Human Rights Watch denunció la banalización de la violencia contra los extranjeros en el país. Advierten que estaría vinculada al crecimiento del partido neonazi Amanecer Dorado.
xenofobia en Grecia
© EFE
Mahmud, un paquistaní, fue herido en la cabeza y María, afgana, acabó con la mano lacerada. A Mina, una somalí embarazada, la tiraron al suelo a empujones. Según el título del informe publicado por esta ONG de defensa de derechos humanos, los extranjeros se enfrentan al "odio de las calles" en un país donde la crisis económica y la ausencia de política de integración exacerban los reflejos xenófobos. Hasta el punto de que incluso gente "venida de zonas de guerra tiene miedo de salir por la noche", informó Judith Sunderland, investigadora de HRW, en una conferencia de prensa en Atenas.

Con una "aterradora frecuencia" ciertas "bandas de griegos" a veces armados con mazas, barras de hierro y botellas agreden en las calles, transportes públicos y en sus domicilios o lugares de trabajo a inmigrantes, demandantes de asilo y refugiados, incluso adolescentes y niños, indica el informe, que ofrece testimonios de 59 personas atacadas entre agosto de 2009 y mayo de 2012.

Aunque la policía establece excepcionalmente un vínculo con la xenofobia y la Justicia no lo acredita "hay pruebas que sugieren que los agresores son miembros o allegados" de Alba Dorada (Chryssi Avghi), indica HRW. Surgida del movimiento neonazi, esta formación fue propulsada al parlamento con 18 diputados en las legislativas de junio.

"Estos ataques buscan enviar el mensaje a los inmigrantes de que deben irse. El Estado debe enviar un mensaje fuerte en el sentido de que la violencia xenófoba no tiene espacio en una sociedad democrática", abogó Sunderland.

HRW reconoce que Grecia, principal puerta de entrada a Europa para los inmigrantes irregulares, se enfrenta a una carga desproporcionada, que pesa sobre la cohesión social y urbana, debido a la concentración de población en condiciones precarias en barrios degradados. "Pero la respuesta del Estado no es la adecuada", subraya la ONG, cuyo grito de alarma llega tras una serie de advertencias de otras organizaciones, entre ellas la oficina griega del Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU (ACNUR).

La ONG subraya asimismo las presuntas complicidades entre la policía y la extrema derecha y la amalgama que hace la clase política entre inmigración e inseguridad. Llama al nuevo gobierno de coalición -cuyo jefe, Antonis Samaras, denunciaba antes de las elecciones la "invasión" de inmigrantes- a aplicar "medidas inmediatas" que impliquen "tolerancia cero" con la violencia. Prevención policial y represión judicial deben combinarse con la protección de los querellantes, subraya.

Miedo a denunciar

Al igual que Ibrahim Sahel, al que la ONG emplea como intérprete, muchas de las víctimas evitan acudir a la policía. A este somalí de 26 años cinco personas le fracturaron una mano el 22 de junio pasado en el barrio ateniense de Aghios Panteleimon, bastión del movimiento neonazi.

Pero los que van a la comisaría acaban a veces amenazados con ser detenidos si viven como ilegales en el país, o se desaniman porque la justicia no ha pronunciado ninguna condena por crimen racista desde la adopción de una ley en ese sentido en 2008.

A la afgana Razia Sharife, le reclamaron inicialmente 100 euros por presentar una demanda contra repetidos ataques contra ella y sus tres hijos en su casa en Aghios Panteleimon.

Para mostrar la banalización de la violencia, HWR suministra un balance de dos ONG, como la sección griega de Médicos del Mundo, que asegura que 500 inmigrantes y refugiados tuvieron que recibir atención en el primer semestre de 2011 en Atenas.

Las provincias no están exentas de este tipo de acciones, especialmente Patras, donde miles de parias africanos y asiáticos esperan a embarcarse hacia Italia, o en Creta, donde muchos trabajan en invernaderos y huertos.