Escribí esto en parte como una forma de desahogar la rabia que siento, pero al mismo tiempo también tiene la intención de compartir un hecho que muestra el grado de deterioro humano en el que estamos inmersos.
university of chile
Recientemente se generó un gran escándalo en Chile porque se destaparon dos tesis universitarias donde los estudiantes que las habían escrito defendían y legitimaban la pedofilia. Estas tesis fueron escritas por un estudiante de pedagogía y otro que estudiaba en uno de estos nuevos departamentos que dan títulos en algo relacionado con estudios de género. Lo más alarmante del suceso es que ambas tesis fueron aprobadas por los académicos evaluadores y en consecuencia ambos estudiantes obtuvieron sus títulos. Uno de ellos está ahora habilitado para enseñar a niños y adolescentes.

En un video de YouTube, ahora retirado, Agustín Laje discute las tesis, leyendo y analizando fragmentos de una de ellas (con bastante buen tino en mi opinión). Siguen algunos extractos a continuación.

La primera tesis (la del estudiante de pedagogía) se titula "El deseo negado del pedagogo: ser pedófilo". El autor se llama Mauricio Ernesto Quiroz Muñoz y es activista LGBT. En palabras sencillas, según este individuo cuasi humano, el deseo negado del pedagogo, del maestro, del profesor o del experto en pedagogía, es ser pedófilo.

El autor escribe en la introducción de su tesis:
La figura del pedófilo, desde un enfoque histórico y filosófico, nos obliga como pedagogos a replantearnos nuestra concepción de la sexualidad infantil/adolescente y la nuestra propia, removiendo así los dogmas del adultocentrismo.
Agustín Laje comenta:
Lo que quiere hacer está claro en el resumen, es eliminar los dogmas del 'adultocentrismo' (neologismo acuñado por el autor)... hay que eliminar dogmas y entre esos dogmas está la idea de que el pedófilo es malo, de que el pedófilo es un monstruo.
El autor continúa:
Una de las tareas de la filosofía es destruir los mitos, las falsas creencias y las superficialidades del sentido común, y quizá no haya mayor mito que el del pedófilo, cuya mera mención evoca pánico e indignación. La sociedad dice que el pedófilo es un monstruo que acecha en los márgenes de nuestras ciudades, un criminal, algo que debe ser tratado de forma inhumana. ¡Lástima que yo no crea en los monstruos!
El primer capítulo de la tesis se titula "El pedófilo y la educación: el régimen asexuado", y comienza así:
La escuela del siglo XX tuvo como gran paradigma el régimen asexuado de la infancia. Este régimen proclamaba la pureza sexual y ontológica del niño. Los niños (se pensaba y afirmaba) no conocen el sexo, el pene, la masturbación y el clítoris, y mucho menos el ano. Había un cierto olvido de su sexualidad. [...] La figura que más radicalmente cuestionó este dogma en el siglo XX fue el pedófilo. La razón de su cuestionamiento se debe a que el pedófilo, en la medida en que siente atracción sexual erótica hacia el niño, supone que los niños son susceptibles de ser erotizados. [...] Varios autores pedófilos y pro-pedófilos (como Foucault) tenían la misión de demostrar que, además de ser sujetos sexuales, los niños también podían ser sujetos de consentimiento sexual con los adultos, que es posible que un niño desee estar con un adulto y, además, que este deseo es legítimo. [...] Los niños, para el pedófilo, no son seres sin voz. [...] Puede que a nuestra sociedad todavía le escandalice hablar de sexualidad en la infancia, incluso puede que haya grandes grupos que se opongan a creer que el niño tiene sexualidad, pero no cabe duda de que tal creencia ya no es absoluta, hoy en día desde diferentes grupos se asume que el niño tiene sexualidad. El pedófilo, como cuestionador del régimen asexual, es una figura interesante para el pedagogo ya que nos obliga a replantearnos cómo hemos visto la sexualidad de nuestros alumnos. El pedófilo será una figura clave para el pedagogo porque el pedagogo lleva dentro el deseo pedófilo negado.
Otro capítulo se titula: "Sócrates, el profesor pedófilo". Estos son algunos extractos de ese capítulo:
Es sorprendente lo diferente que vemos hoy la pedofilia que en siglos anteriores. Es bien sabido cómo las prácticas pederastas eran algo bien visto y promovido por los antiguos griegos. Para ellos las prácticas pederastas eran la mejor manera de asegurar la buena educación de los niños.
Sin embargo, el autor nunca deja claro cómo llega a esta conclusión. Durante toda la tesis no da ni una sola referencia concreta que la apoye. La intención de este pervertido es decir: "Mira, los antiguos griegos pensaban que la pedofilia era buena y que la pederastia era una forma estupenda de transmitir educación. ¿Por qué somos tan arcaicos? ¿Por qué nos reprimimos? ¿Por qué no nos fijamos en lo que el mundo griego tiene que enseñarnos?".

