Traducción de Julia Escobar Villegas

Para entender los motivos del porqué varios bancos y empresas financieras del mundo occidental concedieron directa e indirectamente préstamos tanto a los bolcheviques de la Revolución de Octubre de Lenin como a los nacionalsocialistas de Hitler, hay que volver alrededor de cincuenta años atrás.


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'Wall Street y la Revolución Bolchevique' de Antony C. Sutton
En abril de 1865, la Confederación sureña firmó la propia rendición a la Unión norteña. La guerra civil americana había llegado a su fin. Los capitalistas del norte se habían impuesto sobre los grandes propietarios de tierras del sur. Entonces sucedió algo importante, el asesinato del presidente Abraham Lincoln. Es bien sabido que el presidente apoyaba la impresión de papel moneda de parte del estado para saldar las deudas de guerra. Se trataba de los "greenbacks". Esta decisión no gustó a los banqueros del norte, porque obviamente la impresión de parte del estado de nuevo papel moneda para cubrir las deudas les habría quitado poder.

Según algunas teorías de complot, esta fue la razón del asesinato de Lincoln, el 15 de abril de 1865.


A continuación se bloqueó la emisión de los "greenbacks" y los capitalistas del norte invadieron el sur, comprando a bajo precio inmensos territorios y plantaciones. En pocos años aumentó el número de millonarios del norte que hacían negocios en el sur. Los grandes capitalistas que controlaban los bancos, las industrias y el petróleo eran: John D. Rockefeller, Andrew Carnegie, Jay Gauld, William Vanderbilt, Edward H. Harriman, John Pierpont Morgan, Jay Coocke, John Jacob Astor.

En 1910, el líder republicano Nelson Aldrich viajó a Alemania para estudiar el sistema del banco central del imperio teutón. Aldrich era muy cercano a los intereses de J.P. Morgan y de John D. Rockefeller Jr.

En el mismo año tuvo lugar la histórica reunión de los grandes capitalistas americanos en la isla Jeckyll, en Georgia. Estaban presentes los representantes de Rockefeller, Kun&Loeb Co. J.P. Morgan, además de Frank Vanderlip (presidente del National City Bank of New York), Henry Davidson, socio de J.P. Morgan, Charles D. Norton (presidente del First National Bank of New York), Eduard House, que se convirtió luego en el fundador del C.F.R., y el banquero alemán Paul Warburg.

El 22 de diciembre de 1913, luego de la reunión en Jekyll Island, fue oficialmente creado el Federal Reserve Bank, de hecho el banco central de los Estados Unidos de América. La facultad de emitir moneda y de regular las tasas de interés no le era ya delegada al estado, sino a la Federal Reserve. El poder de los banqueros había aumentado notablemente.

En el año siguiente, el 1914, explotó la primera guerra mundial.

Sabemos que las guerras son fundamentales para las altas finanzas internacionales, ya que las naciones beligerantes tienen necesidad de préstamos para aumentar la producción industrial y militar. Durante los cuatro años de la guerra, se incrementaron los préstamos tanto a los imperios centrales como a los aliados y a Rusia.

Un ejemplo de financiación fue el de los banqueros alemanes a Rusia revolucionaria: Alexander Parvus (1), figura controvertida de la revolución, convenció a los banqueros del imperio alemán de financiar las revueltas contra los zares. Según algunas estimaciones, la financiación alemana del partido comunista soviético, del 1915 al 1918, habría alcanzado entotal los cincuenta millones de marcos de oro de la época. Los fondos surgieron de la Diskonto-Gesellschaft Bank (que en 1929 se convertiría en la Deutsche Bank), que era la correspondiente del banco Russo-Asiatic de New York y del Nya Bank del sueco Olof Aschberg, llamado también el banquero de los bolcheviques.

¿Por qué no se toleró nunca la financiación del partido comunista en clave antizarista? Durante la guerra, el imperio ruso era aliado de Francia y de Inglaterra, en contraposición a los imperios centrales. Según algunos especialistas, la explicación de esta contradicción histórica, o bien, la financiación de un sistema comunista contrario a la propiedad privada de parte de una élite de banqueros internacionales se explicaría por el hecho de que las altas finanzas internacionales están guiadas por ideas masónico-esotéricas dirigidas al alcance de un gobierno mundial. La financiación de la revolución bolchevique habría sido entonces un experimento de geopolítica que habría tenido como fin último la creación de un bolchevismo liberal.

