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© Andrew Jordan / UNH
La cara oscura de la Luna, esa que nunca podemos ver, puede que tenga, en sus regiones más gélidas, un suelo activo producido por partículas de alta energía creadas por intensas tormentas solares.

Poesía, fantasía, música, ficción, Armstrong, calendarios, mitologías, mareas, metáforas, arte, luz prestada, oscuridad, la misma cara... algunas de las ideas que llegan a mi cerebro cuando pienso en la Luna.

Quizá también piense en tranquilidad, es un satélite quieto en comparación con Ío, el satélite de Júpiter, que es sólo un poco más grande que nuestra Luna, sin embargo, es el más activo en todo el Sistema Solar.

La hermosa Luna no ruge con intensos y sulfúricos volcanes ni corrientes de metano, sólo su núcleo, de hierro sólido y líquido, nos recuerda que no todo es esencialmente oscuro e inactivo en la Luna hoy en día.

Este mes, sin embargo, investigadores de la Universidad de New Hampshire (UNH) y científicos de la NASA sugieren que tormentas solares, a través de los eones, han producido la formación de rayos con partículas energéticas solares que pueden haber alterado significativamente las propiedades del suelo en los cráteres más fríos de la Luna. Los científicos indican que el hallazgo podría cambiar nuestra comprensión de la evolución de las superficies planetarias del Sistema Solar.

Durante el estudio se elaboraron modelos que proponen que inusuales partículas de alta energía producidas por enormes tormentas en el Sol, penetraron regiones sumamente frías, con temperaturas gélidas, cargando el suelo eléctricamente.

Esta carga puede crear chispas, o avería electrostática, y este proceso de "descomposición a la intemperie" ha cambiado, posiblemente, la misma naturaleza del suelo polar de la Luna. Esto nos dice que la cara oscura de la Luna, esa que nunca vemos y que contiene pistas sobre el pasado de nuestro Sistema Solar, es más activa de lo que pensábamos
"Para decodificar la historia registrada dentro de estos cráteres oscuros y fríos tenemos que entender qué procesos afectan su suelo", dijo Andrew Jordan del Instituto UNH para el Estudio de la Tierra, los Océanos y el Espacio y autor principal del estudio. "Con ese fin, hemos construido un modelo informático para estimar cómo partículas de alta energía detectadas por el Telescopio de Rayos Cósmico para los Efectos de la Radiación (CRaTER) a bordo del Órbiter para el Reconocimiento Lunar de la NASA (LRO) pueden crear campos eléctricos significativos en la capa superior del suelo lunar".
Pero, ¿qué quieren decir los investigadores con eso de rayos?

Se refieren al proceso en el cual los "electrones liberados del suelo por fuertes campos eléctricos, corren a través del material tan rápidamente, que vaporizan pequeños canales", explicó el investigador Jordan. Precisamente, si se repiten estas chispas o rayos con cada gran tormenta solar, estos canales que han sido creados podrían crecer gradualmente y hacerse lo suficientemente grandes como para fragmentar el suelo en partículas más pequeñas de minerales distintos.

En esta ocasión, las investigaciones también se llevaron a cabo utilizando datos del Monitor de Electrón, Protón y Alpha (EPAM) en el Explorador de Composición Avanzada. El CRaTER, dirigido por científicos de la UNH y EPAM, detectó partículas de alta energía, incluyendo partículas energéticas solares (SEP). Estas SEP, luego de ser creadas por las tormentas solares, corren por el espacio y bombardean la Luna.

Estas partículas pueden acumular cargas eléctricas más rápido que el suelo puede disiparlas, eso es lo que causa los rayos, especialmente en esas regiones que están siempre oscuras y frías, sitios tan fríos donde se detectan temperaturas de menos de 240 grados Celsius, donde a lo mejor se encuentre hasta hielo.

La siguiente fase implicará investigar si otros instrumentos a bordo del LRO podrían detectar pruebas de estas chispas en el suelo lunar, además de mejorar el modelo para entender el proceso y sus consecuencias.
"Encontrar que existe una erosión de desgaste en la Luna supone importantes implicaciones en la comprensión de la evolución de las superficies planetarias del Sistema Solar, especialmente en regiones extremadamente frías que están expuestas a duras radiaciones desde el espacio", dijo el coautor Timothy Stubbs, del Centro Goddard de la NASA.
La ilustración nos muestra una región de sombra permanente donde rayos son producidos que expulsan material vaporizado (las "nubes") en la superficie. Estas chispas se producen a una profundidad de alrededor de un milímetro. La imagen no está a escala.
Glenys Álvarez, psicóloga y periodista científica dominicana, reside en Pittsburgh, Estados Unidos, y publica muchos temas interesantes de ciencia en Editora Neutrina y Órbitas Científicas.