Esta semana tuvo lugar una rueda de prensa en el Parlamento Europeo. No es nada extraordinario, en el sentido de que a lo largo del día, especialmente cuando hay sesiones plenarias, los eurodiputados convocan a la prensa para dar difusión de sus mensajes. Es habitual ver ruedas de prensa tanto en los lugares oficiales, con el estrado y los logotipos del Parlamento, como por los pasillos y enclaves del edificio. Los parlamentarios convocan a la prensa y allí se graba en directo el mensaje y las preguntas y respuestas.
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Como digo, es lo normal, y sucede en todos los parlamentos. Después, los medios de comunicación difunden la parte de la rueda de prensa que consideren más interesante y en caso de haber hecho preguntas, las respuestas de los parlamentarios.

No todas las ruedas de prensa ni las declaraciones de los políticos aparecen después en las noticias. Tampoco es de extrañar que una vez hecha la rueda de prensa, su contenido no tenga impacto ni recorrido en los medios de comunicación.

Los diputados harán uso de sus canales, de redes sociales y webs y tratarán de llamar a la movilización en la medida en que la cuestión que aborden sea o no de relevancia. Sin embargo, lo que ha sucedido esta semana, sí me ha parecido extraordinario, por preocupante y peligroso: la censura de youtube de una rueda de prensa de un grupo de cinco parlamentarios europeos.

La rueda de prensa en cuestión se había convocado por parte de cinco parlamentarios de distintos partidos políticos y distintas nacionalidades. Su objetivo era informar sobre la evolución de una comisión parlamentaria que se ha creado de manera especial para abordar la compra de las vacunas contra la covid-19 por parte de la Comisión Europea. Las sesiones llevan semanas produciéndose, y en ellas, han sido invitados distintos responsables tanto de la industria farmacéutica (las compañías que han vendido sus viales), de la Comisión Europea, y del Tribunal de Cuentas de la UE entre otros.

Las sesiones de esta comisión especial pueden verse a través de la página web oficial del Parlamento Europeo, cumpliendo así con el principio fundamental de transparencia y acceso a la información. Además, pueden escucharse en las diferentes lenguas oficiales de la UE, ofreciendo las interpretaciones de los grandes profesionales del servicio de traducción e interpretación del Parlamento.

Las ruedas de prensa, sin embargo, no están disponibles puesto que son convocatorias de los parlamentarios a los medios. Y son los propios parlamentarios los que después pueden solicitar la grabación y distribuirla.

El escándalo que está aflorando en la comisión específica sobre las vacunas es de tal magnitud, que ya se ha llamado "Pfizer Gate". Un asunto que, lejos de estar obteniendo la atención mediática proporcional a la magnitud del caso, está siendo silenciado para sorpresa de quienes estamos siguiéndolo.

No habrá visto usted en las noticias de prácticamente ningún medio principal de información absolutamente nada de lo que está sucediendo en esa comisión parlamentaria. Sin embargo, es posible que usted haya visto en el telediario noticias sobre la llegada de un minuto tarde del presidente del Gobierno el 12 de octubre. Un desequilibrio atroz, debido a la importancia y la relevancia de lo que se está tratando en el Parlamento.

¿Por qué considero que es relevante lo que se está ventilando en esta comisión especial? Porque se están presentando informes oficiales donde se señalan una serie de irregularidades brutales en la compra multimillonaria, con fondos públicos, de productos que no han tenido las garantías necesarias para preservar la seguridad requerida. Porque "se han suspendido leyes que hasta ahora prohibían hacer lo que, precisamente, se está haciendo. Porque se han vulnerado normas internacionales sobre transparencia a la hora de adquirir productos a compañías privadas, sin licitación ni publicidad. Porque se está exigiendo la inmediata dimisión de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen, por presunta corrupción, por sus vínculos personales con la industria farmacéutica y también, porque su modus operandi habría podido llegar a causar incluso muertes y lesiones graves en no pocas personas". Todo esto se está denunciando en una comisión parlamentaria, con documentación, y aquí nadie habla de ello.

Todo lo contrario. Se ha intentado ridiculizar, insultando y despreciando el hecho fundamental que ha tenido lugar hace unos días, cuando un diputado holandés preguntó a una directiva de Pfizer sobre las pruebas realizadas antes de sacar sus viales al mercado. El hecho de que esta mujer, Mr. Small, en representación de Pfizer, reconociera que las vacunas nunca fueron probadas para evitar contagios, es de una enorme relevancia en mi opinión. Y no porque no lo supiéramos, pues evidentemente lo supimos desde el momento en que, a pesar de que afirmaron por todas partes que estas vacunas iban a acabar con la pandemia, inmediatamente después tuvieron que ir modificando su discurso al ver que las personas inoculadas volvían a contagiarse. Tuvieron que cambiar de discurso. Pero la verdad, que es la que es, la diga quien la diga, es que directivos de la compañía como Albert Bourla, así como responsables políticos y las campañas institucionales, promovieron la vacunación con el objetivo de alcanzar esa inmunidad de rebaño, gestionando el sentimiento de solidaridad, de culpa, al intentar convencer de que tu inoculación salvaría la vida del de al lado. Y no era cierto. Lo más grave es que quienes vendían la vacuna lo sabían desde el principio, pero la campaña informativa se hizo, precisamente, ocultando esta información.