Por el contrario, según otros especialistas, la financiación de la revolución rusa y luego del nacionalsocialismo de Hitler habría servido simplemente a crear sentimientos de odio opuesto que habrían luego desembocado en una nueva y destructiva guerra (como en efecto lo fue la segunda guerra mundial). Esta guerra habría endeudado ulteriormente tanto a Europa como a Rusia, que serían luego presa fácil de ávidas empresas multinacionales occidentales.

Terminada la primera guerra mundial, las financiaciones occidentales a la neonata Unión Soviética no acabaron, sino que aumentaron. Aunque en la Unión Soviética se profesaran ideas contra la propiedad privada y contra la religión, los banqueros internacionales continuaban financiando la industria de este inmenso estado. Esto es una clara explicación del hecho de que las finanzas internacionales no están impulsadas por ideología alguna, sino solamente por proyectos de lucro y de dominio.

En mayo de 1918 fue creada la liga americana para la ayuda y la cooperación con Rusia.

En 1922 fue fundado el RusKomBank (2), bajo la iniciativa de Olof Aschberg (3), con el apoyo del Banco Nacional de Alemania, del Banco de Inglaterra y del Morgan Guarantee Trust. Se calcula que en los años sucesivos a la fundación de la Unión Soviética, los bancos estadounidenses invirtieron en el país soviético sesenta y tres mil millones de dólares, con el Chase National Bank de los Morgan y el Equitable Trust de los Rockefeller en primer plano. De 1920 a 1945, aproximadamente mil empresas de los Estados Unidos operaron en la Unión Soviética contribuyendo a la electrificación y a la creación del sistema ferroviario del país.

Desplacémonos a Alemania a finales de la primera guerra mundial. Después de la caída del imperio, empezó la colaboración entre la Unión Soviética y la nueva República de Waimar. En el tratado de Rapallo de 1922, Moscú renunciaba al pago de los daños de guerra por parte de los alemanes a cambio de una fuerte colaboración industrial y militar. Empresas del calibre de Krupp, Yunkers, Dornier, Daimler, impulsaron acuerdos para la producción y la colaboración sobre suelo soviético también para eludir los estrictos controles de las naciones occidentales que habían sido impuestos en el tratado de Versalles.

También la República de Waimar y luego la subida del nacionalsocialismo de Adolf Hitler fueron financiados tanto por el capitalismo alemán como por el anglo-americano.

Los tres carteles industriales alemanes: VereinigteStahlwerke (acero), IG-Farben (química) y AEG (sector eléctrico), son financiados principalmente por la familia Warburg (Alemania), y por los bancos estadounidenses National City, Chase Manhattan, Morgan, Kuhn & Loeb, que de 1924 a 1926 transfirieron a Alemania un total de 975 millones de dólares. También la ayuda material al impulso bélico de Alemania fue notable: por ejemplo, la Bendix Aviation, controlada por la Morgan Bank, envió miles de motores aéreos a Alemania de 1934 a 1935. También otros capitalistas alemanes, como por ejemplo Franz Thyssen y Alfred Krupp, financiaron el ascenso de Hitler y sus empresas continuaron operando después de la derrota nazista.

En 1938, el nacionalsocialismo de Hitler alcanzó el culmen de su ideología criminal y fanática, embebido en odio racista. Pero también la política expansionista de la Unión Soviética comenzó a desarrollarse. En efecto, a la invasión de Polonia de parte de Alemania en 1939 siguió la invasión de Polonia oriental y luego de los estados bálticos de parte de la Unión Soviética.

Ya el juego estaba hecho, habían sido financiados dos estados impulsados ambos por ideologías socialistas que, si bien habían firmado un pacto de no agresión en 1939, estaban destinados a destruirse el uno al otro. Y así fue: la batalla campal fue la de Stalingrado (1942-1943), donde murieron aproximadamente dos millones de personas entre militares y civiles. Los dos dictadores fueron entonces utilizados para objetivos de control y dominio de parte de los poderes fuertes de las finanzas internacionales.

Una vez terminada la guerra, los banqueros ofrecieron ulteriores préstamos para la reconstrucción, tanto de Alemania, ya dividida en dos e invadida, como a la Unión Soviética, victoriosa, pero golpeada duramente por el conflicto.

Bibliografía parcial:
La segunda guerra mundial, Winston Churcill
Las fuentes financieras del comunismo y del nacionalsocialismo, Oscar Sanguinetti

Notas:
(1) http://es.wikipedia.org/wiki/Alexander_Parvus
(2) http://en.wikipedia.org/wiki/Ruskombank
(3) http://en.wikipedia.org/wiki/Olof_Aschberg