Traducido por el equipo de SOTT.net

Con la noticia de que el ministro de Defensa de Canadá fue informado sobre la cuestión de los Fenómenos Aéreos No Identificados (FANI), es hora de que los parlamentarios y el gobierno de Canadá se tomen en serio esta cuestión.
UFO in sky
© YouTube/Jeremy CorbellObjeto misterioso, Base del Cuerpo de Marines de EEUU en Camp Wilson, Twentynine Palms, California, abril de 2021
Durante décadas, se ha dicho a la opinión pública que las afirmaciones sobre los FANI (lo que antes se llamaban OVNI) son banales o totalmente absurdas. Ahora resulta evidente que está ocurriendo algo muy real, algo que justifica la celebración de reuniones informativas de alto nivel de líderes militares. Esto merece investigaciones legítimas, y ya es hora de exigir a nuestros departamentos gubernamentales que actúen. Además, es hora de que se comprometan con la comunidad científica de forma abierta y transparente.

El mayor obstáculo para comprender mejor este fenómeno es el estigma que lo rodea. Es alentador ver que esto empieza a remitir y permite que el tema se reconozca y estudie públicamente.

En los últimos años, senadores y congresistas estadounidenses han mostrado una mayor disposición a buscar información, formular preguntas e implicar al público. Sin embargo, a diferencia de sus homólogos de EEUU, el gobierno de Canadá aún no ha mostrado ni la más mínima curiosidad o preocupación.

Las pruebas de la existencia de FANI son abrumadoras y han sido afirmadas por presidentes, antiguos responsables de la CIA, el actual administrador de la NASA, funcionarios de inteligencia y observadores militares entrenados. Ahora que existe la posibilidad de mantener debates serios sobre este asunto, más individuos con antecedentes impecables se sienten cómodos hablando públicamente sobre lo que saben.

En diciembre de 2017, el New York Times publicó la historia de que el Pentágono, a través del Programa Avanzado de Identificación de Amenazas Aeroespaciales, había estado investigando en secreto incidentes de FANI con personal militar estadounidense. El programa había sido dirigido por Luis Elizondo, un funcionario de inteligencia militar estadounidense. Decidió dimitir y hacerlo público debido al excesivo secretismo y a la oposición interna al programa.

El año pasado me reuní con Elizondo para saber más sobre FANI y comprender mejor el asunto. Aunque no tuve acceso a información clasificada, fue una buena oportunidad para hacer algunas preguntas a fondo.

A medida que aprendía más sobre los FANI, lo que más me llamó la atención fue que estos objetos no "vuelan" en el sentido tradicional de la palabra. Al desplazarse por el aire no afectan a la atmósfera como lo haría un reactor u otro motor de combustión. Simplemente no dejan las firmas asociadas que deja un avión.

Los FANI han sido rastreados a velocidades increíbles, con una estimación de al menos 700 a 900 fuerzas g sobre el objeto. El radar los ha detectado a miles de kilómetros por hora y los ha documentado haciendo un giro de 90 grados sin perder velocidad. No hay nada en el inventario de ningún país que pueda resistir esas fuerzas g.

Y aquí viene lo mejor: estos objetos han sido rastreados desde la órbita terrestre baja hasta la atmósfera superior y luego bajo el océano.

En una reunión con la Coalición Científica para el estudio de los FANI, tuve la oportunidad de hablar con el Dr. Hal Puthoff, uno de los científicos más eminentes que han investigado el tema. Este grupo de doctores y científicos analizó el ya famoso encuentro del USS Nimitz en 2004 frente a la costa de California y publicó un informe con sus conclusiones.

En su informe, señalaban cómo los sistemas de radar detectaban FANI en órbita terrestre baja antes de que descendieran a 80.000 pies (más de 24 mil metros). Periódicamente, el FANI descendía desde los 28.000 pies (8.500 metros) hasta el nivel del mar, estimado en 50 pies (15 metros), o bajo la superficie, en 0,78 segundos.

Vamos a asimilarlo por un momento. O bien algún Estado nación ha desarrollado una tecnología que va más allá de la próxima generación, o bien estamos ante algo totalmente desconocido. Sea cual sea la respuesta, este tipo de información debería ser noticia de primera plana en la búsqueda por determinar el origen y la intención.

