Consuelo Gómez entró a los 18 años a las Hermanas del Buen Samaritano en la Región del Maule, donde denuncia que tuvo que atender a sacerdotes acusados de abuso sexual. En España, ella fue la víctima.Después de hacer un cálculo rápido, Consuelo Gómez responde: "37 años. Porque mi primo tiene 38 y yo soy un año menor". A esta edad, un punto casi indefinido en el tiempo, que no puede precisar de inmediato, la ex religiosa experimenta algo que podría considerarse un nuevo arranque en su vida
—Ahora se trata de lo que yo siento y de lo que yo digo. Nadie me va a poder decir lo que tengo que sentir o pensar.
—¿Antes te dirigían los sentimientos?
—Totalmente.
No nos dejaban pensar por nuestros propios medios, y casi no podíamos sentir, porque nos ordenaban todo.Consuelo supo, hace más de treinta años, que cuando creciera iba ser matrona, veterinaria o monja. Al momento de decidir, después de salir del colegio con 18 años, pensó en entrar a las Hermanas del Buen Samaritano en Molina, una congregación fundada por Irene García de Prado, religiosa española que empezó, además, un policlínico y una hospedería.
En la Región del Maule, el lugar se caracteriza por la atención a ancianos y enfermos, que viven ahí y reciben cuidados de manera gratuita. Era un lugar que conocían su abuela y sus padres, desde hace años. "Quede enamorada ahí, y entré", recuerda ahora, desde Talca, Chile. Era el año 1998 y estuvo en la congregación hasta que la abandonó en 2017.
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