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El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, reiteró su justificación hacia los masivos programas de vigilancia que practica su gobierno sobre los ciudadanos, en una entrevista difundida por la cadena televisiva CNN.

Al hablar para el programa New Day, Obama expresó su confianza en que no se abusa de estos métodos de espionaje, revelados en junio por el exanalista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) Edward Snowden.

Sin embargo, admitió que los estadounidenses tienen preocupaciones legítimas respecto al fisgoneo que, a su juicio, no ha pretendido violar la privacidad de las personas.

"Debemos hacer un mejor trabajo en darle a la ciudadanía confianza sobre cómo estos programas funcionan", afirmó Obama.

El diario The Washington Post informó la semana pasada que una auditoría interna de la NSA encontró que la dependencia federal había roto las reglas de privacidad miles de veces cada año desde 2008.

La revisión de 2012, reportó el Post, halló dos mil 776 casos de "recolección no autorizada, almacenamiento, acceso o distribución de comunicaciones protegidas por la ley" en los últimos 12 meses.

Obama planteó estar abierto a trabajar con el Congreso para dilucidar cómo ser más transparentes respecto al funcionamiento de los programas para espiar, pero ratificó que continuarán haciéndolo en nombre de la seguridad nacional, porque, según él, "tenemos sujetos hostiles allí afuera que potencialmente intentarían hacernos daño".

Durante la entrevista el gobernante demócrata empleó un tono de advertencia contra Siria y Egipto, al considerar que se acerca la hora de dar una respuesta potencialmente definitiva de Estados Unidos.

Para Obama, su país sigue siendo "una nación indispensable" en el volátil Medio Oriente y en otras regiones del mundo, por lo cual señaló que en este escenario Washington tendrá que pensar estratégicamente lo que puede ocurrir con "nuestros intereses nacionales a largo plazo".

El Presidente tocó otra amplia gama de temas nacionales como el alza en la matrícula universitaria en el país y un posible cierre del gobierno si no se llega a un acuerdo sobre el techo de la deuda.