Traducido por el equipo de SOTT.net en español.Valorar a un ex director de la CIA mientras se arremete contra Trump sirve para ocultar lo que es verdaderamente ominoso.
© Kevin Lamarque / ReutersEx director de la CIA John Brennan
Desde Dwight Eisenhower en la década de 1950, todos los presidentes estadounidenses han celebrado una o más cumbres con el líder del Kremlin, fundamentalmente para evitar errores de cálculo que pudieran resultar en una guerra entre las dos superpotencias nucleares. Por lo general, recibieron apoyo de los dos partidos para hacerlo. En julio, el presidente Trump continuó esa tradición al reunirse con el presidente ruso Putin en Helsinki, por lo que, a diferencia de los presidentes anteriores, fue criticado mordazmente por gran parte de los medios de comunicación políticos estadounidenses.
Sin embargo, John Brennan, director de la CIA durante el mandato del presidente Obama, fue mucho más lejos, al caracterizar la conferencia de prensa de Trump con Putin como "
nada menos que traición". Suponemos que como reacción, Trump le revocó la autorización de seguridad a Brennan, es decir, el acceso continuo a la información clasificada que por lo general se le otorga a los ex oficiales de seguridad. Durante el furor de los medios políticos que se desató, Brennan fue principalmente descrito como un héroe y avatar de las libertades civiles y la libertad de expresión, y Trump fue tachado como el enemigo de las mismas.
Dejando a un lado el hecho de que se haya perdido una oportunidad para abordar el tema de la
"puerta giratoria" por la que vienen y van ex oficiales de seguridad estadounidenses que utilizan sus autorizaciones permanentes para mejorar sus posiciones lucrativas fuera del gobierno, Cohen piensa que el posterior furor de los medios políticos opaca lo que es verdaderamente importante y quizás ominoso.
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