Viene de aquí

La ciencia (¡sin darse cuenta obviamente!) hace poco tiempo ha descubierto el equivalente a la subdivisión en centros que propuso Gurdjieff: en efecto, se ha visto que nuestro cerebro tiene una estructura parecida a una cebolla con tres capas, o si lo preferimos, de tres verdaderos cerebros contenidos uno dentro de otro (sin duda, algunos hablan de un ¡'cerebro único y triuno'!)

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Como nos explicó el americano Paul MacLean, quién dirigió el Maryland Laboratory of Brain Evolution and Behavior,
"el cerebro del homo sapiens es una representación de nuestro pasado evolutivo".
Como en una excavación arqueológica, como en la Troya pluriestratificada de Heinrich Schliemann, la "civilización" más antigua del cerebro se encuentra sepultada debajo de la nueva, así que en los estratos más profundos del cerebro encontramos vestigios de ¡la época de los dinosaurios!

Según MacLean, debajo de los pliegues del neocórtex civilizado, los seres humanos poseen un cerebro atávico, reptiliano, y otro paleo-mamífero. Estos tres cerebros operan como "tres computadoras biológicas interconectadas", cada una con su especial inteligencia, su propia subjetividad, su propio sentido del tiempo y el espacio y su memoria".

La parte específicamente humana es claramente el neocórtex, "la madre de la invención y el padre del pensamiento abstracto", tal como MacLean enfatiza. Es la sede del lenguaje simbólico: razona, planifica, se preocupa, escribe libros y sonetos, crea, inventa y compone. Pero es también a través de sus centros para la visión, oído, gusto, olfato y sensaciones físicas que nos relacionamos con el mundo externo e interactuamos con él mediante los esquemas sensoriomotores.

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Se podría afirmar, por un lado, que la red neuronal del neocórtex constituye el equivalente neuropsicológico del 'centro intelectual' de Gurdjieff, y por otro lado, representa una buena parte de nuestro 'centro motor', ya que desde ahí se controla nuestras respuestas motoras al estimulo sensorial.

Sin embargo, la relación con el 'centro emocional' debe ser hallada en el 'cerebro paleo-mamífero' el cual forma parte del sistema límbico, cuartel general de nuestras emociones. Si nos limitamos al nivel de los ratones, conejos y gatos, el sistema límbico está sujeto a la supervivencia, la autopreservación y preservación de las especies, y su conducta pivota alrededor de las cuatro efes (por sus iniciales en inglés [N. del T.] : feeling, fighting, fleeing and fucking (sentimiento, lucha, huida y sexualidad).

"Uno de las características peculiares de las emociones", observa MacLean, prácticamente evoca las palabras de Gurdjieff, "es lo que nunca es neutral. Las emociones siempre son placenteras o desagradables", positivo o negativo.

Y eso no es todo. Pero, como mantiene, de manera contundente, el psicólogo Daniel Goleman (de nuevo, recuerda a las palabras de Gurdjieff) son mucho más rápidas que la racionalidad: a través de la amígdala, una especie de panel de interruptores en el sistema límbico, las rutas neuronales de la emoción pueden con frecuencia cortocircuitar el neocórtex, cometiendo lo que se conoce como "secuestro emocional" [o secuestro de la amígdala, N. del T.] en contra del cerebro racional. Estos secuestros son así modulados o, a veces, inhibidos, en los mamíferos superiores, por los lóbulos prefrontales del neocórtex, los cuales, en una escala de tiempo más lenta, consiguen tomar el control de la situación. Mientras que la mayor parte de la vida mental de los pájaros, peces y reptiles oscila alrededor del primero, en la que la supervivencia depende del constante análisis del ambiente para localizar depredadores o presas potenciales

Y es a partir de esos mismos reptiles que los humanos heredaron el tercer componente, de nuestro cerebro 'trinitario': el así llamado 'cerebro reptiliano', ubicado en el tronco encefálico y estructuras adyacentes, la sede de esos mismos 'programas de conducta arcaicos' y reacciones automáticas sensoriomotoras que estimulan a serpientes y lagartos. "Rígidos, obsesivos, forzados, ritualizados y paranoicos", tal como lo define MacLean, "está lleno de experiencias y recuerdos ancestrales". Representados tan persistentemente en los esquemas del circuito del cerebro que están condenados a repetir el pasado continuamente. El antiguo cerebro reptiliano no saca provecho de la experiencia. Es de esta forma, un excelente candidato a representar el 'centro instintvo' de Gurdjieff ( y hasta cierto punto, además, el 'centro sexual', que en el sistema gurdjieffiano reviste de particular importancia).

