Los creadores aseguran que el uso de estas tecnologías determinará el futuro en esta rama de la ciencia médica.
Emma
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Emma nació con artrogriposis múltiple congénita (AMC), una rara enfermedad que paraliza las articulaciones y extremidades. Debido a esta condición, esta niña de dos años de edad no podía jugar con muñecas, llevarse comida a la boca o abrazar a su madre.

Esto fue así hasta que los ingenieros estadounidenses del Hospital Nemours/Alfred I. duPont, en Wilmington, la mayor ciudad del estado de Delaware, utilizaron una impresora 3D para crear un exoesqueleto resistente que le ayuda a levantar los brazos. Emma fue capaz de llevarse dulces a la boca por primera vez tras usar el chaleco de apoyo de plástico.


El exoesqueleto robótico de Wilmington (WREX, por sus siglas en inglés) está hecho de láminas de metal con bisagras, bandas elásticas de resistencia y una serie de piezas plásticas impresas en 3D, y fueron bautizados por la misma Emma como sus "brazos mágicos".

A diferencia de modelos antiguos, que en su mayoría estaban hechos solo de metal y estaban sujetos a una estructura también metálica que los sostenía, esta nueva generación de exoesqueletos requiere de materiales más ligeros y que además son muy fáciles de reponer, lo cual sustenta la versión de los creadores, que aseguran que el uso de estas tecnologías determinará el futuro en esta rama de la ciencia médica.

Emma fue uno de los primeros pacientes en usar el WREX. Ahora, unos 15 pacientes más del hospital están usando este tipo de chalecos. La facilidad de la impresión en 3D hace que la personalización de piezas sea posible. Cuando se rompe una pieza, las impresoras 3D permiten soluciones rápidas, y si a un niño le queda chico el chaleco, los ingenieros simplemente pueden imprimir partes que se ajusten al crecimiento del menor.

"Emma ya creció mucho para su primer chaleco y ahora estamos en el segundo, que está todavía en evolución", dijo la madre de Emma, Megan Lavelle.