Se conoce simplemente como "Federico". Y provoca muchas suspicacias y recelos. No sólo porque va por ahí sin apodo, a diferencia de la mayoría de la mayoría de los rufianes clandestinos, sino porque de boca en boca dicen que está "muy bien conectado" entre las altas esferas políticas y sociales que sustentan el negocio.
protestas México
© Gardenia MendozaEs un negocio reclutar gente y armar grupos pagados para engrosar las más de 20 marchas de protesta que se manifiestan cada día en la capital mexicana.

Federico Flores se dedica a reclutar gente y armar grupos pagados
para engrosar las más de 20 marchas de protesta que se manifiestan cada día en la capital mexicana según recuentos de la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo del Distrito Federal.

Este mediodía tiene bajo su mando a 100 personas que se han congregado en el patio de su casa de la colonia Díaz Mirón, en la delegación Gustavo A. Madero, con miras a armar un alboroto en contra de la evaluación educativa que trae entre ceja y ceja a una fracción del sindicato contra la Secretaría de Educación Pública.

El blanco de la marcha tiene este día un tinte intelectual aunque no siempre es así. Quienes trabajan con "Federico" saben, como buenos mercenarios, que el objetivo a derribar no siempre es el mismo: hoy es la SEP; mañana, el uso de animales en los circos o la inseguridad; contra el maíz transgénico, o los fraudes inmobiliarios.

"Yo voy a todos porque me pagan lo mismo", cuenta Luna Bello, una madre de familia que alterna su trabajo de mesera con el de "marchista" (así mismo se define), dos labores que considera dignas en la misma proporción porque ambos complementan los gastos de su hijo de 10 años quien hoy la acompaña.

Bello sabe que Federico, "su jefe", tiene entre sus clientes favoritos al izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), sobre todo en épocas electorales, pero una vez que pasan los comicios se vende al mejor postor, sea empresa, sindicato, organización, particular, funcionario o partido político.

Ventajas de los marchistas

Los partidos políticos cuentan con un presupuesto anual que ronda los 500 millones de dólares que ejercen de manera discrecional y permite desviar recursos hacia marchistas aliados sin que nadie les haga cuestionamientos.
Protestas México
© Gardenia Mendoza
"La protesta social en México se ha desvirtuado a tal punto que ya es muy difícil saber cuándo son auténticas y cuando no", alerta Nicolás Loza, académico de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. "Hemos visto cosas tales como a gente pagada por el narcotráfico para impedir la llegada del ejército a zonas que están bajo su control o a manifestantes que tiran molotovs en una marcha pacífica".

Federico garantiza que nada se vaya de las manos, sabe cómo mover masas.
"Ya saben lo que hay que hacer", dice a un grupo de muchachos vestidos de mezclilla que a la voz de mando comienzan a repartir "un kit de comida" que lleva un sándwich, un jugo pequeño y una fruta. El dinero lo darán después, en un pago mensual de alrededor de 125 dólares, que incluye seguro médico, boletos de cine y un pase doble para Six Flags.

Luna toma el sándwich entre las manos y se enfila camino al autobús de transporte que la llevará a la explanada de la Delegación Gustavo A. Madero, de donde partirá la marcha. Sube con su hijo de la mano y se sienta exhausta en el sillón.

Tiene cáncer de mama y lo último que quiere es marchar pero no quiere desistir:
A quienes "flojean", las dejan de llamar y las relegan; en cambio, para las que aguantan el rimo de tres o cuatro protestas los beneficios fluyen: pago de luz, agua, renta y, al final una casa.

- Ah, qué bueno sería tener una casa propia- suspira Luna mientras enrolla una pancarta en la que se lee: "muera el gobierno".

La ley que intenta regular las marchas

Era un grupo pequeño. No más de 12 personas. Tomaron como escudos las vallas metálicas que la policía del Distrito Federal había colocado a la entrada de la puerta del Palacio Nacional y arremetieron contra ésta una y otra vez y, al ver que no podían derribarla, se fueron con todo y explosivos para incendiarla.

La agresión activó al sistema hidráulico que evitó el fuego y al congreso federal, que desempolvó una rezagada ley que desde diciembre de 2014 busca regular una "ley antimarchas", para frenar o, al menos controlar, una creciente protesta social que se concentra principalmente en la capital mexicana. Entre otras restricciones, la legislación contempla que el Estado puede controlar a su libre albedrío los lugares y espacios a los que puede llegar una manifestación, así como el tipo de movimiento. También solicita a los organizadores anticipar a la autoridad al menos con 48 horas la realización de una protesta.


Comentario: En otras palabras, miembros del propio gobierno contratan a manifestantes para que generen violencia, lo cual a su vez les permite acomodar las leyes para instaurar un estado policial. ¿Y la voz del pueblo? Pues no se oye claramente, porque es difícil distinguir entre protestas legítimas y este tipo de "protestas a sueldo". Una táctica bien conocida por toda América Latina.


¿Cuánto cuesta?

El gobierno de la Ciudad de México gasta anualmente alrededor de 100 millones de dólares en mantener en buen estado su equipo antimotines que se ha vuelto desde 2012 cada vez más numeroso y poderoso, según la más reciente auditoría de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal. El cuerpo antimotines está integrado por granaderos, policía montada, agrupamiento femenil y de transporte armados con toletes, carillas, cascos, chalecos antibalas, gas pimienta así como fusiles, escopetas en casos especiales."Tenemos que estar prevenidos, algunos manifestantes tiran a matar", dijo el jefe de gobierno capitalino Miguel Ángel Mancera el año pasado, cuando se vivió una de las jornadas más complicadas de los últimos años tras la desaparición de 43 estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, el 26 de septiembre.Tres momentos rojos de las manifestaciones recientes

1. La quema de una pipa


El 20 de noviembre pasado, la policía de la Ciudad de México, se enfrentó con un grupo de hombres encapuchados que protestaban por la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa que pretendían bloquear el aeropuerto. En la trifulca, los manifestantes hicieron explotar una pipa de gasolina y los antimotines respondieron la agresión a punta de macanazos hasta controlarla.

Las declaraciones del entonces secretario de Seguridad Pública, Jesús Rodríguez Almeida, le valieron el puesto. "Felicito a mi personal por el trabajo demostrado, el gran valor, gallardía, responsabilidad y sobre todo porque restablecieron el orden público le guste a quien le guste".


Comentario: Si esto no es prueba de lo que dijimos en el comentario anterior, ¿qué lo es?


2. Ataques a una embarazada

En abril de 2015, José Luis Ramírez Alcántara, "El Chómpiras",encabezó el ataque en el que resultaron hospitalizados dos maestros del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Naucalpan, institución de la que fue expulsado por cometer actos vandálicos e intentar quemar viva a una profesora embarazada en 2013. En octubre de 2014 fue uno de los detenidos por causar disturbios durante la marcha por el aniversario de la masacre de estudiantes de Tlatelolco, en 1968.

3. Policías frente a policías


Durante el primer informe de Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, en septiembre de 2013, los policías antimotines del Distrito Federal arrojaron bombas lacrimógenas a un violento grupo de manifestantes que pretendía entrar por la fuerza al Palacio Legislativo de San Lázaro.

Del otro lado de la valla, un sorprendido grupo de policías federales recibieron el impacto de algunos de los proyectiles. Mientras los protestantes se dispersaban y volvían a agrupar, las fuerzas del orden se debatían con el gas pimienta sin equipo antimotín, entre vómitos y picazón. Finalmente, la policía local logró controlarlos.