Viajar a Lanzarote y aparecer en Eslovaquia. Esto es lo que le sucedió este miércoles a José Antonio, un gallego que ronda la sesentena y tenía previsto volar a Lanzarote desde Barajas. Así pensaba que lo estaba haciendo cuando embarcó a las 6 de la mañana, le asignaron su asiento y se quedó dormido.

Bratislava

Al despertar, abrió la ventana y se quedó "flipado", como él mismo explica.
"Lo primero que me pregunto es dónde está el mar. Pero bueno, podía ser que el avión aterrizara de otra forma. Y cuando veo aquel verde tan grande...Se bajó toda la gente y digo, oye, chicos, que yo voy para Lanzarote", cuenta que les dijo a la tripulación. Para su sorpresa, aquello no era Guacimeta, sino Bratislava.
Aquella fue sólo la primera parte de su periplo de la península a Canarias, con una particular escala. José Antonio llegó a su destino rozando la medianoche. La compañía, Ryanair, lo llevó después de vuelta a Madrid y, allí, quedó toda la tarde a la espera de que hubiera plazas en el vuelo de las 21.30 horas para llegar finalmente a Lanzarote. Aunque se toma lo sucedido como "una cosa simpática", José Antonio está también molesto con la aerolínea: "Me trataron muy mal, no me dieron ni un café ni un vaso de agua".

José Antonio relata que los empleados de la compañía no "pararon" de preguntarle cómo se cambió de fila. "Habría una cosa de magia negra para pasar al otro lado... ¿estamos todos locos?", dice entre la ironía y el enfado.

Según explica, las puertas de embarque para el vuelo a Bratislava y el vuelo a Lanzarote estaban juntas. "Me cambiaron de fila dos veces, una vez me pusieron en la fila de Bratislava, porque ahora ya sé yo cuál es la de Bratislava, después en la de Lanzarote y al final no sé, porque dicen que yo pasé por la cinta de Lanzarote. No sé cómo lo hice".

Este pasajero había llegado a Madrid conduciendo desde Galicia la tarde anterior y se había quedado tomando algo con amigos, por lo que apenas había dormido. "Estaba muerto de sueño, tengo casi 60 años, eran las 6 de la mañana, sin gafas...", se excusa. Sin embargo, la cuestión no está en cómo hizo él para embarcar en otro avión, sino en cómo "ellos no se dieron cuenta", señala en referencia a la compañía.

"Hay dos cosas que recuerdo muy bien: cuando le di el tique (a la azafata) no miró ni carnet de identidad ni nada. Había mucha cola y, pum, pasamos. Y cuando llegué al avión sí me fijé que el chico sí miraba. Pero miró y me dijo, pues ahí, en la fila 4", explica. "¿Cómo puedo entrar yo en otro avión? ¡Es que es increíble, imagínate que fuese un terrorista! No te puedes subir a un avión por la cara, como hice yo", se indigna. A su llegada, de nuevo, a Barajas, José Antonio explica que la Policía acudió hasta allí. Los propios agentes, indica, dicen "que la culpa es de ellos, que yo no tengo que saber por dónde voy, que a mí me tienen que dirigir ellos". A pesar de todo, mientras esperaba en Madrid para tomar, esta vez sí, el vuelo a Lanzarote, José Antonio se tomaba la situación con humor: "Espero llegar bien, a ver si esta vez voy a terminar en El Cairo".