Sé feliz ayudando a los demás
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Está en la naturaleza humana, aunque muchas veces no lo parezca. Pero antes de dejar incluso los pañales, el ser humano quiere ayudar a otro solo por compasión, sin importarle el reconocimiento de los demás.

Para comprobarlo, un grupo de científicos del Max Plank Institute for Evolutionary Anthropology separaron a 562 niños de dos años en tres grupos, con la intención de que, por separado, vieran cómo a un adulto se le caía un lápiz y luego le costara levantarlo.

La idea era medir la preocupación de los menores por esa persona, rigiéndose por otros estudios que aseguran que esto se puede observar a través de la dilatación de las pupilas, como lo publicó hace unas semanas el periódico Psychological Science.

Mientras al primer grupo se le permitió ayudar al sujeto en apuros, al segundo sus padres les prohibieron ir al rescate, y al tercero, se les dejó ver cómo otro adulto lo ayudaba a levantar el objeto arrojado.

De este modo, los investigadores comprobaron que las pupilas de los primeros se dilataban y volvía a su tamaño normal cuando auxiliaban al hombre. Los segundos, mostraron el doble de niveles de compasión al no poder ayudarlo.

La sorpresa de los expertos fue cuando observaron que las pupilas del tercer grupo se dilataron y también se redujeron cuando vieron que alguien mejoraba la situación del sujeto, de modo que la genuina compasión de los menores no se vio motivada por el reconocimiento ni recompensas prometidas por sus padres o entorno.

"La preocupación de los niños por su propia reputación se desarrollará gradualmente, a medida que conozcan nuevas personas y aprendan las normas sociales de su grupo cultural", señala el estudio, dirigido por Robert Hepach.

Sin embargo, el experto agrega que "la ayuda temprana en los niños más pequeños es motivada por una genuina preocupación por el bienestar de una persona en apuros".

Tal es la importancia que la compasión humana ha significado para los científicos, que Stanford University cuenta con su propia área de investigación, a la que llamó Center for Compassion and Altruism Research and Education (CCARE), y que incluye el trabajo de neurólogos, psicólogos, educadores y filósofos.

Uno de sus directores asociados, la psicóloga Emma Seppala, publicó hace unos días en The Huffington Post, una serie de consejos para practicar la caridad, consciente de que a veces la falta de tiempo o de medios pueden dar la impresión de ser una tarea poco factible. Pero asegura: "En cuestión de minutos, a un bajo o nulo costo, y desde tu escritorio, puedes contribuir".

Algunas de sus recomendaciones son:

1.- Da las gracias: Seppala asegura que la gratitud no solo beneficia a las personas que la reciben, sino que también a la que la entrega, disminuyendo las posibilidades de depresión y siendo relacionada con el bienestar.

Atrévete a dar las gracias a tus seres queridos y a esos conocidos que sientes que en el día a día tienen buenos gestos contigo, pero nunca les has dicho que los consideras entre las personas que hacen de tu vida algo mejor. No basta con decirlo, tiene que ser con real sinceridad. "Si eres demasiado tímido para hacerlo, envía un mail o una carta, dando las gracias, un pequeño regalo o incluso flores", aconseja.

2.- Sé bondadoso y empático: Pregúntale a alguien cómo está y date el tiempo de escucharlo con atención, escribe una cita inspiradora en Facebook o Twitter, cómprale a alguien un café o un dulce... Alegrarle el día, aunque sea solo un momento, a otra persona la hará feliz y a ti también. Por otro lado, algunos estudios señalan que cualquier testigo de tu acto bondadoso se sentirá también contento y es muy probable que repita el acto con otro.

3.- Sonríe: Otra manera de disminuir el estrés es sonriendo, ya sea de manera real o incluso simulando una sonrisa. Lo mejor de esto es que haciéndolo, no solo te ayudas a ti mismo, sino que también a los demás, ya que el solo hecho de sonreír frente a alguien, activa los músculos de su sonrisa.

4.- A un click de la bondad: Prácticamente no existe hoy excusa para decir que no se puede ayudar a gente que vive en precarias condiciones. Internet permite hacer donaciones a todas las fundaciones, tanto nacionales como extranjeras. Y entre estas últimas, además, existen sitios web que permiten entregar ayuda y ver cómo se ésta materializó.

Por ejemplo, Seppala menciona a Kiva.org, una página que entrega micro créditos a personas provenientes de países en vías de desarrollo, y que quieren cumplir sueño como tener un taxi propio para trabajar, o tener las herramientas necesarias para poner un taller de carpintería.

Puedes encontrar gente de Ecuador, Honduras, Armenia, Vietnam y Tanzania, entre otros. Y los préstamos pueden ser fácilmente, desde los 25 dólares (aproximadamente, 12 mil pesos).

En Chile encontramos a World Vision, una ONG internacional con sede en varios países, que se preocupa de ayudar a niños de escasos recursos en zonas de riesgo social.

A través de ella, puedes apadrinar a un menor chileno con donaciones que van desde los $7.500 a los 12 mil pesos, enviarle regalos y hacer un seguimiento de cómo tus fondos le han ayudado a mejorar su situación de vida.