El cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko presenta características distintas e inesperadas, según datos obtenidos por la sonda Rosetta de la ESA y su robot Philae. Ahora, dos astrónomos tienen una explicación radical para dichas características: podrían ser debidas a la presencia de microorganismos en el cometa. Hoy presentan sus ideas en el Encuentro Nacional de Astronomía que se celebra del cinco al nueve de julio en Llandudno (Gales).
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© ESA/Rosetta/MPS for OSIRIS Team MPS/UPD/LAM/IAA/SSO/INTA/UPM/DASP/IDA
El cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko ha sido estudiado al detalle por la sonda Rosetta y su robot Philae (aterrizado en el cometa en noviembre de 2014), ambos de la Agencia Espacial Europea (ESA). Así es como se ha podido saber que este cuerpo celeste presenta características distintas e inesperadas.

Ahora, dos astrónomos tienen una explicación radical para dichas características: podrían ser debidas a la presencia de microorganismos en dicho cometa. Estos seres pequeños habrían dado forma a la actividad cometaria.

Los astrónomos en cuestión son Max Wallis, de la Universidad de Cardiff (Gales), y Chandra Wickramasinghe, director del Centro de Astrobiología de Buckingham. Wallis presentará hoy sus ideas en el Encuentro Nacional de Astronomía que se celebra del cinco al nueve de julio en Llandudno (Gales).

Datos de Rosetta

Los datos de Rosetta han revelado, entre otras cosas, que hay una irregular "forma de pato" en el cometa, de unos 4,3 por 4,1 kilómetros de extensión.

Según informa la Royal Astronomical Society del Reino Unido en un comunicado, parece que esta formación tiene una corteza negra y hielo subyacente. Las imágenes muestran, además, que presenta grandes 'mares' lisos, cráteres de fondo plano, y una superficie salpicada de mega bloques.

Los lagos presentes en los cráteres son masas de agua que han vuelto a congelarse, aparentemente sobrepuestas con restos orgánicos. Surcos paralelos reflejan la flexión de la asimétrica formación lobulada, generada por la fractura de su hielo interior.

Wallis y Wickramasinghe argumentan que estas características serían consistentes con una mezcla de hielo y material orgánico consolidado bajo el calor del sol que el cometa recibe durante su órbita por el espacio, y que haría posible que contuviese microorganismos activos.

El modelo desarrollado por los investigadores señala que estos microorganismos probablemente hayan requerido masas de agua líquida para colonizar el cometa y que podrían habitar las grietas de su hielo y de su 'nieve'.

Los organismos que contienen sales anticongelantes son particularmente eficientes adaptándose a estas condiciones, y algunos de ellos pueden permanecer activos incluso a temperaturas tan bajas como -40ºC.

Bajo el calor del sol

Las zonas del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko iluminadas por el sol se han acercado a estas temperaturas durante el pasado mes de septiembre, cuando el cometa se hallaba a 500 millones de kilómetros del Sol y sus leves emisiones de gases eran evidentes.

A medida que la órbita del cometa se acerca a su punto más cercano al sol - el perihelio está a 195 millones de kilometros- la temperatura del 67P/Churyumov-Gerasimenko va en aumento, al igual que sus emisiones de gases. Los microorganismos presentes en él, también podrían volverse cada vez más activos entonces, según estos astrónomos.

Wallis afirma que: "Rosetta ha demostrado ya que este cometa no puede ser considerado un cuerpo inactivo ultracongelado, sino que tiene procesos geológicos y que podría ser más hospitalario con microformas devida que nuestro regiones árticas y antárticas".

Wallis y Wickramasinghe citan como otra prueba más de que puede haber vida en el 67P/Churyumov-Gerasimenko el hecho de que Philae haya detectado abundantes moléculas orgánicas complejas en la superficie del cometa.

Wickramasinghe concluye que: "Si el orbitador Rosetta ha encontrado evidencia de vida en este cometa, este sería un merecido homenaje para el centenario del nacimiento de Sir Fred Hoyle, uno de los pioneros indiscutibles de la astrobiología".

Restos alienígenas en un meteorito

En 2011, un reputado científico de la NASA llamado Richard Hoover también afirmó haber descubierto diminutos restos fósiles de vida alienígena, en aquel caso en meteoritos.

Hoover analizó fragmentos de varios tipos de meteoritos condritos carbonáceos con un potente microscopio, para tratar de encontrar en ellos niveles de agua y materiales orgánicos. Según él, lo que halló en estos fragmentos fueron restos de criaturas alienígenas, similares a las bacterias. En aquel caso, sin embargo, la NASA no apoyó el supuesto descubrimiento de Hoover.