Ola de frío siberiano
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La ola de frío siberiano que ha barrido el Continente Europeo durante febrero ha causado más de un millar de muertos. La mayoría de las víctimas han sido personas sin hogar, en muchos casos con problemas de alcoholismo, que han sido sorprendidas por las heladas cuando dormían en las calles.

La ola de frío ha puesto en evidencia, una vez más, que hasta las necesidades más básicas, como la vivienda, se convierten en negocio en este sistema. Un negocio que deja al margen del derecho a la vivienda a millones de europeos a la vez que hay millones de casas vacías.

Conforme el frío siberiano se ha extendido por Europa ha ido arrojando la luz sobre la vulnerabilidad social frente a los eventos meteorológicos extremos, entre los que se encuentran las olas de frío y de calor, como la que sólo en Francia dejó miles de muertos en 2003.

Una vulnerabilidad social frente a la hipotermia que aumenta hacia el Este de Europa. Así, la mayor parte de las víctimas de la ola de frío eran rusas, ucranianas y rumanas, países donde la ola de frío ha sido más potente y los servicios sociales están muy debilitados.

Además, la ola de frío nos ha mostrado como la vulnerabilidad social cambia según estamentos sociales. La muertes relacionadas con la ola de frío se han concentrado en personas marginadas, desempleadas y trabajadoras con bajos ingresos, que no solo han muerto de hipotermia, también por inhalación de monóxido de carbono al calentarse con braseros de cisco.

En el contexto de cambio climático en el que nos encontramos, los eventos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes e intensos, incluyendo las olas de frío y calor, los huracanes, los tornados, las lluvias torrenciales, etc. Estos eventos meteorológicos mal gestionados se convierten en "catástrofes naturales" y provocan miles de muertes, heridos y daños materiales que afectan especialmente a las más pobres.

La lucha contra las consecuencias sociales de una ola de frío polar como la que nos ha visitado en las últimas semanas es la lucha, a nivel europeo, por la defensa, la extensión y el fortalecimiento de nuestros servicios públicos: sanidad, educación, un parque público de viviendas de alquiler, comedores populares, casas de acogida, centros de desintoxicación, etc.