Para tratar de restarle importancia al hecho de las declaraciones en sede parlamentaria de la Sra. Small, los medios se lanzaron a usar "bulo", "fake news" para tratar de desacreditar el mensaje de alarma. Un mensaje, el del diputado holandés, que afirmaba que las medidas gubernamentales sobre confinamientos, persecución de los no vacunados, se había sustentado en una enorme mentira. Evidentemente, así fue: y el propio Conseller de Sanidad de Cataluña me confirmó en el programa FAQS de noviembre de 2021 que los pasaportes vacunales eran fundamentalmente, una medida para presionar a la gente a que se vacunase, puesto que era consciente de que las vacunas no evitaban la transmisión.

En aquel momento algunos ya comentamos que esos pasaportes covid podían suponer, de hecho, un peligro, ya que mucha gente pensaría que si podía acceder a lugares donde todos estaban vacunados, no se contagiarían. Y no era cierto. La falsa sensación de seguridad ha hecho que no pocas personas se sintieran protegidas, cuando no era cierto. ¿Quién tiene la responsabilidad de haber generado esa sensación? Sin duda, los gobiernos que han promovido medidas como esta.

Seguramente ahora usted está pensando que ya se sabía que no evitaban la transmisión, pero que evitan cuadros graves y la muerte. Pues tampoco. Esta afirmación, que es la que han corrido a hacer los medios de comunicación principales tampoco tiene una fundamentación honesta. Y es que, consultando a expertos en análisis sobre ensayos clínicos, me confirman todos ellos, que los documentos sobre los primeros ensayos de la vacuna tenían como objetivo los casos leves, los síntomas leves de la infección, no los graves ni las muertes, aunque pudieran ser sus "deseos". Si se miran los documentos relativos a los primeros ensayos de las vacunas, nos indican precisamente que los resultados señalan a los casos leves. Por mucho que indicaran, repito, que les gustaría alcanzar esos objetivos de acabar con los cuadros graves y las muertes.

Habrá leído usted alguna noticia donde afirmaban que las vacunas habían evitado muertes. Incluso decir 20 millones de muertes. Pues bien, igualmente, consultando a algunos expertos, me han indicado que esos números se han hecho analizando datos y haciendo suposiciones. Que carecen de una prueba realmente científica que demuestre nada.

Sin embargo, estos expertos sí me indican que hay un problema muy grave del que nadie se atreve a hablar, salvo honrosas excepciones como el alcalde de León y un diputado canario, David de la Hoz: el exceso de mortalidad que se está registrando, y que no tiene causa aparente, porque no se indica en los informes. Un exceso de mortalidad que se viene registrando desde el año 2021, y que supera los datos de los años anteriores.

Unas muertes que se están dando en todas las franjas de edad, pero que especialmente afecta a una franja de jóvenes, sobre las cuales el gobierno canario ya se ha comprometido a estudiar más en detalle. La gente está muriendo, mucho más de lo esperado, y no es por el covid. Al menos eso dicen los datos oficiales que tanto están intentando no clarificar en la mayoría de los casos.

Señalaba el diputado de Canarias dos portadas del mismo periódico: una titulaba que España y Portugal estaban a la cabeza de inoculaciones contra el covid. La otra, que España y Portugal están a la cabeza en exceso de mortalidad.

Llamarnos locos conspiranoicos, "bebelejías", desinformadores, a quienes estamos intentando desde el primer momento hacer nuestro trabajo de manera independiente y con rigor, sabiendo que la ciudadanía debe tener acceso a la información abierta, y sobre todo a lo más preocupante, que son los posibles efectos adversos de un producto que no ha sido probado como los demás, de una tecnología nueva que tiene implicaciones posiblemente y potencialmente peligrosas, no me parece justo.

Que nos traten de silenciar, perseguir e intimidar para que no continuemos hablando es una táctica despreciable en una democracia.

Y sobre todo, cuando estamos intentando mostrar lo que está ocurriendo con el poder de la industria farmaceutica y personajes como Bill Gates, entrando por la puerta de atrás en nuestras democracias, comprando voluntades, haciendo que lo público financie sus empresas, y los riesgos los asumamos los ciudadanos, me parece deplorable.

El escándalo de Pfizer, según están denunciando en sede parlamentaria europea, puede ser el más grande de la historia. Y por si la presunta corrupción no fuera suficiente, lo más grave es que se está poniendo en potencial riesgo la salud de muchísima gente, cuando en realidad, lo cierto es que estos productos nunca tuvieron la capacidad de evitar contagios, ni casos graves, ni muertes. ¿Para qué entonces correr el riesgo que conllevan?

Y no, no soy antivacunas. Tengo posiblemente más vacunas que cualquiera de las personas que conozco puestas. He trabajado en cooperación internacional durante años y soy perfectamente consciente de los beneficios de algunas de ellas. La cuestión está en que esto que han creado no respondía en absoluto a los cánones de lo que usted y yo conocíamos como una "vacuna". Le pusieron ese nombre para hacer precisamente más sencillo que la gente accediera, voluntariamente, a someterse a un ensayo clínico sin precedentes.

Como decía una de las eurodiputadas en la rueda de prensa censurada por Youtube, si hablamos de desinformación y de noticias falsas, tenemos que señalar a nuestros políticos, a las compañías farmacéuticas y a los medios de comunicación que se han dedicado a financiar todo este tiempo (https://swprs.org/the-propaganda-multiplier/).