Para el que fue una de esas personas que marchó al son de la pegadiza musiquita de "Yo soy Charlie" creo que necesita saber una cosa: o es un idiota o es poco menos que un residuo humano.
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© Reuters / Paulo WhitakerUna imagen que defícilmente se borre de nuestras mentes...
Dejando a un lado que aquel montaje escénico atentado dejó muchas dudas sobre sus ejecutores y que el aparato de propaganda occidental hizo lo suyo para que a todos se nos cayera una lágrima por las pobres víctimas de la "brutalidad musulmana", una cantidad sorprendentemente descomunal de personas en el mundo salieron a las calles para declarar que "ellos eran Charlie" y que no se podía tolerar esta afrenta contra la libertad de expresión.

Bueno, ya en aquel momento mostré mi disconformidad con tamaña estupidez, pero hoy he llegado a los límites de mi tolerancia, y quiero declarar con absoluta franqueza lo que siento: todo aquel que participó orgulloso de aquellas marchas fue un idiota o un canalla. Por el bien de la humanidad ansío y guardo esperanzas de que la mayoría hayan sido de lo primero; todos hemos sido tomados por estúpidos alguna vez y la estupidez, con voluntad y trabajo, por suerte es algo de lo que se puede volver. Lamentablemente, no creo que ese sea el caso para lo segundo; quien es un desalmado me temo que tiene pocas posibilidades de desandar ese camino.

Pero déjeme ir al grano para argumentar mi punto. Recientemente la "aclamada revista satírica" publicó unas viñetas "cómicas" en las que se mofaban de nada más ni nada menos que de la pequeña criatura que se ahogó y fue encontrada en la costa turca. Una tragedia que conmovió al mundo y provocó indignación en miles de millones (aunque lamento decir que al parecer son pocos los que están entendiendo lo que realmente está ocurriendo en relación a los que buscan refugio lejos de sus países).

Pero parece ser que lo que fue motivo de lágrimas y un agudo dolor en el pecho para algunos, es motivo de risas y burlas para otros. Según informa The Independent el semanario francés hizo honor a su largo historial de insensibilidad y sadismo y publicó la siguiente estampa:
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© Charlie Hebdo"Tan cerca de su objetivo… ¡Promoción! Dos menús infantiles por el precio de uno"
El dibujante, Aylan Kurdi, se "expresó libremente" con esta "obra de arte" (...y no se olvide de todos los que salieron indignados a la calle clamando que el ataque contra el semanario fue una afrenta contra la libertad de expresión). En la imagen se ve al pequeñito acompañado con el texto "Tan cerca de su objetivo..." yaciendo muerto en la costa a escasos metros de un cartel promocional de McDonald's que dice "¡Promoción! Dos menús infantiles por el precio de uno".

La crueldad de la burla no tiene límites, es una manifestación descarnada del profundo hoyo de conciencia que habita en el centro mismo de nuestra dormida humanidad. El autor (o esa cosa con aspecto de humano que dibuja para la revista) transpira en esta estampa todo su odio, desprecio, y xenofobia, haciendo gala de la visión más retorcida imaginable sobre lo que está ocurriendo con la crisis de los refugiados. Nos pinta el cuadro como si las familias que tuvieron que abandonar sus hogares, su patria, y sus raíces, lo hicieran para disfrutar de las "virtudes" de la cultura occidental: una venenosa y cancerígena hamburguesa de McDonald's. ¡Pero claro!... para este demente y lo que él representa, los que buscan refugio en Europa son invasores.

De más está decir que para el semanario, los sirios (y en general cualquier musulmán) son poco menos que "cosas". Para ellos burlarse de esta pequeña víctima de la maldad de los dementes que invadieron su país, es igual a mofarse de una roca clavada en la arena, es más, posiblemente mostraría más respeto por la roca.

Debo serles sincero, el enojo y la furia que siento al momento de escribir estas líneas es indescriptible. Todavía, después de haber transitado poco más de cuatro décadas en este mundo, no alcanzo a vislumbrar los límites de la brutalidad y la insensibilidad humana.

Como si fuera poca la burla y el desprecio por el dolor humano, la nueva tapa de la edición del 13 de septiembre del semanario luce así:
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© Charlie Hebdo"La prueba de que Europa es Cristiana, los cristianos caminan sobre el agua, los niños musulmanes se hunden"
Una muestra más de la presunción de nuestra "refinada y exquisita" cultura occidental sobre la supremacía del Occidente Cristiano, de que sus valores son superiores, y de que cualquiera que no pertenezca a ella es una cosa "impía" que merece el desprecio y, si es posible, debe ser extirpada de esta "bella tierra" que el dios todopoderoso, bondadoso, y amoroso judeo/cristiano nos legó.

La libertad de expresión sin duda es un derecho, nadie en su sano juicio puede cuestionarlo. Pero lo que hace Charlie Hebdo no se trata del derecho a decir lo que uno piensa o siente, se trata de oponerse a un derecho fundamental, quizá el más incuestionable de todos: el derecho a la vida. Quienes ejercen su derecho a expresarse de este modo, son parte del aparato descomunal que siembra odio, desolación, y muerte en el mundo. La primera y ejemplar censura que debieran recibir es la nuestra, la de cada individuo sobre el planeta que siente su alma desgarrada al ver a esa criatura que podría ser el hijo de cualquiera de nosotros, la de cada ser humano que puede por unos segundos ponerse en lugar de esos padres que perdieron tres hijos en un parpadeo y sentir con ellos el abismo negro de su dolor.

No tengo más palabras para agregar a este corto artículo, sólo me resta abrigar la esperanza de que un buen número de aquellos que en larga y sentida procesión marcharon al ritmo del "Yo soy Charlie" exigiendo a sus amados gobernantes que cumplan con el deber de proteger su libertad de expresión, sean (como lo hemos sido muchos de nosotros en alguna ocasión) sólo idiotas. De no ser así, definitivamente serían unos canallas, y en consecuencia no me quedaría más remedio que resignarme a que nuestro destino como humanidad sea el peor imaginable.