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Una de las mayores amenazas sanitarias mundiales es también una de las menos admitidas: más de 100 millones de personas literalmente respiran y comen contaminantes como plomo, mercurio y cromo cada día, según un informe del Blacksmith Institute y otras organizaciones.

Sin embargo, la atención mundial y miles de millones de dólares se centran en la lucha contra el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), la tuberculosis y el paludismo, que afectan a una cantidad similar de personas.

"La contaminación tóxica ha estado bajo el radar de la mayoría de los gobiernos durante algún tiempo", dijo Stephan Robinson, de la filial suiza de Cruz Verde Internacional.

Esta organización, fundada por el ex líder soviético Mijaíl Gorbachov (1985- 1991) y dedicada a la salud ambiental, es coautora de la evaluación titulada "World's Worst Pollution Problems Report 2010" (Informe 2010 sobre los peores problemas de contaminación del mundo), presentada el 3 de este mes.

"Estos problemas de contaminación pueden tratarse de modo barato y efectivo", dijo Robinson a IPS.

En el pasado hubo iniciativas de limpieza ambiental diseñadas por organizaciones con escasa tecnología y también proyectos de ingeniería más sofisticados, que implicaron incluso la remoción del suelo de parques infantiles y la remediación de las napas freáticas, dijo.

"La salud de aproximadamente 100 millones de personas está en riesgo por la contaminación en países en desarrollo", dijo Richard Fuller, presidente del Blacksmith Institute, una pequeña organización ambientalista de Estados Unidos que trabajó junto con la Cruz Verde para llevar a cabo el primer inventario mundial exhaustivo de sitios contaminados.

Sus conclusiones se basan en datos de unas 1.000 evaluaciones de riesgo realizadas en los últimos dos años por investigadores del Blacksmith Institute en sitios contaminados.

"Estos sitios tóxicos rara vez son causados por grandes corporaciones multinacionales. Habitualmente (los responsables) son los comercios locales, ex industrias del gobierno o la industria informal, artesanal, como la minería aurífera o el reciclaje de baterías de plomo", explicó Fuller.

En uno de los casos más conmocionantes de contaminación tóxica, profesionales de Médicos Sin Fronteras que a comienzos de este año visitaron el noroccidental estado nigeriano de Zamfara descubrieron aldeas donde casi no había niños.

Luego supieron que más de 400 niños habían muerto por plombemia aguda. Los 2.500 niños que quedaban en el distrito tenían niveles tóxicos de plomo en su sangre y necesitaban un tratamiento urgente, llamado terapia de quelación, para reducirlo.

"Algunos de estos niños tenían los mayores niveles mundiales de plomo jamás registrados", dijo Bret Ericson, quien estuvo al frente del "Global Inventory Project" del Blacksmith Institute, que llevó a cabo las evaluaciones de los sitios.

El plomo es una potente neurotoxina y los niños son especialmente sensibles a él, dado que perjudica a sus sistemas nerviosos y cerebros en desarrollo. Muchos de los afectados tendrán daños cerebrales y neurológicos permanentes.

Por cada aumento de cinco puntos en los niveles de plomo en sangre se produce una reducción de cuatro puntos en el coeficiente intelectual, dijo Ericson a IPS.

Algunos niños presentaban niveles que reducirían 40 puntos o más ese coeficiente, causándoles una severa discapacidad mental.

Muchos de los aldeanos nigerianos eran mineros a pequeña escala que machacaban piedras para extraer oro. No sabían que el mineral también contenía niveles de plomo extremadamente altos. Los niños inhalaban el polvo del plomo que se había expandido por toda la comunidad.

El Blacksmith Institute trabaja con las autoridades locales y con una empresa estadounidense para descontaminar varias aldeas y sus suelos. Se trata de un importante esfuerzo que involucra a la Organización Mundial de la Salud, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, Médicos Sin Fronteras y otros socios, pero los costos totales serán inferiores a tres millones de dólares, dijo.

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"No hay agencia internacional de financiamiento que aborde esta clase de cosas, así que es muy difícil hallar sumas relativamente pequeñas de dinero para la remediación", agregó.

Ericson coordina a más de 160 investigadores que han pasado los últimos dos años detectando y evaluando sitios tóxicos en el mundo. Por ejemplo, en toda la ex Unión Soviética quedan ciudades otrora industriales donde la gente se ve forzada a hurgar en las ruinas de viejas fábricas abandonadas para sobrevivir.

"Recibimos informes como éste todo el tiempo. Estos sitios son trágicos, e incluso países como Ucrania tienen muy poca capacidad para abordarlos", dijo.

En Asia central, comunidades que viven cerca de sitios que reciben los desechos de la minería de uranio respiran, beben y comen productos contaminados con residuos radiactivos.

"Esto es muy malo para los niños y tiene muchos impactos en la salud", dijo Robinson.

En la era soviética, esos sitios eran sellados y controlados, pero luego eso no volvió a ocurrir. "Al no tener opción o simplemente no ser conscientes, los residentes usan abundantes desechos de la minería de uranio como materiales de construcción", declaró Robinson a IPS.

Muchos países carecen del conocimiento, la pericia técnica y la capacidad de abordar sitios tóxicos, aunque algunos pueden limpiarse por sumas relativamente pequeñas, de entre 100.000 y 300.000 dólares. El Blacksmith Institute y sus socios han limpiado alrededor de 20 sitios con un presupuesto de 30 millones de dólares.

Afrontar estos problemas requerirá financiamiento internacional, donde mil millones de dólares tendrán un impacto enorme sobre las vidas de cientos de millones de personas.

El instituto espera crear un fondo que recaude y distribuya donaciones de países y agencias, para que se pueda hacer algo por la limpieza de los casos más serios.

"En los 20 países donde trabajamos, somos el principal recurso para evaluar y tratar los sitios tóxicos", sostuvo Fuller.