El vocabulario medio de una persona consiste en unas treinta mil palabras, pero existen diferencias individuales en la capacidad de aprender una nueva lengua.
Imagen
Los participantes que aprendían mejor las palabras tenían más mielina en el haz de fibras nerviosas que componen el ' fascículo arqueado'.
«Hace tiempo que se cree que la adquisición del lenguaje depende de la integración entre la información motora y la representación auditiva de las palabras en el cerebro, pero los mecanismos neurales que se encuentran detrás del aprendizaje de nuevas palabras no estaban claros», informan desde el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL).
Ahora, un estudio realizado por investigadores del grupo de Cognición y Plasticidad Cerebral de este centro y la Universidad de Barcelona, con la colaboración de investigadores del King's College de Londres, aporta información sobre las vías neurales implicadas en el aprendizaje de palabras entre los humanos.

La clave se encuentra en un haz de fibras nerviosas que conecta las regiones auditivas del lóbulo temporal con la región motora situada en el lóbulo frontal, ambas en el hemisferio izquierdo del cerebro.

Los investigadores han detectado una fuerte relación entre la capacidad de recordar palabras y la estructura del fascículo arqueado (ese haz de fibras nerviosas del que hemos hablado) que une dos grandes zonas del cerebro: el territorio de Wernicke, relacionado con la decodificación auditiva del lenguaje, y el territorio de Broca, que coordina los movimientos asociados al habla y el procesamiento del lenguaje.

Los participantes que aprendían mejor las palabras, tenían más mielina (una lipoproteína que permite la transmisión de impulsos nerviosos) en el mencionado fascículo. Además, la sincronización entre la actividad de las regiones conectadas por él era mayor en estos participantes.

La primera firmante del artículo, Diana López-Barroso, destaca que la investigación aporta nuevos datos sobre la capacidad única de los seres humanos para aprender un lenguaje, dado que existen modelos de conexión diferentes entre estas regiones cerebrales en otras especies.

Además, la investigadora explica que el estudio puede ser de utilidad en la rehabilitación de personas que tengan lesiones en el fascículo arqueado.

«En este caso, podemos buscar otro camino para llegar al mismo sitio», explica la investigadora. Este otro camino podría ser la vía ventral, otro haz de fibras nerviosas que también conecta los territorios de Wernicke y Broca pero que transcurre por zonas más inferiores del cerebro.
«La vía ventral, que está más relacionada con el procesamiento del significado de las palabras, implicaría dar un apoyo semántico al aprendizaje de palabras en personas con lesiones», concluye la experta.