Para dar crédito a quien lo merece, el Comité Selecto de Inteligencia del Senado de EEUU solicitó que el Director de Inteligencia Nacional llevara a cabo una evaluación actual sobre los FANI.

Un informe preliminar, presentado en junio de 2021, contenía un informe no clasificado proporcionado al público y una versión clasificada mostrada únicamente a senadores y congresistas. En él se confirmaba que algunos FANI demuestran una tecnología avanzada superior a la de cualquier equipo del inventario del Pentágono o de cualquier equipo operado por adversarios extranjeros.

Recientemente, el Congreso de los Estados Unidos ha aprobado una ley en la que se dan instrucciones específicas a varias agencias y al ejército para que lleguen al fondo del asunto. Esta legislación exige al Secretario de Defensa y al Director de Inteligencia Nacional que lleven a cabo investigaciones sobre el terreno de los FANI, y que garanticen que el personal disponible con los conocimientos, equipos y otros recursos necesarios pueda responder rápidamente a los incidentes o patrones de observaciones de FANI.

Estos esfuerzos fueron encabezados por la senadora demócrata por Nueva York Kirsten Gillibrand, que presentó una enmienda a la Ley anual de Autorización de Defensa Nacional, copatrocinada por el senador republicano por Florida Marco Rubio.

Cabe señalar que todos los esfuerzos del Congreso se han realizado de forma bipartidista y que ambos partidos han colaborado plenamente en sus esfuerzos por comprender e investigar mejor los FANI.

Esta nueva oficina se encarga de investigar los "efectos fisiológicos" adversos de los FANI y presta especial atención a las pruebas de "materiales" para obtener el máximo conocimiento posible sobre el "origen" y la "intención" de los FANI. Esto es de especial interés si se tiene en cuenta que Elizondo ha declarado que el gobierno de Estados Unidos posee material exótico.

La otra novedad del Congreso que llama la atención es que los cargos electos ya no están dispuestos a permitir que los funcionarios se salgan con la suya sin dar respuestas, y la semana que viene se celebrará una audiencia en el Congreso. Político informa que los senadores y su personal se están impacientando por la lentitud de la nueva oficina a la hora de acceder a datos concretos. Según se informa, estos senadores quieren más analistas y sistemas de vigilancia dedicados a determinar el origen y la intención de lo que sea que esté invadiendo el espacio aéreo estadounidense.

Sabiendo todo esto, las dos preguntas más lógicas que deberíamos hacernos en Canadá son: ¿Qué información posee el gobierno de Canadá y qué hace con ella?

No hay que buscar mucho para ver cuántos informes oficiales del gobierno se han presentado a lo largo de los años. El Departamento de Defensa Nacional tiene sus propias directrices para la elaboración de informes y dispone de una pila gigantesca de informes que ha ido recopilando a lo largo de las décadas.

Hay pruebas documentadas de que el Departamento de Defensa Nacional comunica su propia información interna sobre FANI, incluido al NORAD, a través de la 1ª División Aérea Canadiense en Winnipeg, Manitoba o el 21º Escuadrón de Control y Alerta Aeroespacial en North Bay, Ontario. Esto nunca se ha señalado a la atención del Parlamento ni del Comité Permanente de Defensa Nacional.

Adicionalmente, hay numerosos informes FANI bien documentados de miembros de las Fuerzas Armadas canadienses, pero no hay indicios de que se hayan llevado a cabo investigaciones para identificar o estudiar sus capacidades.

Transport Canada tiene su propia pila de informes presentados por pilotos. Pero, de nuevo, ninguna de esas informaciones se ha entregado al Parlamento ni hay pruebas de intentos significativos por investigar esos informes. Cuando mi oficina intentó obtener más información de NAV Canada, propietaria y operadora del sistema de navegación aérea civil de Canadá, fue como hablar con una pared de ladrillos.

En una reunión reciente del Comité de Recursos Naturales, tomé la iniciativa de preguntar al Viceministro sobre los informes FANI civiles en torno a las instalaciones nucleares civiles de Canadá. Desde Pickering y Port Elgin, en Ontario, hasta St. John, en Nuevo Brunswick, hay multitud de informes de fuentes abiertas de personas que han presenciado y documentado FANI cerca de estas instalaciones.

En la comisión, pregunté al viceministro a bocajarro si tenía conocimiento de algún informe oficial sobre aviones no tripulados o FANI y que presentara a la comisión toda la información de que dispusiera el departamento. Incluso le envié el análisis preliminar realizado por el Director de Inteligencia Nacional y la legislación estadounidense que acababa de aprobar el Congreso.

