En los últimos años, la afluencia de turistas a Moscú ha venido incrementándose considerablemente. Pero, al igual que cualquier otra ciudad antigua, sus calles lucen no solo una arquitectura sin igual e impactantes monumentos, sino que también esconden un sinfín de oscuras leyendas capaces de causar escalofríos a los más valientes aventureros.
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© Sputnik/ Maxim Blinov
Especialmente para los amantes del misterio, Sputnik ha recopilado una lista de lugares que no te deberás perder al visitar la capital rusa.

El teatro Pushkin y el cementerio de Juan el Apóstol

El teatro de cámara Pushkin fue erguido en el bulevar Tverskoi de Moscú en 1914 por iniciativa y bajo la dirección del célebre actor y director Alexandr Taírov. En 1950, el edificio fue reconstruido y ampliado, por lo que algunas de sus alas se ubicaron justamente sobre un antiguo cementerio que llevaba el nombre de Juan el Apóstol. Cuenta la leyenda que la viuda de Taírov, la actriz Alisa Koonen, al enterarse de ello maldijo el teatro.

Le siguieron una serie de fracasos escénicos y escándalos entre los artistas. El público evitaba el lugar. Se rumoreaba que en medio de los espectáculos se escuchaban por todos lados silbidos y aullidos. En 1991, el edificio fue bendecido. Poco antes, al teatro entró una mariposa de excepcional belleza, que sobrevoló sus salas y salió por una de sus ventanas en dirección desconocida. Lo cierto es que después de eso, el teatro retomó su popularidad.

Quien sabe, tal vez todo fuera obra del espíritu de Alisa Koonen, que retiró su maldición.

La casa de Lavrenti Beria

La casa donde alguna vez vivió el dirigente y principal ideólogo de las represiones estalinistas es también protagonista de numerosas leyendas.

Cuenta el rumor popular que una vez al mes, por la calle Malaya Nikitskaya donde se ubica el edificio, se escucha el típico sonido de los neumáticos circulando sobre el asfalto y los motores en marcha... pero no se ven automóviles por ningún lado. Los autos-fantasma entran en el garaje de la vivienda y luego se escuchan voces de hombres y mujeres gritando, que con el tiempo desaparecen en su interior. Más tarde, el auto invisible sale a la caza de una nueva víctima.

Los estanques del Patriarca

Eternizados por el célebre escritor ruso Mijaíl Bulgákov en su emblemática obra 'El maestro y Margarita', los estanques del Patriarca se han convertido en un lugar de peregrinaje para los amantes del misticismo. Según la novela, es precisamente aquí donde Satán, disfrazado de Vóland, inicia su visita a la Unión Soviética ateísta.

Incluso en los tiempos de la Edad Media, este lugar era conocido como el pantano Encantado y se creía que aquí encontraban refugio las almas desamparadas cuyos cuerpos, en vida, fueron sacrificados por los antiguos paganos. Con la llegada del cristianismo, en este lugar se estableció la residencia del patriarca y el pantano fue convertido en un estanque de donde especialmente se sacaban los peces que acababan en la mesa del máximo jerarca de la iglesia rusa.

Hoy día, el lugar es un hermoso parque para el disfrute de los moscovitas, muchos de los cuales afirman haber presenciado hechos inexplicables en sus rincones.

El carruaje gris de Kuznetski Most

La calle Kuznetski Most es una de las más antiguas de Moscú y alberga un sinfín de historias. En los tiempos imperiales, en esta calle se ubicaban tiendas con objetos de lujo, clubes de caballeros y casinos. Día y noche, por sus aceras caminaban aristócratas que lo habían perdido todo, juerguistas, prostitutas, amantes decepcionados y todo tipo de estafadores.

Cuenta la leyenda que, desde entonces, por las noches, en esa calle aparece un carruaje gris. Su cochero se ofrece a los peatones solitarios para llevarlos a cualquier lugar de la ciudad... pero si aceptan, nadie vuelve a verlos jamás.

Aunque después de la revolución bolchevique los casinos y burdeles desaparecieron, el carruaje gris aún sigue vivo en la memoria popular. Algunos incluso cuentan que su dueño cambió el viejo transporte por un auto moderno, pero del mismo color.

El fantasma de Zhuzha

Kuznetski Most protagoniza otra de las historias fantasmales de Moscú. Se rumorea que las noches veraniegas, por sus aceras, vuela un fantasma vestido de blanco. Es Zhuzha, como llamaban cariñosamente a Josefina, una joven francesa diseñadora de sombreros que vivía en Moscú a mediados del siglo XIX y de la que estaba locamente enamorado el millonario y filántropo Sava Morózov.

Cuenta la leyenda que un día Zhuzha viajaba por Kuznetski Most cuando escuchó a un pequeño vendedor de periódicos gritar que Sava Morózov se había suicidado. Tan pronto como la chica logró salir del carruaje para leer los detalles de la noticia, quedó atrapada bajo las ruedas de la diligencia y falleció.

Al día siguiente, el niño que vendía los periódicos fue encontrado muerto, estrangulado con una media de mujer, como las que vestía Zhuzha en el momento de su muerte. Sea coincidencia o no, más tarde uno a uno murieron los tres corresponsales que habían publicado la nota.

Cuenta el rumor popular que si una mujer ve el fantasma de Zhuzha, probablemente pronto perderá a un ser querido masculino. Y es mejor para los periodistas y vendedores de periódicos no detenerse demasiado tiempo en esa calle.

La casa de la ribera

La gran residencia ubicada en la ribera Bersenióvskaya del río Moskova se ha convertido en símbolo del gran terror de la época de Stalin. Es conocida como 'La sonrisa de Stalin', 'La Bastilla de Moscú', 'La trampa de los bolcheviques' o 'La casa del arresto domiciliario'.

Construida en 1931, aquí vivieron numerosas figuras de renombre de la época soviética, como el héroe Alexéi Stajanov, los mariscales Gueórgui Zhúkov y Mijaíl Tujachevski, la hija de Stalin Svetlana Alilúyeva e incluso el primer secretario del Partido Comunista Nikita Jruschov.

El lugar en el que está ubicado el edificio tiene mala fama desde los tiempos de Iván IV, conocido también como 'el Terrible'. Ahí se ubicaba la casa de Maliuta Skurátov -uno de los líderes de los cuerpos represivos de la Opríchnina- con sótanos de tortura en su interior. Más tarde, durante el reinado de Catalina la Grande, en este lugar fue decapitado Yemelián Pugachov, un impostor que se hacía pasar por Pedro III y que lideró la mayor insurrección en la historia del Imperio ruso.

En los tiempos de Stalin, cerca de un tercio de los habitantes de este edificio -principalmente funcionarios y burócratas- pasaron por el proceso de represiones. La atmósfera en este edificio era tan pesada, que muchos de sus residentes terminaban quitándose la vida.

Según la leyenda, incluso hoy sus fantasmas pasean por las oscuras escaleras y pasillos del edificio en busca de sus apartamentos.