses ('The MAGIC Documents: Summaries and Transcripts of the Top-Secret Diplomatic Communications of Japan, 1938-1945', GB 0099 KCLMA MF 388-401).

Un informe secreto de la Junta del Ejército (octubre de 1944) muestra que los militares estadounidenses sabían "la hora y fecha exactas probables del ataque" (Paul Proteus, 'Part One: Pearl Harbour', America's Phoney Wars).

El 29 de noviembre de 1941, el Secretario de Estado reveló a un periodista que se conocía la hora y el lugar del ataque. Esta presciencia fue publicada en el New York Times (8 de diciembre de 1941) (Michael Rivero, 'Dictatorship through Deception', New Republic Forum, 24 de diciembre de 1999).

La Guerra de Corea de 1950 se inició a raíz de una mentira sobre un ataque no provocado de Corea del Norte contra Corea del Sur, y el gobierno estadounidense engañó deliberadamente a las Naciones Unidas.

La participación oficial de Estados Unidos en la guerra de Vietnam se justificó sobre la base de otra mentira, otro incidente ficticio. Por supuesto, habían estado involucrados de manera encubierta durante muchos meses en el suministro de armas, entrenamiento y fuerzas especiales para ayudar a Vietnam del Sur contra los comunistas en el norte del país, pero el 30 de julio de 1964 los servicios de inteligencia estadounidenses informaron que los torpederos norvietnamitas habían lanzado un ataque no provocado contra el destructor estadounidense, el USS Maddox, en el golfo de Tonkín, en Vietnam del Norte.

Fue una invención completa. Una mentira descarada. Una mentira promovida en la televisión nacional por el presidente Lyndon B. Johnson. En los nueve años de guerra que siguieron (8 de marzo de 1965 - 29 de marzo de 1973) se perdieron hasta 4 millones de vidas, incluidos 2 millones de civiles.

En 1983, Estados Unidos invadió Granada sobre la base de un golpe de Estado organizado por la CIA dentro del país. La Organización de Estados Americanos (OEA) "deploró profundamente" la invasión y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas votó 11 a 1 en su contra, pero Estados Unidos ignoró las protestas y siguió adelante de todos modos, bajo el pretexto que su inteligencia militar ya había preparado.

La invasión de Panamá en 1989 se justificó sobre la base de la supuesta muerte no provocada de un soldado estadounidense en un puesto de control dentro del país. Investigaciones detalladas, incluyendo informes de testigos presenciales, revelaron después la verdad de que los soldados estadounidenses abrieron fuego primero y mataron a civiles, incluido un niño. No importa la verdad; la mentira fue utilizada como pretexto para justificar la invasión.

Todos conocemos las mentiras que justificaron la invasión de Irak en 2003. Se fabricaron informes de inteligencia para sugerir la presencia de armas de destrucción masiva. Los inspectores de armas que refutaron la existencia de armas de destrucción masiva antes de la invasión fueron retirados y silenciados. Aquellos que hablaron fueron socavados y desprestigiados. Se desató un infierno de "conmoción y asombro" ('shock-and-awe') contra el pueblo iraquí y al menos un millón de vidas fueron destruidas. Todo basado en una mentira, una falsa bandera, una justificación inventada.

Hoy en día, Estados Unidos está nuevamente ocupado en el mismo asunto. Los videos en blanco y negro que se ofrecen como "prueba" de la participación iraní en los ataques a los petroleros han sido descartados cortésmente como "no concluyentes" por algunos gobiernos, y como una completa tontería por otros. Aparentemente, muestran a las fuerzas de la Guardia Revolucionaria iraní colocando minas en el casco de uno de los petroleros.

Pero Yutaka Katada, presidente de la compañía japonesa que opera el petrolero Kokuka Courageous, golpeado por una explosión que dañó su casco, ha refutado la versión estadounidense de los hechos en comentarios a los medios de comunicación japoneses, diciendo que la tripulación del barco vio un objeto volador antes de la explosión.

Nadie en su sano juicio debería ser estafado por más mentiras estadounidenses. El menos probable de estar involucrado en estos ataques a los petroleros es Irán. El más probable de estar involucrado es EE.UU., para proporcionar el pretexto de otro ataque o invasión militar contra un país que se niega a seguir la línea yanqui y hacer lo que Washington exige. No se crea el bombo. Rechace las mentiras de Estados Unidos y las maniobras belicistas contra Irán.