A esta subdivisión 'vertical' del cerebro uno y triuno, habría que añadir, para completar el cuadro neurocientífico, una subdivisión 'horizontal' de cerebro en dos hemisferios izquierdo y derecho interconectados mediante el cuerpo calloso.

Como se suele constatar, el hemisferio izquierdo es activo, constructivo, algorítmico, gradual y lógico. Se beneficia de una ejemplificación limitada y del procedimiento de ensayo y error. Es capaz de aprender aplicando reglas. Aún, el hemisferio izquierdo es normalmente la sede del lenguaje y, por consiguiente, del pensamiento racional: es lineal, concentrado y analítico. Discrimina, mide y categoriza: asimismo, por su propia naturaleza, fragmentario. Pero, además, expansivo, competitivo y agresivo.

El hemisferio derecho, por contra, tiende a preferir la síntesis: es holístico, no lineal, contractivo y sintético, pasivo y cooperativo. Es la sede del pensamiento intuitivo, no parece que aprenda de la exposición a reglas y ejemplos, pero necesita la exposición a ricas estructuras asociativas, las cuales tienden a aferrarse a la totalidad. El conocimiento intuitivo parece, de hecho, estar basado en la experiencia directa, no lineal, de la realidad, que surge de un estado de conciencia expandido.

En resumen, utilizando la terminología oriental, podemos referirnos al hemisferio izquierdo como Yang, por tanto, activo, positivo y masculino (en la base del conocimiento racional y de esta forma, de una actividad egocéntrica), mientras que el hemisferio derecho es Yin, por consiguiente, pasivo, negativo y femenino (en base al conocimiento intuitivo, esto es, de la actividad ecológica).

Gurdjieff, a su vez, nos habla de una subdivisión 'horizontal' de los centros en dos mitades: una 'positiva' y una 'negativa'. Esta dualidad se aprecia, por ejemplo, en el centro intelectual como la contraposición entre el Sí y el No, o sea, de la bipolaridad 'afirmación-negación', y en el centro instintivo en forma de concepto dual de 'placer-dolor'. En el centro emocional también parece consistir en las dos mitades representadas, respectivamente, por las emociones placenteras y desagradables. Por otro lado, Ouspensky nos advierte que las 'emociones negativas' trabajan con la ayuda de un 'centro artificial', que se nutre sobretodo de la 'imitación'.

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El mismo Ouspensky es quien enfatiza que cada mitad de cada centro está, a su vez, dividido en tres partes, en una especie de conjunto de estructura 'fractal' u 'holográfica' donde el todo se encuentra en la parte y viceversa.

Así, revisando el sistema psicológico de Gurdjieff a la luz de la neurociencia cognitiva moderna, una nueva imagen de la mente humana emerge, dividiéndola en muchos subsistemas neurales (o "dominios cognitivos") con diferentes funciones, propósitos y
características (que pueden ser motora, emocional, intelectual, activo o pasivo, yin o yang).

Estos dominios cognitivos son a su vez agrupados e interconectados en una estructura jerárquica de "tipo fractal", que no es otra que nuestra paisaje mental hecha de valles y colinas dentro de otros valles y colinas, salas dentro de ciudades dentro de condados, todo está contenido en nuestra región CS , la «región del sentido común".

Tal como apunta el neurólogo Michael Gazzaniga:
"la mente no es una entidad psicológica sino una entidad sociológica, compuesta de multitud de sistemas submentales".
Y esta es la razón por la que Marvin Minsky, uno de los padres de la inteligencia artificial, hablaba de la 'Sociedad de la Mente'.