Los viajes en el tiempo son matemáticamente posibles, pero en la práctica resultan complicados.
© Andy Beales
Sabemos por la Relatividad de Einstein que moverse a grandes velocidades es una especie de desplazamiento en el tiempo: una persona que viaje a una estrella lejana volvería a la Tierra 10 años más viejo, pero podría encontrarse que en nuestro planeta habrían pasado mil años. Habría llegado al futuro.
La teoría de Einstein no prohíbe tampoco los viajes al pasado, pues concibe la posibilidad de que existan caminos en el espacio-tiempo que nos permitirían llegar a la prehistoria y conocer a nuestros antepasados.
Hay una diferencia fundamental, sin embargo, entre ambas posibilidades: el viaje al pasado presenta paradojas difíciles de resolver, que no afectan a los viajes al futuro.Por ejemplo, si fuera posible viajar al pasado, podríamos llegar a los tiempos de nuestro abuelo y provocarle la muerte. En ese supuesto, ¿desapareceríamos al instante?
Se supone que un abuelo muerto en su juventud no se casaría ni tendría hijos, y por ello tampoco nietos que un día viajarían en el tiempo y le causarían la muerte. Algo imposible según esta línea temporal.
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