Poco después, me informaron de que el Ministerio de Recursos Naturales de Canadá y la Comisión Canadiense de Seguridad Nuclear no disponían de información alguna. Aunque al principio me tomé esta afirmación al pie de la letra, me he enterado de que en una instalación nuclear hay informes oficiales sobre drones, y otra se niega a dar información a través de una solicitud de obtención de información.

Me reuniré con funcionarios del departamento para averiguar por qué nuestra comisión no recibió información precisa y tengo una larga lista de otras preguntas. Sospecho que ellos, como casi todos los demás departamentos gubernamentales, no tienen un proceso normalizado para recoger e investigar las instancias de FANI. Este asunto es una patata caliente. Nadie quiere tocarlo.

Pero eso no se sostiene. Ya han empezado a aparecer artículos sobre este tema en los medios de comunicación canadienses. En particular, en un reportaje reciente se citaba incluso a personal retirado de las Fuerzas Armadas canadienses sobre la falta de esfuerzo del Departamento de Defensa Nacional para investigar los informes FANI. Hay docenas de incidentes FANI muy documentados que se han ido recopilando a lo largo de los años, pero se sabe poco sobre el alcance y la intención de estos fenómenos en el espacio aéreo canadiense.

Hay indicios que sugieren que algunos incidentes FANI se envían al NORAD para que los investigue, pero nadie me ha podido confirmar qué ocurre con esa información. No ha habido ninguna transparencia por parte del Departamento de Defensa Nacional ni del gobierno en general.

Como primer paso, el gobierno debería estandarizar la recogida de FANI, lo que incluiría a múltiples departamentos y agencias. Me atrevería incluso a recomendar que el Asesor Científico Jefe de Canadá tomara la iniciativa. Al igual que nuestros homólogos de Estados Unidos, esta cuestión debe abordarse de forma seria y apolítica.

Debido a que la información reside en numerosos departamentos, como Defensa Nacional, Transporte de Canadá, la RCMP, la Guardia Costera de Canadá, el Consejo Nacional de Investigación y contratistas como NAV Canada, será necesario un enfoque de todo el gobierno para estandarizar la recopilación de los informes y analizar los datos. En nuestro sistema canadiense, esto podría lograrse mediante directivas ministeriales en lugar de legislación.

Además, este mes, por primera vez en la historia de Canadá, un partido político ha pedido pública y específicamente al gobierno que tome medidas para identificar el origen y la intención de los FANI. Así lo ha hecho nuestro ministro conservador en la sombra de Defensa Nacional en este reportaje de CTV News. Para algunos esto puede parecer trivial, pero es un paso de gigante en la dirección correcta.

Sin una acción gubernamental significativa, no se podrá avanzar en el análisis del alcance de los FANI en nuestro espacio aéreo. Cualquier intento por parte de funcionarios del Gobierno de Canadá de restar importancia a los datos o a los informes sería totalmente inaceptable.

Y a mis colegas parlamentarios que lean esto, nunca he recibido ni una sola queja de un elector sobre que yo hiciera preguntas al respecto. De hecho, me han enviado correos electrónicos agradeciéndome que sacara el tema en la comisión.

Los miembros del Parlamento deberían plantear preguntas sobre este tema de forma seria y reflexiva. Deberíamos presionar a los funcionarios para que pongan en marcha el engranaje gubernamental que permita comprender mejor los FANI, con el objetivo final de determinar su origen e intención.

Debemos esforzarnos por desclasificar la información de manera responsable para coordinarnos y colaborar con nuestros aliados cuando proceda. Todos los esfuerzos deben hacerse de forma abierta y transparente.

La política suele ser más conocida por su división y desacuerdo. Si alguna vez hubo un asunto en el que el Parlamento pudiera trabajar de forma no partidista, es este.
Larry Maguire es diputado por Brandon-Souris y vicepresidente de la Comisión de Recursos Naturales.
The Line es la última y mejor esperanza de comentarios irreverentes de Canadá. Rechazamos las tonterías. Nos encanta la escritura viva. Por favor, considera apoyarnos suscribiéndote. Síguenos en Twitter, suponemos, @the_lineca. Pelea con nosotros en Facebook. Cuéntanos algo: lineeditor@protonmail.com