Aún impactado por el vídeo de Jim Foley, tras el aluvión de fotos de niños muertos en Gaza, el fotoperiodista aboga por mostrar las matanzas "sin ser gratuitamente brutal"

Gervasio Sánchez
© EFEGervasio Sánchez con su libro ‘Sierra Leona, Guerra Paz’.
La noche del martes, víspera de la entrevista, se la pasó Gervasio Sánchez prácticamente en vela. Le enviaron el vídeo de la decapitación de Jim Foley y estuvo hasta altas horas hablando con unos y con otros para descartar que fuera un montaje. "Es una escenografía de la muerte brutal. Yo no veo estas imágenes por morbo, sino como profesional, como he visto otros vídeos de matanzas del ISIS -actual EI- y de otros grupos armados, que eran para ponerte los pelos de punta. Los cuelgan en internet porque les interesa mostrar sus brutalidades", explica el prestigioso fotoperiodista, curtido en mil conflictos, intacta su sensibilidad. "Ellos saben que esto va a tener un gran impacto. Con su política macabra de secuestro de periodistas, de asesinatos en masa, el ISIS ha conseguido que la guerra no se cubra. Pronto va a ocurrir con Irak y otros conflictos. Al final vamos a tener una información vinculada a la propaganda y esto hace daño al periodismo", advierte urgido por la actualidad, antes de conversar sobre cómo se fotografían otras batallas.

Las imágenes de niños fallecidos en Gaza son terriblemente duras.

-Las imágenes que se publican casi nunca son las más escabrosas. Yo he entrado en morgues y he estado presente después de un bombardeo salvaje y si uno quiere hacer imágenes escabrosas, puede hacerlas en cada metro cuadrado. Cuando estalla una bomba y destroza en mil pedazos un cuerpo, te puedes imaginar.

¿Considera justificado fotografiar a menores víctimas de conflictos?

-Si hay un bombardeo y hay muertos, hay que tomar imágenes para documentarlos, pero es importante poner un límite a la manera de mostrar la intensidad del desastre. Yo casi siempre intento buscar un plano que no sea gratuitamente brutal.

¿Dónde está la delgada línea entre la fotodenuncia y el morbo?

-Ha caído una bomba y ha matado a quince niños. Hay tres partidos por la mitad, cuatro decapitados y uno con la cabeza al revés. Fotografiar ese tipo de cosas ¿va a servir para algo? Yo, como periodista, no lo veo. Lo que sí voy a hacer es buscar un encuadre que pueda mostrar la brutalidad de la matanza. Quizá si los cuerpos están muy destrozados, habrá que fotografiarlos tapados. Esa es mi forma de medir las cosas.

¿En alguna ocasión no ha llegado ni a desenfundar la cámara?

-Yo he estado muchas veces en las morgues y no he hecho ninguna fotografía, porque al final llega un momento en que dices: ¿De qué sirve mostrar este desastre? Pero si llegas a un sitio y hay gente que ha sido asesinada, como la matanza que hubo de los kurdos o la que hubo en Sabra y Chatila, hay que fotografiar lo que está pasando. Te encuentras todas las calles llenas de cadáveres y tienes que mostrarlos.

¿Los padres muestran los cadáveres de sus hijos a los fotógrafos como un grito de denuncia?

-Si un padre ve destrozado a su bebé sobre el asfalto o a su niño de cinco años, evidentemente quiere mostrarlo. Donde antes había tres fotógrafos, hoy día, con los teléfonos móviles, se han multiplicado por diez. Las preguntas que yo me hago son: ¿Eso ha ocurrido? Sí. ¿Es denunciable? Sí. ¿Hay que mostrarlo? Sí. Ya está. No hay otra explicación. Lo demás son argumentaciones que se hacen en busca de excusas para no mostrar lo que ocurre.

Hay gente a la que le desagrada toparse con estas imágenes tan crudas en las redes sociales.

-Quizás lo que hay que hacer es avisar de la crudeza de las imágenes. Lo que pasa es que estamos en una situación en la que todo puede aparecer en cualquier contexto. En el cerco de Sarajevo del año 92 yo me tiraba semanas sin mandar una sola imagen. Las hacía y luego salía de Sarajevo y las mostraba. Las agencias internacionales hacían un rollo y mandaban una imagen o dos, porque los sistemas de transmisión eran muy lentos. Hoy día puedes mandar veinte imágenes en segundos, con lo cual acaban llegando imágenes por todas partes con una facilidad impresionante.

