Vivir sin dinero o con muy poco. Utopía. Locura...Depende de lo que uno sienta, y por supuesto, de cómo se organice. Existen dos casos conocidos que lo están logrando. Merece la pena detenerse por un momento a saber algo de ellos, y luego a criticarlos, o a imitarlos. A gusto del "consumidor". Lo más curioso, es que se trata de alemanes. Por un lado, la familia de Rafael Fellmer y por otro, la jubilada Heidemarie Schwermer. Veamos.

La profesora y psicoterapeuta que no necesita dinero y tiene un móvil

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Heidemarie (izda) con una vecina suya
La más conocida tal vez sea la alemana Heidemarie Schwermer, de 74 años y que lleva 16 viviendo sin dinero. Y en medio de Alemania, en Dormund, no en una selva amazónica don una tribu sin descubrir. Tras quedarse viuda y dejar su puesto de profesora y psicoterapeuta, y ver que sus hijos ya estaban crecidos, probó a no trabajar. Relajarse. Y pudo comprobar cómo podía sobrevivir perfectamente sin ganar dinero. Tras ir diciendo adiós a sus ahorros, empezó a desarrollar su truco, que la ha hecho conocida dentro de las comunidades de personas que viven sin dinero: El Trueque. Algo que no ha sido inventado ayer mismo.
Trueque.
1. m. Acción y efecto de trocar (cambiar).
2. m. Intercambio directo de bienes y servicios, sin mediar la intervención de dinero.
¿En qué condiciones vive? En un pequeño refugio tiene su despachito, con ordenador, Internet, teléfono móvil... ¿Pero eso cuesta dinero mantenerlo? Claro. Y ella trabaja. Además del libro que ha escrito cuyos beneficios en su totalidad repartió entre mujeres maltratadas, asistentes sociales y colectivos de ayuda, porque ella no lo iba a necesitar, da consejos a través de Internet. A cambio, recibe trueque, no dinero. Le llenan el crédito de la tarjeta de su móvil, le mantienen Internet... Es decir, trabaja a cambio de cosas que necesita, no de dinero físico. Esto hace que reduzca sus necesidades a lo mínimo y que trabaje lo justo para vivir además de hacer lo que le gusta. Y no vive mal. A su proyecto lo ha denominado Dar y recibir (Gib und Nimm) creando asimismo una plataforma de personas a lo largo de toda Alemania que practican el trueque como forma de vida. Heidemarie, pasó de tener miedo a no saber donde dormir y viajar durante más de un año con una maleta en la que cabían todas sus pertenencias, a hacer realidad eso de que "menos es más". Menos dinero, menos materialismo, menos consumismo, menos necesidades, es más libertad, más vida en común, más solidaridad, más contacto con las personas, más humanidad. "El dinero separa a las personas" asegura Heidemarie.

Los Fellmer: padre, madre, niña, muy poco dinero e ilusiones y proyectos de vida. De una vida diferente

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Rafael y Nieves en su casa con acopio de comida
Hay otra familia alemana, la compuesta por el arquitecto alemán Rafael Fellmer, su pareja, la española Nieves Palmer, y una hija pequeña de ambos, que viven a las afueras de Berlín viviendo de objetos desechados, incluso de comida, la mayor parte caducada. No tienen cuenta bancaria, y no pagan alquiler. La casa es pequeña y el dueño les permite vivir a cambio de trabajo. Han tenido muchas críticas por vivir de esta manera más si cabe habiendo estado embarazada y actualmente cuidando a su criatura de pocos años de vida. Pero ellos, firmes ante las críticas, han demostrado que se puede vivir de semejante manera manteniendo una educación y salud excelente a su hija y a ellos mismos. No todo lo que recogen se lo quedan. Lo reparten entre otras personas, vecinos, etc.

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Los Fellmer con la pequeña
No estamos hablando de alguien sin estudios o sin oportunidades. Por si alguien lo piensa. Rafael Fellmer estudió en La Haya. Viajó por Centroamérica y Sudamérica en donde además de conocer a la española Nieves, se dio cuenta que gracias al couchsurfing, a la solidaridad de la gente y sus necesidades reducidas a lo mínimo, podía vivir perfectamente. A su vuelta a Berlín, vivió en casa de sus padres hasta que encontró una casa en la que le permitían vivir a cambio de su trabajo. El espíritu y el ejemplo del viaje por Latinoamérica había calado en él. Y empezó a poner en práctica su nueva forma de vida. Aunque aseguran que el cien por cien es difícil vivir sin dinero. "Existen cosas o servicios como la consulta de ginecólogo que hay que pagar con dinero, el sistema no es perfecto". Pero lo más fácil es la comida. No sólo recogiendo alimentos de donde sobra sino de compartir, en plataformas como foodsharing que funcionan en países como Alemania.
"No todo el mundo debe ni puede vivir como nosotros. Se trata de comprometerse y de protestar. De cambiar. De dar un paso". Rafael Fellmer
Ellos no son los únicos. Daniel Suelo, un norteamericano de 48 años, vive en una cueva en Utah tras darse cuenta de que el origen de su depresión clínica era la angustia y ansiedad que le originaba la preocupación por la ausencia y presencia del dinero, por ganarlo, mantenerlo, administrarlo y no perderlo. Por no hablar de cientos de viajeros que recorren el mundo a base de la solidaridad de las personas.
Oí una vez la anécdota de un famoso periodista que en sus tiempos de estudiante, debía pasar con 25 pesetas (poco para su época) más de la mitad de un mes. Le agobiaba tanto el cómo administrar ese dinero que lo dio a un pobre. El afamado periodista narraba la liberación que le supuso el quedarse sin dinero. Liberación mental.
Cada uno que piense lo que quiera. Que viva a su manera, Que respete a los demás. Pero lo que está claro es que las prisiones más fuertes no son la de los muros de hormigón ni piedra. Vivimos rodeados de prisiones sociales, mentales, en forma de prejuicios, miedos, y por supuesto, en forma de dinero.