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© ReutersNicolas Sarkozy pone en evidencia las enormes contradicciones del sistema capitalista
Nunca imaginó el economista estadounidense James Tobin, premio Nobel de Economía en 1981 y creador de la tasa que lleva su nombre, que la iniciativa que propuso en 1971 para controlar el flujo de capitales y evitar la especulación iba a generar tanto debate político y social 40 años después.

A Nicolas Sarkozy no le importa enfrentarse a Alemania o Reino Unido ni quedarse sólo en el intento: quiere aprobar esta tasa sobre las transacciones financieras cuanto antes. Ya fijó la aplicación de esta medida entre las prioridades de la Presidencia francesa del G-20, pero la crisis de la deuda soberana le obligó a aplazar sus planes.

Ahora el presidente galo ha vuelto a recuperar su empeño y, a pesar de las reticencias de Berlín, quiere sacar adelante este impuesto para gravar los movimientos de los bancos este mismo año. "Francia no esperará que todos estén de acuerdo para ponerla en marcha", señaló el viernes presidente galo.

Pero la memoria es traicionera y el hoy defensor a ultranza de la Tobin era hace algunos años su principal detractor. En 1999 Sarkozy calificó la medida de absurda durante un debate con François Hollande, hoy candidato socialista al Elíseo, François Bayrou, también aspirante a las elecciones Presidenciales, y el secretario general del Partido Comunista, Robert Hue.

Donde dije digo digo Tobin

"¿No quiere tasar el movimiento financiero, castigar la especulación?", le preguntó este último al ahora presidente. "El asunto de la tasa Tobin es un absurdo. ¿Por qué? Porque nosotros la aplicaremos y ningún otro país lo hará", le respondió Sarkozy. "Si lo hacemos vamos a pagarlo con decenas de parados más", añadió.

Si entonces le parecía mal que sólo su país pusiera en marcha el impuesto, hoy ve en este hecho un ejemplo de París al resto de socios europeos. "Mi convicción es que si nosotros no damos ejemplo, no se hará", ha señalado hoy tras entrevistarse con Angela Merkel en Berlín.

Hoy positiva, en 1999 el presidente sólo veía pegas a la propuesta. "El mundo ha cambiado y cada vez que penalizamos la creación de riqueza en nuestro territorio favorecemos el crecimiento en los otros países, favorecemos el paro aquí y el empleo para los demás", añadió el solidario y desmemoriado Sarkozy.

"¿Es que no entiende que a fuerza de acumular como si fuera una catedral impuestos y tasas tendremos el resultado inverso al que buscamos? Despierte, señor Hue, el mundo ha cambiado", interrogó Sarkozy a su interlocutor.

Ahora que la crisis económica ha hecho perder la fe en el sistema financiero el que parece haber despertado de su sueño es Sarkozy. El dirigente quiere que su Consejo de Ministros apruebe esta medida en el mes de febrero para ponerla en marcha antes de que acabe este año.