¿Es de esos fotógrafos que se colocan el chip profesional para tomar distancia o se queda 'tocado'?

-No me gusta hablar de lo que siento realizando mi trabajo. Estoy cansado de compañeros o compañeras que hablan más de lo que les pasa a ellos que de lo que pasa sobre el terreno. Yo no soy el protagonista. Hay gente que dice: A mí la cámara me sirve como filtro. A mí no. No me amortigua el dolor. Nunca lo he conseguido, ni quiero. Yo quiero ser golpeado por lo que estoy viendo. De hecho, creo que si no sientes el dolor de las víctimas, no vas a poder transmitir con decencia. El día que no sienta lo que estoy viendo me retiraré. Yo no voy a criticar a un compañero que diga que está inmunizado, ni a otro que solo piense en ganar premios. Cada uno tiene su rutina. Lo que tengo claro es que es muy difícil estar en una zona donde están pasando hechos tan brutales y aislarte.

Tras el 11-S se pactó con los medios no difundir imágenes de las víctimas. ¿Qué le parece?

-Hay que partir de por qué los muertos del primer mundo deben ser respetados y los muertos del tercer mundo deben tener otra forma de presentación. Hay mucho cinismo oculto, mucha hipocresía. Está claro que tras el 11-S las autoridades americanas impusieron una censura férrea y no dejaron que se publicasen fotografías de gente lanzándose al abismo. Yo creo que incluso los medios de comunicación no se sintieron en general muy contentos por lo que pasó. Mi pregunta es por qué el 11 de septiembre se mostró de una manera y los atentados de Atocha se mostraron de otra.

¿Y cuál es su explicación?

-Son sociedades distintas. En España hay una permisividad mayor cuando se trata de mostrar imágenes porque ha pasado también con atentados de ETA. Hemos visto imágenes muy crudas a lo largo de treinta años. En Estados Unidos hasta la guerra de Vietnam también se mostraban, había soldados muertos, heridos, imágenes de matanzas hechas incluso por los estadounidenses... ¿Por qué hoy se censura todo esto? No es por motivos morales. Mienten descaradamente. Se censura porque el impacto que tuvieron esas imágenes en Estados Unidos fue tan brutal que hizo mucho daño al gobierno americano. Lo que quieren evitar es que esas imágenes puedan hacer daño a sus campañas militares en Irak, Afganistán o donde sea. Por lo menos que digan las cosas claramente. No se hace por razones morales, sino para no ser dañados en su imagen como nación, Estado o ejército.

Las partes en conflicto se suelen acusar de manipular las imágenes.

-Los israelíes que ahora se quejan de las imágenes de la matanza de palestinos en Gaza se han olvidado de que cuando había kamikazes palestinos asesinando a israelíes ellos mostraban crudamente la realidad y veías los autobuses abiertos en canal con los cadáveres sentados en los sitios y destrozados. ¿O es que se les ha olvidado? Cuando han tenido ocasión de mostrar a sus muertos brutalmente los han mostrado. En aquellos tiempos de los atentados kamikazes, los palestinos te decían: Eso es propaganda, no ha ocurrido, se ponen ellos sus propias bombas. Yo lo escuchaba y decía: Pero, ¿cómo puedes decir esto? Gente, además, muy inteligente. Esto ha pasado y va a pasar siempre.


En internet se muestran imágenes crueles de matanzas, pero ¿hacen reaccionar al ciudadano?

-¿Qué puede hacer un ciudadano de a pie? Estamos en un mundo muy confuso, en el que hasta yo mismo que tengo información y estoy acostumbrado a recibir imágenes, a veces me quedo sin palabras. Si tú, que eres un profesional, te quedas sin argumentos, el pueblo en general... Sin justificar al público, porque yo creo que las guerras ocurren porque hay una pasividad absoluta, porque hay un mercadeo de armas y unos negocios tremendos al lado de la guerra y la guerra seguirá existiendo por tiempos inmemoriales. Otra parte es por qué nos manifestamos en contra de la guerra de Irak y no contra la de Siria o Sarajevo. El público muchas veces se deja subyugar o influir por la ola mediática.