Por supuesto, este desviado no es consciente de que aunque eso fuera cierto (que no lo es) que los griegos de hace 2000 años pensaran que la pedofilia era buena, no significa absolutamente nada. También creían otras cosas que pocos o ninguno de nosotros hoy consideraríamos dignas de imitar, por ejemplo, que la esclavitud era legítima o que subyugar a las mujeres era aceptable.

A continuación, el autor escribe sobre la supuesta "relación amorosa" de Sócrates con sus discípulos. Pero antes de leer esta parte, Agustín Laje comenta:
Ahora bien, aquí hay un grave defecto académico. No hay un análisis lingüístico sobre el tema del amor, siempre se habla del amor como amor sexual carnal, pero los antiguos griegos tenían muchas palabras diferentes para referirse al amor. El fenómeno del amor es un fenómeno muy complejo. Por ejemplo, eros no es lo mismo que philia. Eros tiene ciertamente una dimensión de deseo, de pasión, una dimensión carnal incluso, aunque tampoco es reducible a lo sexual. Por el contrario, philia tiene una connotación de amistad, afecto, admiración mutua. También se utiliza para referirse a cosas, por ejemplo, la filosofía es el amor al conocimiento, el amor a la sabiduría. Philo viene de philia. Storge era otra palabra utilizada para designar el amor natural, el amor filial, el amor fraternal, el amor dentro del grupo familiar. También existía ágape. Este último se refiere al amor incondicional, incluso sacrificado. [...] Por lo tanto, [...] aquí hay una ausencia total de una reflexión sobre lo que es el amor para los griegos, y así se da por sentado que el amor tiene que ver con las relaciones sexuales, que cada vez que hablamos de amor estamos hablando de sexo.
Luego viene una sección en la que el autor afirma que los jóvenes discípulos de Sócrates deseaban sexualmente a su maestro (no se explica de dónde saca esto), y que Sócrates reprimirá el aspecto sexual de la relación con sus alumnos y cambiará este placer del cuerpo por el placer del conocimiento. Según el autor, Sócrates se convierte en pedagogo rechazando sexualmente al alumno, negando el amor de tipo sexual que se le exige y transformándolo en un placer de tipo sapiencial.

El autor de la tesis escribe:
Tendemos a entender la sexualidad como algo meramente penetrativo, coital y genital. Por ejemplo, perder la virginidad no deja de ser un signo de inicio de una vida sexualmente activa. La verdad es otra, la sexualidad puede expresarse de infinitas maneras en el ser humano, y el cuerpo genitalmente restringido es un indicador más de una sexualidad hetero-reproductiva. La sexualidad es, en última instancia, una cuestión de placer.
Y aquí el autor desarrolla su distorsionada hipótesis (con muy mala lógica y sin respaldar sus afirmaciones con nada concreto), tratando de concluir que el "placer" sólo tiene una dimensión y que ésta es sexual. Cualquier forma de placer es en su raíz más profunda de naturaleza sexual. ¡Sí!, el placer de un buen plato de pasta, de ver crecer a los hijos, de escuchar una bella pieza musical, de aprobar un examen, de alcanzar un logro en la vida... en definitiva, cualquier forma de placer refleja un deseo sexual satisfecho (enrevesado, ¿verdad?).

Lo que el autor pretende establecer aquí en última instancia es que el placer de Sócrates al enseñar a sus alumnos le convierte esencialmente en un pedófilo porque eso significa que desea sexualmente a sus discípulos (¡de dónde habrá salido semajante aberración pseudointelectual¡).

Este adefesio pseudoacadémico ha sido aprobado por la Universidad de Chile, ¡lo que ha permitido a este asqueroso ponerse delante de una clase de niños o adolescentes!

La tesis continúa con interpretaciones más retorcidas de otros autores. Más adelante toma el Emile de Rouseau y saca todo tipo de conclusiones caprichosas y sin fundamento. Mi impresión es que este tipo no hace más que proyectar su perverso y distorsionado mundo interior en su tesis. Sinceramente, no me parece tan escandaloso, al fin y al cabo sabemos que hay mucha gente patológica entre nosotros. Lo más preocupante es que un grupo de académicos de la Universidad de Chile APROBÓ este absurdo mal llamado tesis. Es decir, este muchacho hizo apología de un delito (de los más horrendos, por cierto) y sus profesores lo aplaudieron.

Imaginemos que yo hago mi tesis final reivindicando la esclavitud a través de un montón de basura retórica mal montada y mal fundamentada. ¿Sería de esperar que mis profesores me aprobaran sin más? ¿No sería alarmante que me aprobaran sin cuestionar no sólo la moralidad de mi trabajo, sino sin denunciarlo por el hecho de que aboga por algo considerado por la ley (y la sociedad) como un crimen atroz? Pues bien, esto es lo que ocurrió. Este tipo no sólo estaba pidiendo permiso para cometer un delito una vez obtenido su título de profesor, sino que estaba tratando de sentar un precedente que legitima lo que para cualquier ser humano normal es uno de los crímenes más horrendos imaginables.

¡Un verdadero horror y otra señal de los tiempos en que vivimos!